Más bosque

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     Era una puerta negra que a simple vista no se notaba, todo el contorno del lugar estaba cubierto por plantas con flores y algunos arboles habían prestado sus ramas para hacer que el lugar sea aún más oculto. Eduard sonrió enseñando una pequeña inscripción apenas visible que tenía la puerta, pude distinguir que decía: “Familia .....la...”. Quizá su familia procedía de algún lugar recóndito de la tierra donde tenían apellidos monosílabos y muy cortos, no le tomé importancia –al igual que muchas otras cosas– y esperé pacientemente a que Eduard nos permita ingresar.

—¿Esta puerta nos va a llevar a ese pueblo? —preguntó Mía.
—No —aclaró Eduard introduciendo la diminuta llave en el candado que cerraba la puerta.
—Entonces... ¿Cómo vamos a ir? —dijo esta vez Joel.
—¡A través de una puerta! —respondió emocionado Eduard como si su respuesta fuera muy obvia.

     Yo no dije nada, planeé que lo mejor sería no hablar hasta que esté segura de lo que diría y eso hice. Entramos al terreno pensando encontrar algo realmente grandioso y diferente pero lo que encontramos fue más bosque, no habían casas, no había nada más que bosque.

     Me sentí algo decepcionada, lo iba a decir pero haber estado cara a cara con un oso y un lobo sin que me ataquen me hizo pensar que el tipo Eduard no estaba del todo mal de la cabeza. También pensé en que si la manera de llegar a “Entre las piedras” fuera fácil muchos hubieran descubierto aquel país.

—¡A ver todos! ¡presten atención aquí! —exclamó poniéndose al frente de todos nosotros— Es momento de que dejen las mochilas en el pasto y acomoden bien sus trajes para poder ir, créanme que allá no necesitaran nada más.

     Estaba muy nerviosa porque no sabía qué más esperar y Joel no dejó de decir cosas bonitas para tranquilizarme.

—Dev, ya hemos avanzado mucho y lo peor que puede pasar ahora es tener miedo de que todo salga mal. Si ya diste el primer paso todos los demás serán más fáciles —fue lo último que me dijo antes de cargarme en sus brazos y acercarme a donde estaba Eduard.

—¿Puedes decirnos qué cosas buenas encontraremos del otro lado? —le preguntó Joel.
—¡Claro! —exclamó nuestro joven amigo— Es un lugar donde la gente es buena, un lugar donde todos son bondadosos y amables...
—Pero tienen encerrado un gran secreto dentro de esa torre, ¿verdad? —pregunté.
—Sí. —respondió esta vez Joel— Pero para eso vamos, para descubrir cual es ese secreto.
—Y yo los ayudaré con todo lo que sé, solo con una advertencia...
—¿Cuál? —quise saber.
—Que en ningún momento se separen de mi.

     Yo asentí pensando que sería fácil mantenernos todos juntos en aquel pueblo pero estaba muy equivocada. Eduard nos llevo hasta más o menos la mitad del terreno en el que estábamos, en esa parte había una puerta blanca sin más nada a su alrededor... Ahí si me decepcioné pensando que ese tipo estaba loco, me acerqué corriendo a la puerta y la recorrí en los 360° pero era solo una puerta abandonada.

—¿A esta puerta te referías? —dije acercándome de nuevo a ellos.
—Una puerta puede llevarte al lugar que desees pero solo si tienes las herramientas necesarias —sonrió y me presionó la mejilla izquierda. Ese tipo seis años mayor que yo pensaba que era su hermana.

     Eduard sacó de su bolsillo unas pepas un poco arrugadas y las colocó en la parte de abajo de la puerta, frotó un trozo de madera encima de una piedra y nos dijo que nos acerquemos para evitar que el fuego se apague. Hicimos una pared humana abrazándonos a su alrededor y esperamos unos minutos hasta que salió una pequeña chispa y luego se armó una pequeña fogata cuando añadimos más madera.

     Eduard tomó un poco de fuego con una rama y procedió a quemar una por una todas esas pepas, de todas ellas empezó a salir un poco de humo que no olía mal, era como una tela transparente y yo ya sabía lo que estaba pasando. Lo que Eduard había formado era la misma tela que yo había cruzado aquella vez que logré salir del sueño. Me entró un frío extraño pero era momento de pasar, Eduard nos abrió la puerta e indicó que solo la crucemos.

—Entra tu primero —le dije algo temerosa.
—Yo entraré al ultimo porque tengo que cerrar la puerta —me respondió.
—No quiero cruzar yo sola —volví a decir mirando a Eduard.
—Yo no te dejaré sola —me dijo Joel tomándome de nuevo en sus brazos y cruzando junto conmigo. Cerré los ojos sintiendo que estábamos cayendo, grité lo más fuerte que pude y luego dejamos de movernos.

     No sentí nada más que eso, solo un leve movimiento del aire chocando con mi rostro, respiré un aroma agradable y con miedo de lo que podía ver abrí despacio los ojos. Me pareció muy extraño lo que vi, estaba a punto de enojarme porque me sentí nuevamente estafada.

—¿Están todos bien? —dijo Eduard caminando hacia donde estábamos sentados.
—¡Sí! —exclamó Mía quien se encontraba tras de mi junto a Steve.

     Me encontraba sentada al lado de Joel en un pasto verde y brillante, miré a mi alrededor analizando completamente el paisaje que contenía un bosque muy parecido al lugar donde habíamos estado segundos antes. Estábamos en un bosque muy hermoso, era el bosque de “Entre las piedras”.

     Rápidamente me puse en pie tratando de que mi vestido marrón no se arrugue más de lo que estaba, los árboles eran tan parecidos pero a la vez tan diferentes a los nuestros y me di cuenta por el color de sus manzanas –si se podían llamar así–, por la forma de sus hojas y por el delicioso aroma que brotaban las plantas al chocar con el aire. Aquel lugar no era común, tenía muchas diferencias y eso lo convertía en un lugar mágico.

—Exactamente, ¿dónde estamos? —le pregunté a Eduard interesada y alegre de no haber llegado directamente a la torre donde encerraban a Adalaisa.
—Estamos en un lugar común que no tiene nombre —me respondió orgulloso de su conocimiento—, es el inicio del reino y aquí los lugares no tienen nombre... Pero las personas sí, las personas tienen nombres extraños y muy cortos.

     Más adelante comprendí que se le conoce como “El inicio del reino” a todos aquellos bosques que no tienen algo que los caracterice, es un bosque simple en el cual no habitan animales ni seres humanos pero sí se pueden ver a algunos transitar por ahí.

     Minutos después ya todos estábamos recuperados de esa caída que ni se sintió, pensaba que me dolería el cuerpo al momento de caer pero fue todo lo contrario; me sentía muy bien y más liviana. Nos juntamos formando una media luna y Eduard nos recomendó que al presentarnos a las personas digamos las primeras letras de nuestro nombre porque a los habitantes de aquel lugar les parecería extraño oír nombres tan largos como los nuestros y volvió a repetir la parte de que debíamos estar juntos los cinco.

—Lo único que haremos será llegar hasta el castillo de la reina Irina, averiguar la mayor cantidad de cosas que podamos en el camino y no podemos ser descubiertos por los pobladores, a la reina no podremos mentirle así que ella sabrá que no somos de aquí —dijo todo esto enumerando cada frase con sus dedos, al parecer ya tenía preparado todo lo que haríamos y eso me alegró porque estaba acostumbrada a hacer todas la cosas yo sola.

     Un animal extraño y de color celeste brillante voló por nuestro costado, ese animal empezó a dar muchas vueltas en diferentes direcciones, parecía que nos quería comunicar algo. Yo lo quedé mirando tratando de descifrar lo que nos decía pero fue inútil, Eduard le sonrió y le dijo “Estaremos entre las piedras” a lo que el ave le respondió dando una vuelta completa en el aire e inmediatamente se marchó volando por el lado opuesto al que había llegado.

—¿Qué fue eso? ¿también hablas con los animales? —preguntó Mía asombrada.
—Ese es el ave real, se encarga de comunicar todos los decretos de la reina y las verán muy a menudo por aquí así que será fácil que aprendan lo que significa cada movimiento que realiza... —se sentía como en casa al contarnos todo eso tan alegre— ¡Casi lo olvido! El ave real informa que, la reina Irina, ha prohibido que todos salgan de sus casas hoy por la noche porque habrá algo extraño en el cielo. La expresión “Estar entre las piedras” significa que acatarán la orden.

     ¿Algo extraño en el cielo? No es por nada pero me gustaría saber qué es eso que va a pasar.

—¿¡Qué vamos a hacer!? —gritó Mía muy fuerte— ¡Nosotros no tenemos casa! ¿Dónde vamos a estar? ¿qué pasaría si estamos en la calle cuando eso pase por el cielo?
—Tú tranquila Mía, como ya te lo dije antes todos aquí son buenos y sé que alguien nos prestará su casa una noche —sonaba muy despreocupado pero yo tenía miedo... En ese entonces me pregunté ¿Qué pasaría si nosotros somos los únicos en todo el reino que no “Estén entre las piedras”?

Entre las piedras [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora