CAPITULO 7

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UNA SEMANA DESPUÉS


-¿Todo bien?

-Sí, señorita. De nuevo, vuelvo a darle las gracias.

-Y yo de nuevo te digo que no tienes que darlas. –Ángel asintió y yo seguí con mi camino hacia la entrada.

-Por fin llega, señora.

-¿Qué pasa? –Pregunté ante el apuramiento de Mima.

-Tengo que decirle algo importante. –Fruncí el ceño intrigada a la espera de que continuara. –Verá... Sé que muchas veces estoy de parte del señor, pero creo que...

-Mima. –Su cara cambió al oír la fuerte voz de Daryl. –¿Por qué no te vas a tu habitación?

-Sí, señor. –Mima se dio la vuelta sin decir nada más acatando las ordenes.

-¿Por qué hiciste eso? Iba a decirme algo...

-No tiene nada que hablar contigo. –Rodé los ojos con intención de ir a buscarla, pero su brazo me detuvo. –Ni se te ocurra, Alanna.

-¿Por qué?

-Porque no. –Me solté de su agarre para subir a mi habitación malhumorada.

¿Pero quién se creía que era?

Me cambié de ropa por un vestido corto de color blanco, una americana verde agua y unos zapatos del mismo color. Me maquillé un poco y después de echarme perfume, salí del cuarto para largarme de esa casa tan fría como el hielo.


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-Yo no pedí esto...

-Cortesía del señor. –Fruncí el ceño siguiendo con la mirada hacia donde el barman me señalaba.

-Oh... –Zachary me sonrió desde la distancia antes de acercarse.

-Hola, preciosa.

-Hola... –Cogí la copa que había sobre la barra para levantarla en su dirección antes de bebérmela de un trago.

-¿Viniste sola?

-¿Ves a alguien más por aquí?

-No...

-¿Pues entonces? –Rodé los ojos llamando al barman para pedirle otra copa.

-Me extraña que el vejestorio ese te haya dejado venir sola a un sitio como este...

-¿Y? Pregunté mirándolo mal. ¿Por qué siempre se refería a Daryl como "vejestorio"? Si solo me llevaba siete años... –Que sea mi marido no significa que no pueda moverme por mi misma.

-De acuerdo, está bien. Tampoco me comas...

-¿No te había dicho que no te quería cerca?

-Bueno... Como que estás muy amargada tú, ¿no? ¿No te complacen en la cama o qué?

-Lo que haga o deje de hacer en la cama, es mi problema.

-Eso es un no.

-Idiota. –Me levanté de la butaca para dejar un billete sobre la barra antes de dirigirme hacia la salida de aquel bar al que había decidido ir a desahogar mis penas.

-Oye...

-¿Vas a seguir molestándome? –Pregunté sin dejar de caminar por la acera hacía donde había aparcado el coche.

-Solo quiero hacerte compañía...

-¡No! ¡Solo estás tocándome las narices de mala manera!

-Hmm... ¿Quieres que te toque otra cosa de buena manera? –Acorté los pasos que nos separaban comenzar a golpearlo en el pecho con todas mis ganas.

-¡Eres un bastardo, pervertido y engreído!

-Nena, nena, para... –Dijo agarrándome los brazos para que no pudiera seguir golpeándolo.

-¡Déjame! –Me zafé de su agarre para masajearme los brazos dolorida.

-¿Qué te pasa, Alanna?

-¡Nada! –Caminé hasta el bordillo de la acera para sentarme a llorar como una magdalena. 

¿Por qué no me dejaba en paz? ¿Por qué no podía largarse y dejarme en paz de una vez? ¿No entendía que no quería saber nada de él? ¿Qué solo me traía problemas?

-Alanna...

-Mi vida es una mierda...

-¿Por qué dices eso? –Se sentó a mi lado preocupado e intrigado. –Porque yo te veo muy bi...

-Tú y todos me veis muy bien fuera de mi casa, pero nunca sabréis lo que pasa dentro...

-Puedes contármelo, Alanna. Estoy aquí para escucharte.

-No. –Respondí firmemente haciendo que se encogiera de hombros antes de pasar su brazo por mis hombros y abrazarme.

-Está bien. Entonces solo déjame consolarte... –Asentí apoyando la cabeza en su pecho dejando que me abrazara. Necesitaba eso, un abrazo aunque fuera de un desconocido.Ven, vamos a otro sitio. –Acepté su mano cuando me la tendió y me dejé guiar hasta su coche en un momento de debilidad. 

Su presencia me calmaba y alteraba a partes iguales. En un momento quería que desapareciera de mi vista y al otro solo quería que me estrechara entre sus brazos... ¿Qué estaba mal conmigo?

Zach me invitó a salir del coche en cuanto llegamos a aquel descampado al que me había traído la otra vez.

-¿Ya te encuentras mejor?

-Sí... –Me abracé a mi misma para darme calor ante el frío que allí hacia.

-Toma esto. –Me tendió una manta fina que pasé rápidamente por mis hombros antes de que ambos nos apoyásemos en el capó del coche para observar las estrellas. –¿Sabes? Siento lo de la otra vez... Aquello de hacer como que el coche no funcionaba...

-Ya, ya, da igual. Eso es lo menos que me preocupa en estos momentos.

-¿Y qué es lo que más te preocupa? –Cerré los ojos echando la cabeza hacia atrás. –Bueno, vale. Olvida esto último...

-Gracias. –Asintió encogiéndose de hombros antes de que nos quedáramos en completo silencio.

A veces no hacían falta palabras en compañía de otra persona y esto era uno de esos momentos.


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-Pues hasta aquí su viaje, princesa. –Dijo Zach una vez que paró el coche unas calles más atrás de mi casa. –Ah, y déjame las llaves de tu coche. Mañana iré a buscarlo y te dejo las llaves en el buzón.

-Está bien, gracias.

-No tienes que darlas, Alanna.

-Sí, sí que tengo que hacerlo, Zach. De verdad, muchas gracias.

-Bueno... –Se quedó callado algo aturdido. –La verdad es que no sé ni que decir...

Forcé una sonrisa antes de apoyar las manos en su cara para dejar un casto beso en sus labios y susurrar un "gracias" antes de bajarme del coche.

No sabía qué diablos se me había metido dentro del cuerpo para hacer eso, pero debía decir que me había sentido muy bien.

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