Muy cerca del castillo

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    Tuvimos que caminar durante algunas horas por todo tipo de suelo, cruzamos paisajes hermosos, pasamos por ríos, cascadas, lagos, cerros gigantes y por casas humildes pero muy bien arregladas. Los pies me dolían mucho y estaba cansada pero poder ver toda la belleza del lugar hacía que ese cansancio valga la pena.

    Joel se ofreció a cargarme entre sus brazos cuando notó que mis pasos se volvían cada vez más lentos, no podía retrasar a los demás ya que todos estábamos muy animados en llegar al castillo y ver qué más podíamos encontrar. Dejé de preocuparme por el camino, empecé a disfrutar el tiempo que pasaba con el chico especial y con mis amigos, sonreía ante cada maravilla que percibían mis sentidos y tomaba fotografías mentales de algo que se volvería inolvidable.

—No sé por qué siento que mientras más nos acercamos al castillo tenemos más dudas —comentó Eduard en respuesta a algo que habían estado conversando.
—¿Quiéres que te diga todas la dudas que tengo? —preguntó Mía riendo y acercándose a Eduard para hacerle cosquillas y golpearlo un poco, él corrió un poco más lejos y Mía lo siguió unos metros más, al instante regresaron riendo y decididos a perseguirnos a nosotros tres para hacernos cosquillas. Todas esas horas juntos habían logrado que tengamos más confianza y que hablemos de diferentes cosas permitió que entre todos nos conozcamos más...

—¡No se vale! —grité decidida a correr, bajé de los brazos de Joel y me puse tras de él usándolo como escudo, cuando vi que Mía estaba muy cerca a nosotros grité y escapé lo más rápido que pude siguiendo la dirección que nos había dado el señor Jeb para llegar al castillo.

    Corrí alejándome muchos metros de ellos, llegué a una especie de precipicio y desde ahí para abajo se podía pero un pueblo con casas mucho más grandes y numerosas que las que habíamos visto antes. Quedé impresionada de lo bonito que se veía, ese lugar me parecía conocido, era como aquellos pueblos que aparecen en las películas... Se veía el movimiento de diminutas personas caminando de un lado a otro y en el fondo, casi llegando al mar, un castillo colosal. Era un castillo mucho más grande que el que yo había imaginado.

—¡No dejaré que te caigas! ¡No me voy a quedar sin mejor amiga! —dijo alguien cerca a mi oído mientras me jalaba del brazo.
—Solo estaba mirando, Mía —respondí soltando mi brazo y buscando a los demás con la mirada.
—Vamos por aquellas gradas, Dev, los tres muchachos nos están esperando allá pero antes necesito que me respondas algo —añadió un poco impaciente y seria.
—¿Qué deseas saber? —dije suspirando— Mía, estás muy seria conmigo y no me agrada eso... Puedes preguntarme lo que quieras que yo te responderé con la verdad.

     Ella me dio la espalda unos segundos y se cercioró que no haya nadie cerca.

—¿Te sigue gustando Joel? —preguntó finalmente. Me quería reír ante esa pregunta pero ella estaba muy seria y no había indicios de que aquello era una broma, no entendía por qué quiso saber eso si era algo obvio que la respuesta era un “sí”.
—Mía... Si ahora alguien me dijera que puedo elegir a cualquier chico para que esté a mi lado siempre, alguien con quien tenga mucha confianza, alguien para que me acompañe por el resto de mi vida lo elegiría a él y no lo he dudado ni un segundo —noté que sonrió ligeramente aliviada después de oír mi respuesta_, pero ¿por qué lo dudaste tú?

    Ella volvió a darme la espalda y esta vez vimos a los tres jóvenes riéndose cerca a unas gradas que servían para poder llegar a ese pueblo bonito que se veía debajo del precipicio.

—Es que... No sé por qué siento que tú tienes algún tipo de acercamiento con Eduard —renegó un poco—, no quiero que lastimes a mi mejor amigo y no quiero que te lastimes tú si resulta que a ti te gusta Eduard y él no es bueno para ti.
—En verdad sí siento un acercamiento hacia Eduard, ¿sabes cuál es? -ella negó con la cabeza—. Es el acercamiento que me permite estar tranquila al saber que alguien más vivió lo mismo que yo. Las personas pasan por diferentes cosas, cada una piensa que su problema es el más grave pero cuando conoces a alguien que pasó por lo mismo que tú el temor disminuye... Eso es lo que siento por Eduard.

    Se sintieron sinceras mis palabras porque en realidad lo eran, se sintió el ambiente más tranquilo y calmado porque la brisa del mar llegaba hasta nosotras. Continuamos hablando sobre cosas normales, cosas que ella sentía por Steve y cosas que me enojaban porque aún desconfiaba de él; caminamos juntas hasta acercarnos al grupo de tres chicos quienes seguían conversando y riendo.

—¡Hay no! —exclamó mi mejor amiga— ¿Han oído ese dicho que dice “Cuidado si te ríes mucho en menos de una hora porque significa que va a pasar algo malo pronto”?
—No creo que nos pase algo malo Mía, tranquila —esta vez fue Steve el que respondió.
—Y tú no has oído ese dicho que dice: “Por cada cosa mala que pases tendrás días llenos de alegría” —contraatacó Joel- Ya pasamos cosas malas mientras Dev soñaba con Adalaisa y justo ahora estamos disfrutando los días buenos.
—Joel tiene razón —lo apoyó Steve—, nada malo nos puede pasar si estamos a pocos metros de nuestro destino.

    Una vez mi abuelo me dijo que nunca me confíe y que tampoco desconfíe de las situaciones. Me dijo que al principio y cuando todo está saliendo bien las personas se confían demasiado pero al ver que las cosas no son tan fáciles dejan de confiar y estando a pocos pasos de su destino desisten... Por ese motivo es que la mayoría de las personas elige seguir lo más fácil estando a centímetros de su principal meta.

—¿Dev? —preguntó alguien sacudiendo su mano frente a mis ojos— ¿Estás bien?
—Sí, Joel —sonreí.
—Es mejor apresurarnos al castillo porque aquí no hay muchas luces que alumbren los caminos por la noche —nos apuró Eduard.
—Y aún nos falta conseguir un lugar donde quedarnos a dormir —gruñó Mía.
—Hay que ir paso a paso —respondió nuestro guía y amigo—, primero lleguemos al castillo y permanezcamos juntos, el resto se verá más adelante.

Entre las piedras [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora