Sueño o realidad

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     Habían pasado ya varios minutos desde que Eduard intentaba prender las semillas para que aparezca la cortina transparente pero fue en vano.

—¿Por qué no funciona? —preguntó Steve.
—Adalaisa tiene poderes irreversibles, ella nos envió aquí y ya no podremos regresar hasta que ella lo decida —comenté.

     Me sentía muy triste y extraña estando en la Tierra, me había acostumbrado a vivir en aquel lugar pero a ese lugar no pertenecía.

     Dejamos de intentar, agarramos nuestras cosas y fuimos a casa de Madamme Súniga para contarle todo lo sucedido.

—¡Mis viajeros! —exclamó ella cuando abrió la puerta.
Nosotros la abrazamos y después de ponernos nuestra ropa normal le explicamos parte por parte todo que pasamos estando allá.

—¡No puede ser cierto! ¿Cómo es que jamás podrán regresar? —exclamó con tristeza.
—Ya lo intentamos muchas veces pero no funciona —comentó Eduard.
—Temo lo que pueda estar pasando en Entre las piedras —dije—, si Adalaisa toma el poder su país será un lugar tenebroso.

      Todos me miraron, sabían que era cierto lo que dije. Las horas transcurrieron de manera tranquila, Madamme Súniga nos mostró el lugar en donde pasaríamos nuestra primera noche –el viaje a Entre las piedras duró aquí en la Tierra más o menos veinte horas, sin embargo allá estuvimos más de tres años–.

—Jovencitos, no se preocupen por nada, estos colchones son más cómodos de lo que parecen —explicó señalando los cinco colchones pequeños que estaban bien acomodados en el piso de la sala.

     Llegada la noche yo era la única que no podía dormir, cerraba los ojos y cada vez que lo hacía recordaba el hermoso paisaje al igual que a la hermosa gente que conocí; cerraba los ojos y deseaba con todas mis fuerzas estar cerca a mi agradable familia de otro planeta. Giré la mirada y todos estaban abrigados, en posiciones diferentes pero soñando algo en común. Me levanté sin hacer ruido, caminé unos pasos más allá y me detuve en la ventana, observé la Luna llena y me pregunté si la Luna que veía desde aquel país era la misma a esta.

—¿Por qué no duermes, linda? —me preguntó Madamme Súniga.
—No puedo dormir, siento mucha inquietud y deseos de regresar al país —expliqué casi en susurros.
—Oh mi niña, sígueme —ordenó. Salimos de la pequeña casa de madera sin cerrar la puerta, nos sentamos en las gradas que se encontraban frente a la puerta y desde ahí observamos el hermoso cielo.

—Las cosas que deseas con todo tu corazón se cumplen, pero no siempre en el momento deseado, todo se cumple en el momento en el que más lo necesitas —continuó—. Ahora extrañas mucho estar allá pero te vas a acostumbrar, te vas a acostumbrar a ser otra vez la chica agradable y linda que siempre fuiste, serás aquella chica que maduró con cada cosa que le sucedió y ello lo llevarás contigo. Algún día vas a voltear a ver este momento, vas a recordar esta conversación y yo no estaré contigo pero tendrás lo más bonito y preciado que te puedo regalar, un consejo.
—Ahora volteo atrás y agradezco mucho haber tenido ese sueño que antes me aterraba —dije—, sin ese sueño yo jamás hubiera venido a su casa, jamás hubiera descubierto lo que siento de verdad y jamás hubiera conocido a personas que son parte de mi familia.
—Ahora puedo decirte la verdad... —habló Madamme Súniga— no te enojaras, ¿verdad?
—No lo haré —dije sonriendo.
—Bien. La primera vez que viniste y me contaste tu sueño yo lo sabía todo, sabía quién era aquella mujer de negro que tanto te aterraba, sabía qué era lo que tanto querías conocer pero no te lo dije —continuó—. Aquella vez que viniste sabía que eso no era un sueño pero si tú lo hubieras sabido también ¿te hubieras atrevido a cruzar la torre?

     Negué con la cabeza.

—Pequeña Devorah, la vida y los sueños son prácticamente lo mismo, unos más reales que los otros y unos más tenebrosos que los otros. En la vida real puedes luchar por lo que deseas, puedes conseguir todo pero en un sueño solo puedes aceptar lo que viene, he aquí la diferencia entre un sueño y la realidad. Ahora que ya lo conoces elige en dónde te gustaría siempre estar.
—No quiero aceptar lo que viene sin esforzarme por conseguir algo mejor —respondí— me alegra vivir en la realidad.
—Entonces siempre estarás en la realidad —dijo sonriente—, no olvides que lo real también tiene mucho de magia y fantasía, eso hace tu vida más divertida.

      Aquella mujer era una persona muy agradable, me sentía muy cómoda hablando con ella y siempre tenía algo qué decir. Desde niña me gustaron mucho las cosas con toques mágicos, siempre había algo de magia en mi vida y aquella vez entendí por qué: Lo fantástico está por todas partes.

      Continuamos intercambiando palabras, seguimos recordando momentos pero en ningún momento dejamos de mirar la hermosa Luna.

Entre las piedras [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora