Encarcelados

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     Abrí los ojos asustada, habían pasado pocos segundos desde que Ed mencionó mi nombre y la reina ya estaba lista para leer mi mente, sentía miedo de lo que podía ver, me asustó que conozca lo más profundo de mi corazón pero aún así avancé los pasos necesarios sin miedo aparente.

—¿Devorah? —preguntó colocando sus manos en mi frente— ¿Puedes cerrar los ojos un momento?
—Si, reina Irina —dije y obedecí. Sentí sus heladas manos presionando fuertemente alrededor de mi cabeza, se demoró un poco más de un minuto.

—¿Quién eres tú? —preguntó seria obligándome a abrir los ojos velozmente.
—Soy Devorah... —dije en voz baja un poco avergonzada.
—¡¿Quiénes son en verdad?! —gritó oscureciendo sus ojos— ¿Por qué no puedo ver nada en sus mentes?

     Retrocedí instintivamente, Eduard me empujó despacio y se puso delante de mi cubriéndome.

—¡Honorable reina! Déjeme explicarle... —habló él pero fue interrumpido.
—¡No me mientan más! —siguió enfurecida— No hay poder en este mundo que supere al mío, no ha nacido alguien en este mundo que sea inmune a mis poderes.
—Nosotros no somos... —volvió a decir Ed.
—¡Guardias! —llamó gritando— ¡Arréstenlos! ¡A ambos!

     ¿Ambos? Al oír los pasos de aquellos guardias acercándose a nosotros empezamos a correr directo a la salida, no sabía por qué estábamos huyendo si después de todo nosotros no habíamos hecho algo malo pero continuamos corriendo alejándonos de aquellos guardias invisibles.

     Logramos cruzar juntos la puerta cercana al salón, estábamos muy cerca a la salida general pero cuando faltaban pocos pasos para estar fuera de peligro sentí que alguien me agarró del hombro; solté un grito desgarrador y Joel –quien acababa de cruzar junto a Mía– volteó a mirarme dispuesto a regresar por mi, en ese momento la puerta se cerró obligándome a no continuar.

     Empecé a llorar, todo eso había sucedido tan rápido y en mi cabeza se formaron una serie de ideas malas las cuales decían que jamás saldría de esa prisión, otras ideas me daban a entender que jamás volvería a ver a Joel ni a mi familia. Escuché golpes que provenían de la parte de afuera del castillo, logré oír la voz de Joel y Mía gritando mi nombre, yo estaba sentada a pocos metros de ellos sin decir nada, todo sucedió de inmediato.

     Las cosas a mi alrededor empezaron a nublarse, mis lágrimas dejaron de caer poco a poco y sin fuerzas para hablar me desvanecí por completo en medio del pasto verde.


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     Sentía que estaba hablando dormida, empecé a moverme un poco para recuperarme de aquel sueño extraño y al abrir los ojos mi visión no se acostumbraba a la luz tenue que ingresaba por una pequeña ventana.

—¡Dev! —dijo una voz conocida para mi— ¡Por fin despertaste!
—¿Qué haces aquí? —le pregunté al extraño chico que se encontraba sentado a mi lado, aún veía nublado.
—¿Perdiste por completo la conciencia? —preguntó— Entonces no es bueno que te diga que has muerto...

     Al oír eso me levanté de inmediato pero me encontraba débil, perdí el equilibrio rápidamente y caí de rodillas al costado de ese chico pecoso.

—¡No te asustes! —empezó a reír— ¡Es broma! Solo estamos en prisión.
—¿Prisión? —pregunté tratando de recordar los hechos, recordé que estaba llorando mientras oía a Joel y Mía llamándome pero no recordaba nada más.
—La reina Irina ya sabe toda la verdad —me contó Ed—, nos aplicó a ti y a mi una especie de suero al momento de estar corriendo, fue por eso que sentimos un ligero apretón en el hombro. Eso hace que durmamos y así ella pudo preguntarnos todo lo que quiso saber, ya sabe toda la verdad sobre nosotros y en unas semanas nos va a llamar para hablar con ella y llegar a un acuerdo.

Entre las piedras [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora