Día especial

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      Muchos años después...

      Eran aproximadamente las once de la mañana y yo estaba terminando de arreglarme. El vestido dorado me quedaba bien, me miraba al espejo tratando de notar mi pequeña barriga que apenas crecía por los pocos meses de embarazo, ansiaba la llegada de mi pequeña niña.

      Alguien tocó la puerta con desesperación, una voz infantil exigía que abra la puerta y eso hice.

—¡Mamá! —gritó el pequeño de dos años entregándome una rosa roja— Ten.
—¿La compraste tú? —pregunté abrazándolo— está muy bonita.
—Tú estás más bonita —habló Joel quien se veía más atractivo con su traje especial. Se acercó y me besó.

      Era el matrimonio más esperado por mi, llevaba meses planeando cada detalle junto a Mía para que así todo salga perfecto. La noche anterior ella no podía dormir, llamó a mi casa en la madrugada y me vi obligada a conversar con ella recordando que yo también me sentí igual antes de casarme con Joel.

     Mis padres ya estaban en el lugar conversando con la mamá de Mía, la familia de Steve fue llegando poco a poco y mostraban mucha alegría contagiando a los demás.

     Eduard llegó con un poco de retraso, después de haber abierto su escuela de música se volvió un tipo muy ocupado puesto que viajaba de un lugar a otro y eso le fascinaba. Al verme se acercó corriendo y me abrazó, cargó a su sobrino y bromeaba diciendo “serás un excelente músico, tu mamá canta hermoso y tu papá toca muy bien la guitarra, tendrás lo mejor de ambos”.

      Faltaban pocos minutos para iniciar la ceremonia y Steve se encontraba nervioso, jamás lo había visto así, salí en busca de Mía para avisarle que ya tenía que bajar.

—Mía —dije tocando la puerta—, el novio te está esperando.
—Estoy muy nerviosa, Dev —abrió la puerta.
—Todo gran paso viene acompañado de nervios, tienes miedo de que las cosas salgan mal pero en este caso nada saldrá mal —afirmé—. Han pasado varios años y Steve demostró cada día que te ama de verdad, ¿crees que dejaría que lastimen a mi mejor amiga? Estoy segura que él es el indicado para ti y tú también lo eres para él así que deja todo de inmediato y baja.
 
     Mía me abrazó, nos alejamos porque alguien tocó la puerta.

—¡Hermosas! —exclamó aquella mujer que siempre estaba en los momentos importantes. La abrazamos como cuando teníamos diecisiete años.
—Pensé que no vendría —comentó Mía.
—Tenía que venir por ustedes dos, hermosas —respondió—, quiero que recuerden que pase lo que pase no las dejaré solas...
—Gracias por apoyarnos siempre, Madamme Súniga —le dije sosteniendo sus manos—. No sabe cuán afortunada me siento de haberla conocido.

       Ella sonrió y respondió con la dulzura que la caracterizaba, luego sacó de su bolso negro una caja mediana y se la entregó a Mía como regalo de bodas, a mi me entregó una carta haciéndome prometer que la abriré cuando más lo necesite. Guardé la carta misteriosa en mi cartera.

     Madamme Súniga nos abrazó de nuevo y después de lanzarle a Mía sus mejores deseos dijo que nos vería en la ceremonia.

       Las cosas sucedieron como lo planeamos, Mía bajó y Steve no ocultó su felicidad. Joel me tomó de la mano y nos mantuvimos así hasta que oímos el “Los declaro marido y mujer”, todos aplaudimos, tomamos muchas fotos de aquel hermoso momento.

—Devorah, ¿quieres salir y cantar conmigo? —preguntó Eduard, quería hacerle una sorpresa a los novios.
—No tenemos nada preparado Ed, ¿qué canción vamos a cantar? —pregunté confundida.
—Confío en que recuerdas la canción que ensayamos para el cumpleaños de Adalina —dijo. Recordar eso hizo que mi cuerpo se escarapele, hacía muchos años que no sentía esas ganas de regresar al país.
—Está bien —asentí— vamos.

      Eduard habló con el director y le dijo que había un número sorpresa, me arrepentí de haber aceptado pero sabía que todo iba a salir bien, esa canción les daba muchos recuerdos a Steve y Mía. Joel tenía preparada la cámara y cuando empezamos a cantar la gente reaccionó de la misma manera que en Entre las piedras, mi pequeño niño bailaba en su lugar y enfoqué mi mirada hacia el punto más lejano del lugar, justo ahí vi algo que me sorprendió muchísimo.

      Eran dos mujeres sentadas una al lado de la otra, miraban con atención mi presentación; una tenía los ojos celestes y cabello rubio, la otra tenía ojos oscuros y una bella sonrisa. Las miré durante toda la presentación y al bajar del escenario corrí hacia donde las había visto, pero no las encontré. Miré para todas partes buscando algún rastro de esas dos mujeres, de inmediato quise buscar a Madamme Súniga pero alguien me dijo que ya se había retirado.

—Madamme Súniga vino a despedirse de nosotros y dijo que no olvides guardar la promesa que le hiciste arriba —habló Joel—, habló sobre una carta...
—Juro que vi a Irina y Adalaisa juntas, estaban en los asientos del fondo —conté esperando que me crean.
—A mi también me pareció verlas —comentó Eduard— pero pensé que estaba loco. A veces estoy caminando por alguna parte y siento que ellas están cerca.

      Me alegró mucho verlas en el matrimonio de Mía, a ella se lo conté después porque estaba divirtiéndose con Steve y no quería ponerla nerviosa ni hacer que piense en eso. Tampoco me preocupé por Madamme Súniga porque pensé que había ido a su casa, no tenía por qué preocuparme... Aparentemente todo estaba bien...

Entre las piedras [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora