-¡Mira a ese!
-Ese se parece a Mima... –Abrí los ojos de par en par sin esperar su respuesta antes de estallar en carcajadas.
-Que malo...
-¿Vas a decir que no tiene un cierto parecido? –Volví a reír para mirar al chimpancé que caminaba de un lado al otro en busca de sus compañeros. –Solo le falta el uniforme y es ella.
-Daryl... –Lo regañé sin dejar de reír.
¿Pero por qué lo había cogido con la ama de llaves ahora? Vale que no fuera muy simpática... Al menos conmigo, pero a él siempre lo había tratado de maravilla.
Daryl me había llevado a almorzar a un restaurante demasiado caro para mi gusto, y después de allí, se me había ocurrido visitar el zoológico, donde sorprendentemente, había aceptado sin poner ninguna pega. Ahora ya casi estábamos terminando con nuestra visita y le tocaba a él elegir que es lo siguiente que haríamos.
-¡Ay, mira! ¡Algodón de azúcar! –Grité señalando con el dedo al señor que se encontraba con el carrito a un lado del camino para no estorbar en el paso.
-¿Algodón de azúcar en un zoológico?
-¡No importa! Cómprame uno, porfa... –Puse ojitos como cualquier niña de cinco años le pondría a su padre haciéndolo negar divertido.
-Está bien, pero con la condición de que debes compartirlo conmigo.
-¡Por supuesto! –Me puse de puntillas para dejar un corto beso en sus labios antes de caminar hacia el carrito de los algodones. –¡Buenos días! ¿Me deja uno?
-Claro, señorita. –El hombre de mediana edad me entregó el algodón de azúcar rosado sonriendo cálidamente.
-Oye, que rápida... –Reí antes de coger un poco del algodón con la mano para llevármelo a la boca saboreando su exquisito sabor. –Mmm...
-¿Está bueno?
-¡Riquísimo! –Dije asintiéndole al señor que ya guardaba el dinero con el que Daryl le había pagado.
-Bien. Ahora déjame un poco a mí. –Lo miré mal falsamente antes de sonreír ofreciéndole un poco. –Por un momento creí que no me darías nada...
-Esa era nuestra condición. –Asintió con la cabeza y la boca llena. –¿Te gusta?
-Mmm... Sí, no está mal. ¿Ahora a donde quieres ir?
-¿Elijo yo? Creí que ahora era tu turno...
-En ese entonces... ¿Por qué no vamos al Glamour's Club a por unas bebidas?
-Luego tienes que conducir. –Recordé mientras seguía comiéndome el algodón de azúcar.
-No beberé mucho. De lo contrario, siempre puedo llamar a Morgan para que venga a buscarnos. Para eso le pago, ¿no? –Asentí de acuerdo con él antes de dirigirnos a la salida del zoológico en busca de su coche.
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-Dime que no fueron alucinaciones mías y el camarero te estaba comiendo con los ojos...
-Sí... –Murmuró fastidiado dándole un trago a su copa mientras que yo reía por lo bajo. –¿Y encima te ríes de mi? –Volví a reír antes de ser yo la que bebiera ahora de mi copa. –Y cambiando de tema... Creo que te debo una disculpa... –Fruncí el ceño sorprendida. ¿A qué venía eso? Si no había hecho nada para... –Bueno, en verdad te debo muchas disculpas, Alanna. Siento mucho tratarte como lo hago a veces, pero muchas de esas veces no soy consciente de ello. Sabes que por naturaleza soy...
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Dime Lo Que Sientes
Roman d'amourAlanna Mayer siempre había tenido una vida fácil y adinerada, por lo que no había dudado ni un segundo en sacrificarla a cambio de la de su padre en cuanto este enfermó y las deudas lo ahogaron por todas partes. Se casó, salvó la empresa familiar y...