Steve siguió contándome todo lo que recordaba, me contó que después de que le dije lo peor se dio cuenta de que si la persona que te gusta te lastima de esa forma entonces no es para ti. Steve se dio cuenta que yo no era para él.
Al día siguiente Mía y yo decidimos que Joel sería nuestro mejor amigo, se lo dijimos y el aceptó... Joel seguía hablando con Steve porque le caía bien pero de un día a otro Steve empezó a tratarme mal y a hacer cosas tontas para supuestamente hacer que yo lo quisiera. Al principio fue gracioso pero luego me aterró –no me aterró tanto como el sueño–, Steve empezó a seguirme y empezó a molestar a quienes yo más quería, fue por eso que nos alejamos y Steve se quedó sin amigos. Steve se quedó solo.
—¿Y cuando te empezó a gustar Mía? —pregunté insistente.
—Sabía que preguntarías eso... Cuando te dije que me gustabas no solo Joel seguía hablando conmigo —respondió— Mía también me cruzaba algunas palabras y me di cuenta de que eso era lo que me motivaba a seguir en esa escuela. Iba todos los días esperando recibir un “Hola” de su parte pero de pronto dejó de hacerlo y me ignoró...A Mía se le estaba cayendo una lágrima, Steve se la limpió.
—Cuando Mía me ignoró me sentí aún peor y quise vengarme más de ti haciendo que pagues por todo, pensé que todo eso era tu culpa, Devorah.
Hubo un pequeño silencio en el lugar. Después de mucho tiempo me di cuenta de que la culpa de todo esto no era de Steve solamente como yo lo creía al principio, ambos teníamos la culpa por igual –él me creía culpable y yo le echaba toda la culpa a él–. Debía haberme preocupado por lo que yo hice mal y tratar de remediarlo, pero no lo hice y el problema se agrandó.
—¿Y por qué no les dijiste algo? —preguntó Joel— tú las conocías desde mucho antes, quizá a mi me hubieras dejado de lado pero ellas dos eran lo más importante que tenías en la escuela. No podías darte el lujo de perderlas, eran tus mejores amigas.
—Fui un tonto, Joel. —gruñó— Cada vez que recuerdo eso me siento mal porque perdí la amistad de una gran amiga, confundí las cosas en aquel momento pero gracias a eso me di cuenta que a quien en verdad quería era a Mía.Después de unas últimas preguntas sentí que ya no hacía falta seguir escuchando más sobre el tema, en esos cortos minutos que tuvimos juntos antes de ir a dormir había oído lo necesario para confiar en Steve por unos días más. No quería incumplir la promesa que me había hecho a mi misma, esa promesa consistía en no confiar al cien por ciento en Steve cuando estemos en aquel pueblo lejano, quería estar alerta, vigilar sus pasos y asegurarme de que era el chico indicado para Mía.
Nos despedimos una vez más de una manera poco formal y fuimos a dormir.
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Intenté abrir los ojos pero no podía, una luz ingresaba directamente por encima de la cortina, apuntaba en dirección a mi retina; me moví un poco estirando mi mano hacia el lugar donde usualmente dejaba mi celular para ver qué hora era pero en vez de eso sentí un trozo de papel. Un trozo de papel estaba ocupando un lugar que no le pertenecía.
Me senté de golpe para asegurarme de que estaba en casa de mis tíos, analicé el lugar y todo estaba bien excepto que mi celular no se encontraba en el lugar que yo lo había dejado... Pero en su lugar había una carta, me apresuré en abrirla porque por afuera no tenía nada escrito y leí en voz alta.
Para mi querida Devorah:
Sé que a estas alturas debes estar preguntándote: “¿Dónde está tu celular?” Y aquí te tengo la respuesta: “Yo lo escondí”. No te asustes, no lo hice con mala intención, lo único que debes hacer para recuperarlo es seguir los siguientes pasos que escribí gracias a la ayuda de tus tres amigos:
1. Si tienes hambre ¿Qué habitación revisas primero?
—La cocina —respondí de manera obvia, no había nada más escrito en el paso número uno así que bajé corriendo hasta la cocina, olvidé ponerme zapatos.
