Pequeño susto

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     Apresuré mis pasos y cerré inmediatamente la puerta de la habitación, intenté devolverle la llamada al número desconocido que me había llamado antes pero no funcionó.

     Me sentía extrañamente vigilada pero me encontraba yo sola en el cuarto, me cambié de ropa y volví a revisar mi celular. Salí de la habitación y aún estaba sola, caminé despacio examinando cada rincón del segundo piso hasta que decidí ir al baño y me vi obligada a pasar por el habitación de Joel; incliné la cabeza intentando mirar si había alguien ahí dentro, cada vez me metía un poco más dentro del cuarto cuando de pronto me taparon la boca.

—Shhh... —susurró alguien en mi oído. Esa persona fue empujándome poco a poco hasta asegurarse que estábamos completamente dentro de esa habitación, yo intenté gritar y patalear pero esa persona era mucho más fuerte que yo. No me lastimaba pero me sentía encerrada.

—Shhh... —volvió a decir la persona que me estaba secuestrando dentro del cuarto de Joel. Le mordí fuerte la mano y soltó un grito de dolor, me acerqué corriendo a una pequeña mesa y agarré el portarretrato como arma de defensa. Volteé para ver a quién tenía que enfrentarme y me sorprendí muchísimo.

     Él era un tipo más alto que yo, de piel blanca con pecas diminutas, su cabello era de un color extraño que ya había visto antes –entre rojizo y castaño–, cuando lo miré de frente tratando de averiguar quién era él me mostró una agradable sonrisa pero yo aún estaba aterrada.

—¡No des ni un paso mas! —amenacé.

     Hice un ademán de golpearlo con el porta retratos y él empezó a reír, me estaba empezando a impacientar, le lancé una mirada furiosa y él levantó sus manos en señal de rendición.

—¡Bien, ya perdí! —exclamó y volvió a reír. Al parecer era una persona que se reía mucho, no era una risa desagradable como la del mago, el tipo que estaba a unos pasos de mi tenía una risa tierna y bonita. En ese momento pensé: “Si no hubiera intentado secuestrarme hace unos segundos diría que puede llegar a ser un gran amigo para mi”.

—¿Por qué me quisiste secuestrar? —pregunté mostrándome fuerte y para nada nerviosa.
—Yo no te he querido secuestrar —respondió inclinando un poco la cabeza como yo lo había hecho para mirar si había alguien aquí adentro.
—¿Qué fue todo eso entonces? —pregunté— ¿quién eres y por qué...?
—¡Devorah! ¿tu memoria es frágil? —me interrumpió notoriamente preocupado—, hace unos minutos hablé contigo por teléfono, te dije que nos veríamos pronto...
—¿Eduard? —ya sabía que sí se trataba de él pero quería asegurarme. Cuando alguien te dice “nos veremos pronto” o algo parecido quiere decir que se verán pronto, nunca imaginé que eso significara “te voy a secuestrar en el cuarto que comparte tu enamorado con un amigo”.

     Me miró sonriente como esperando que me acerque corriendo a abrazarlo, cosa que no hice porque seguía sosteniendo el portarretrato.

—¡No puede ser! —gritó de repente llevando sus manos a su frente—, algo me decía que te olvidarías...
—¿Olvidarme de qué? —quise saber. Hubiera sido mucho mejor si me explicaba desde el inicio porque desde que desperté todo estaba muy extraño.
—Iré a buscar a tus amigos —dijo él. Esta vez yo fui mas rápida y me paré al frente de la puerta aun con el portarretratos en la mano.— No te irás de aquí sin decirme la verdad.

     Eso de “dime la verdad” se estaba volviendo una frase común en mi, es cierto que todos quieren saber la verdad pero es mucho mejor que te enteres de la verdad sin estar preguntándola. En ese momento yo amenacé a Eduard para que me diga la verdad, parecía tranquilo y muy inofensivo así que no me costó trabajo obligarlo a que hable.

Entre las piedras [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora