DISCULPEN LAS MOLESTAS, PERO ESTARÉ EDITANDO ESTA NOVELA, SÉ QUE AÚN NO ESTÁ TERMINADA PERO NECESITO ARREGLARLE DEMASIADAS COSAS PARA LOS NUEVOS LECTORES QUE SE INTERESEN EN ELLA Y PARA NO SE DESANIMEN AL LEERLA. LA ESCRIBÍ HACE CUATRO AÑOS Y MI ESTILO DE ESCRITURA NO ERA BUENO.
Un cuento de hadas no siempre es lo que esperas, encontrar a uno de estos lindos seres de corazón bondadoso y llenos de pureza quizás no es como te lo imaginas. No dejes que te engañen, las hadas no siempre son buenas, lo bueno puede corromperse y desviarse del camino que el destino le tiene preparado. Una simple acción puede cambiar el destino de muchos, un simple acto de justicia malinterpretado puede ser tomado por bueno. Ten cuidado con lo que le muestras a otros, un simple error, una sola confusión. Esta es la historia de dos chicas tan iguales y al mismo tiempo tan diferentes.
La lluvia caía incesante desde lo alto de las nubes, una inmensa oscuridad evitaba que los rayos del sol pudiesen colarse entre ellas. Los poderosos truenos hacían que hasta la más mínima criatura se estrujara de pavor. Elynor, desde una de las ventanas de un castillo abandonado, observaba el paisaje con nostalgia amarga. Unas gotas se pegaban al vidrio de la pequeña ventana y se deslizaban por ella como si de una competencia se tratase. Soltó un leve suspiro antes de que alguien más llegara en su compañía.
—Isabela, no esperaba encontrarte aquí —Elynor giró para quedar frente a la otra chica.
—Necesitamos hablar, quiero saber que tan viable es el plan que tú propones, tienes muchos lacayos y sirvientes que harán todo lo que tú les pidas, pero aun así tengo mis dudas —Isabela caminó por el pasillo indicándole a Elynor que la siguiese. Al llegar, solo se encontraban dos personas más aparte de ellas —. Ellos necesitan saber si funcionará, si lo conseguirás.
—Lo conseguiré no hay nada en este mundo que desee más que eso —su voz era firme, inquebrantable, la decisión ya estaba tomada, todo se haría según las órdenes de Elynor.
—No podemos asegurar la victoria —un eco de duda refrenó el mando de Elynor —no sabemos si ella aún está viva, hace años que no la vez, no puedes asegurarnos que no haya muerto, el hecho que tú sigas con vida no significa que ella lo haga.
—Que mala memoria posees Isabela, claro que ella vive, lo sé, hasta podría apostarlo —acomodó su cabello tras su oreja dejando ver un pálido y demacrado rostro —y si no está viva, buscaré la manera de traerla de entre los muertos. Los cazadores ya no matarán al monstruo, el monstruo matará a los cazadores, su sonrisa se volvió sádica. Salió de la habitación dejando mucha incertidumbre respecto a su apresurada decisión.
Elynor no era alguien de fiar, ni alguien que quisieras tener por enemiga, lo único que les quedaba era obedecer y seguir fielmente las palabras de Elynor sin dudar en ningún momento. Todo estaba cambiando y ella provocaría un cambio aún mayor. La vida cambia a las personas y las personas pueden cambiar su vida. Tu pasado no te marca, tu presente sí. Esto era algo que Elynor sabía a la perfección, por eso mismo necesitaba a Valeria consigo, ella haría que su presente cambiara, y que su pasado fuera un recuerdo amargo de lo que ella fue y de lo que seguía siendo, anhelaba el momento de poder tener su cuello entre sus lánguidos dedos mientras la sangre se derramaba por sus brazos.
—Todo es su culpa, toda mi maldita desgracia es su culpa.
Aun así, pensar que una simple niña que no pasaba de los doce años podía causar tanto pavor era algo a lo que nadie estaba preparado. La ninfa Isabela caminó por los estrechos pasillos del castillo abandonado en donde se habían reunido. Llegó hasta una habitación completamente cerrada muy estrecha que apenas y cabían unos cuantos muebles. Entró al lugar y justo cuando llegó a la pared del fondo, deslizó sus finos dedos recorriendo cada parte del granito hasta encontrar una extraña fisura, la presionó y una puerta apareció de la nada.
—La eterna juventud aún puede ser mía, Morkott sabrá que no podía meterse conmigo, se lo dejaré muy claro—fue un inaudible susurro que desapareció del mismo modo que la puerta lo hizo al cerrarse.
Elynor sumida en su locura deambulaba por las cercanías de un bosque. Un ruido extraño, parecido al crujir de hojas y ramas, llamó su atención y decidió indagar más. Cada paso que daba la hacía sentir escalofríos, poniendo su piel erizada, su palpitar se aceleró, sudaba frío y se puso más pálida que de costumbre, de espaldas a ella se encontraba otra mujer, de hermosa silueta y sedosa cabellera.
La extraña mujer giró con cautela dejando ver su rostro, el corazón de Elynor se detuvo, había una elfa frente a ella, lo único extraño era que los elfos vivían en un territorio muy alejado del cual nunca salían, un lugar que era prohibido para todos los demás, escondido en lo profundo de su mundo. Pero no fue esa la razón de su sorpresa, recordaba a esa mujer, no lo conocía, y aun así su rostro le resultaba muy familiar. Estaba guardado su recuerdo en un lejano lugar de su memoria. La mujer habló, los nervios no dejaron entender nada de lo que esta dijo a Elynor. Ella solo sonrió y desapareció en un remolino de flores púrpuras.
Elynor se recostó sobre el tronco de un árbol y se dejó caer al suelo. Llevó su mano a la altura de la cara y observó sus uñas mugrientas y mordidas por sus dientes hasta la cutícula. Cerró los ojos y su aspecto iba cambiando, su cara ya no se veía tan demacrada, sus uñas se volvieron largas y firmes pero de un color negro, su cabello tomó más vida y su silueta parecida a un esqueleto se llenó de ciertas curvas que la hacían ver menos muerta. Su cambio terminó y se sintió muy débil quedando dormida sobre el húmedo pasto.
—Despierta pequeña —una voz masculina la sacó de su pequeño sueño —perdón por haberte hecho eso, te dije que no era una buena opción el contacto físico entre los dos, siempre terminas así.
—Tengo la energía suficiente para reponerme en cada ocasión —dijo Elynor sin mirarlo a la cara y haciendo valerse de su orgullo.
—Necesitas ayuda.
—No, yo puedo sola —farfulló intentando levantarse y cayendo estrepitosa mente sobre sus muslos.
—No necesito tu opinión para ayudarte, eres terca.
Elynor miró a Axel con desgano y se sujetó de su mano del chico para impulsarse, estaba cubierta por un fino guante de seda, color carmín. Axel la ayudó a caminar, pues cada vez que ella daba un paso perdía el equilibrio y casi caía al suelo de no ser por él. Entraron de nuevo al castillo abandonado y Axel condujo a Elynor a una pequeña habitación que constaba de una simple cama y unos muebles desgastados por el paso del tiempo. Elynor se dejó caer sobre la cama cerrando los ojos y respirando muy profundo.
— ¿La matarás? —preguntó Axel rompiendo el abrumador silencio del momento.
— ¿A Valeria?
—Sí, a ella.
—No lo sé, lo más probables es que lo hago, pero antes la quiero hacer sufrir y necesito que confíe en mí para que la verdad sea más cruel —se quedó pensativa por unos momentos —Con este aspecto no me ganaré su confianza, mucho menos lo haría con mi verdadera forma.
—Ni siquiera a mí me has mostrado tu verdadera forma, conozco tus dos "yo" pero no conozco a la verdadera tú.
—Calma, nadie debe conocer a esa.
—Mantener esta forma y la otra te debilita, deja de gastar tu fuerza para ocultarte. Serías más poderosa si haces lo que te sugiero.
—Ya soy poderosa así, creo que nadie, aparte de los dioses, me iguala en poder.
— ¿Ni Ragenil? —Axel se sentó a un lado de la cama para poder apreciar mejor el rostro de Elynor mientras se enfurecía a escuchar dicho nombre.
— ¡NO HABLES DE ELLA! —la poca calma que Elynor había conservado hasta ese momento se esfumó tan rápido que parecía que todo el día hubiese estado alterada —Tengo que librarme de ella, algo casi imposible por tratarse de una antediluviana, es más antigua que este mundo. Es de las pocas que aún viven y que existían desde antes de la creación de Vandestia.
—Dicen que es más vieja que el mismísimo Morkott, aunque supongo que ese es solo un rumor. Morkott es un dios muy antiguo, el primero de los trece dioses de Vandestia.
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Vandestia: Un mundo desconocido © Editando
FantasyEn un mundo creado por los dioses de la Tierra, el elixir de la inmortalidad fue robado por una ninfa, su error fue dejarlos caer sobre dos pequeñas niñas con un destino más complicado del que se imaginaba. Separadas al nacer, una es enviada a vivir...