Mi pequeño se había quedado profundamente dormido, estaba echado junto a su almohada favorita, le acaricié despacio la mejilla y le di un tierno beso en la frente. Fui a despedirme de mis padres quienes estaban viendo televisión en su habitación, les deseé las buenas noches y de inmediato fui a mi dormitorio.
Joel estaba medio dormido, me acerqué a darle un beso, se sentó y me abrazó.
—Ven a dormir, hermosa —dijo poniéndose a un costado y sonriendo, su sonrisa siempre fue hermosa.
—Estaré despierta un momento, tú descansa —respondí tocando su nariz.
—No te quedes despierta mucho tiempo —continuó mientras acariciaba mi barriga—, que descanse bien mi pequeña princesa.
—¡Hasta mañana, papá! —respondí fingiendo que quien respondía era nuestra bebé.Me quedé mirándolo durante unos segundos hasta que se durmió, después caminé sin hacer ruido para no despertarlo y busqué mi álbum de fotos en el último cajón del ropero. Era un álbum mediano, en la portada estábamos Joel y yo en el momento exacto del “Puede besar a la novia”, habían fotos hermosas de los invitados riendo, fotos mías junto a la gente que amo, fotos mías con Joel y una foto en donde salíamos Joel, Mía, Steve, Ed, Madamme Súniga y yo. Me quedé mirando esa foto por largo rato, me ponía feliz tenerlos a todos en mi vida.
Empecé a sentir algo extraño dentro de mi, algo que me mantenía despierta; sentía que algo estaba a punto de suceder pero no entendía qué era. Dejé el álbum en su lugar con cierto temor y negué con la cabeza esperando que así se vaya el mal presentimiento. En ese instante sonó mi celular.
—¿Eduard? —pregunté.
—Devorah, ¿estás bien? —empezó— no quiero preocuparte ni lastimar a la bebé que esperas, es mejor que me pases con Joel.
—¿Qué pasó? —pregunté—, mi hija y yo estaremos bien, cuéntame.
—Devorah, entonces mejor voy para allá —finalizó la llamada.En ese instante sí me asusté, sentía que mi corazón iba a salir de mi cuerpo en cualquier momento, desperté a Joel y le conté lo que había pasado, él me llevó un poco de agua y me repetía muchas veces que no tenía de qué preocuparme. En ese momento se estacionó un auto negro en la puerta de mi casa, bajamos despacio las escaleras y permitimos que Ed ingrese a la sala para conversar.
—¿Qué pasó, Eduard? Ahora sí cuéntanos —preguntó Joel. Eduard estaba sentado al frente de nosotros con los codos en las piernas, era notoria su preocupación y tenía una lucha interna entre decirme o no lo que había sucedido.
—Recuerden que las cosas siempre suceden por algo —empezó—, todo en la vida tiene su inicio y su final...
—¡Dilo de una vez! —grité.
—Madamme Súniga murió.No aguanté las lágrimas, aquel temor que estaba sintiendo se hizo más grande y me sentí desprotegida. No entendía cómo era posible que ya no esté con nosotros, ella estaba bien en el matrimonio de Mía horas antes. Sentía tantas cosas en mi interior, mucha impotencia por no saber qué hacer ni cómo reaccionar, tenía ganas de salir a buscarla, quería que alguien me diga que eso no era real pero nadie me lo dijo. Joel me abrazó fuerte y lloró conmigo, Eduard me tomó de la mano y repetía la frase “tienes que estar bien por la niña que tienes dentro de ti, Madamme Súniga está en un mejor lugar”.
Muchos recuerdos llegaron a mi mente, recordé aquella vez que llegó a mi casa el día de mi cumpleaños número diecisiete, recordé cuando nos sentamos a ver la luna fuera de su casita de madera, recordé su hermosa sonrisa al enterarse de que estaba invitada a mi matrimonio, recordé que fue ella quien me animó a dejar mis miedos y aquella persona jamás estaría de nuevo conmigo.
En ese instante pensé en su gato, el gato de Madamme Súniga tenía muchísimos años de vida pero parecía un ser inmortal, era un ser mágico al igual que ella, su gato siempre la acompañaba y pensé en qué sería de su gato si ella no estaba con él.
—¡Busquen al gato! —grité secándome las lágrimas— ¡yo quiero tener al gato!
—Tranquila, amor —decía Joel—, voy a hablar con alguien para que busquen al pequeño gato y te lo traigan. No estés mal.
—Hermanita —bajó la mirada—, creo que no fue bueno que te cuente esto pero era necesario, de verdad te pido disculpas.
—¡Yo quiero cuidar al gato! —seguía repitiendo.Mi cuerpo se desvanecía, yo seguía pensando en el gato de Madamme Súniga. Joel y Eduard se veían cada vez más distantes, mis ojos se iban cerrando, no sentía ningún dolor solo sentí una ligera caída y me desmayé en los brazos de Joel.
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Entre las piedras [Borrador]
FantasySEGUNDA PARTE DE DETRÁS DE LOS ARBUSTOS. Después de salir del sueño Devorah intentó seguir con su vida pero había algo que la llamaba a regresar a aquel lugar. Esta vez es ella quien convence a Joel y Mía para que la acompañen en esta nueva aventur...