2. Una niña comió un trozo de torta pero olvidó usar cuchara o tenedor, su mamá no se dio cuenta de nada pero la conciencia la acusó.
—¿Qué? —me pregunté. Empecé a inspeccionar encima de la mesa, todo parecía igual que ayer... “...su mamá no se dio cuenta de nada pero su conciencia la acusó” fue lo que repetí una y otra vez hasta darme cuenta de que estaba hablando de mi.
Una vez cuando era pequeña comí un trozo de torta sin permiso de mamá, ese trozo estaba siendo guardado para Mía pero nunca se lo di porque yo lo comí, mamá creyó que Mía lo había comido y a pesar de que el plan estaba saliendo bien me vi obligada a decir la verdad... Escribí que yo había comido el trozo de torta y dejé la nota dentro de la refrigeradora para que así ella lo lea.
Volteé directamente y enfoqué mi vista en la refrigeradora, la abrí pero ahí no estaba mi celular... En su lugar encontré un papel rosado doblado a la mitad, lo abrí y tenía el dibujo de una persona ocultándose debajo de la mesa; instintivamente miré debajo de la mesa pero no había nada.
3. La inquietud la perseguía, ya no sabía que hacer, dibujó una sonrisa y luego contó hasta diez.
En ese punto ya me estaba asustando pero también sentí que me estaban mirando así que cerré los ojos y empecé a contar hasta diez en voz alta. Cuando terminé de contar abrí los ojos y debajo de la mesa había una caja.
—¿Qué fue eso? —pregunté dibujando una sonrisa en mi rostro, me agaché y moví la pequeña caja para asegurarme de que había algo dentro. Antes de abrirla leí el último paso paso que me faltaba hacer para tener mi celular.
4. Al final de la espera ella notó algo en su interior, nunca estuvo sola a pesar de no ver a alguien a su alrededor.
Sonreí una vez más ya que por fin entendí a qué se debía todo ese misterio, ellos quisieron que me de cuenta que no era necesario ver a muchas personas a tu alrededor para saber que alguien está cerca de ti. No valdría de nada estar rodeado de una multitud si no tienes a alguien que realmente te importa.
Intenté abrir la caja pero estaba muy bien cerrada, mi celular empezó a sonar y yo no podía abrir la caja que lo contenía; me desesperé un poco y agarré un cuchillo para romper la cinta, me demoré un poco y luego contesté la llamada de aquel número desconocido: ¿Hola?
—Hola Devorah, ¿eres tú?
—¿Con quién hablo? —pregunté al no reconocer su voz. No era Joel, ni Mía; tampoco Steve.
—Ya nos conoceremos pronto —dijo aclarándose la garganta, su voz no me parecía familiar, era un poco gruesa pero bonita.
—¿Tú tienes que ver con que hayan escondido mi celular? —pregunté indignada. Empecé a mirar en todas las direcciones esperando notar algo sospechoso.
—Yo fui el de la idea de “llamarte cuando despiertes” —rió tiernamente, se notaba que era un tipo agradable— pero Joel se encargó de darle todo ese suspenso. Me pareció genial.
—¿Me dices tu nombre? —pregunté.
—Llámame Eduard —concluyó.Inmediatamente después la llamada terminó, me fijé en la hora –ocho y treinta– y me dirigí un poco confundida hacia mi habitación. Quizá él había visto mis reacciones, la persona con la que tanto ansiaba hablar me llamó y no tuve tiempo para preguntarle algo más importante.
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Entre las piedras [Borrador]
FantasySEGUNDA PARTE DE DETRÁS DE LOS ARBUSTOS. Después de salir del sueño Devorah intentó seguir con su vida pero había algo que la llamaba a regresar a aquel lugar. Esta vez es ella quien convence a Joel y Mía para que la acompañen en esta nueva aventur...