Corría por largos senderos cubiertos de musgo, una extraña silueta la perseguía. Por más que gritaba no salía ni un solo sonido de su garganta, cada vez que lo intentaba de su boca salía chorreante una espesa línea de sangre que se deslizaba por su desnudo cuello. Los pies le ardían y al ver bajo ella pudo notar que corrían sobre cristales fragmentados, a su paso quedaban bañados de la sangre que brotaba de sus pies. No lo soportó más, el dolor era inaguantable. Se dejó caer sobre sus rodillas, al hacerlo, cayó sobre un extraño vórtice que la arrastraba sin destino aparente. Cuando estaba por llegar al final una huesuda mano la detuvo agarrándola por el cuello y estrujándoselo hasta cortarle la respiración.
Despertó abruptamente con el rostro bañado en sudor y la respiración agitada solo podía llorar, las palabras aún no salían de ella, le era imposible hacerlo y menos en el estado tan deplorable en el que se encontraba.
Alguna vez han pensado que lo que no existe en realidad si existe y que el mundo no es como nosotros lo conocemos, quizás no estemos solos o eso es lo que pensamos, nuestra intrincada realidad solo nos deja creer en lo que ya sabemos, pero tenemos que permitirnos soñar, pensar en todo lo inexistente, en que también las apariencias pueden engañar, que no en todo lo creemos es como lo vemos, que hasta la más dulce de las flores puede tener espinas mortales si no sabes cómo tomarla en tus manos y aquí empieza la historia.
La noche era fría, un frio estremecedor, solo se escuchaba el sonido del viento, las ramas de los árboles se movían danzando al son de una melodía desconocida. El viento chocaba contra la venta haciéndola crujir y temblar por su fuerza. El cielo estaba estrellado, iluminado por bellas estrellas sostenidas en un cielo de un oscuro color, ni negro ni azul, un tono más extraño, más llamativo, unos ojos llameantes y surcados por el fuego se asomaron a la ventana de la chica. La miraban con cierto grado de nostalgia y odio fundidos en un solo sentimiento. Era una mujer, de rostro delicado y lánguido, sin hacer el mayor de los esfuerzos entró en la habitación traspasando las paredes. Se sentó en una orilla de la cama donde descansaba Valeria.
—Es extraño para mí, yo te traje aquí —. Miró hacia el cuello de Valeria encontrándose con une hermosa cadenita — Tú y Elynor poseen un dote muy hermoso, el mío es diferente — quitó con sus manos el cabello que cubría la totalidad de su cuello dejando al descubierto un hermoso collar con un gran rubí en forma de gota — es hermoso, aunque muy antiguo para mis gustos.
Valeria despertó, miró a la mujer frente a ella con asombro. Sintió los dedos de ella contra su frente y su visión se hizo borrosa dejándola perdida en la nada. Valeria volvió a dormirse tan rápido como un pestañeo. Las noches siempre resultaban extrañas, confusas y a veces hasta tenebrosas. Muchas veces la pequeña Valeria permanecía despierta hasta tarde y observar desde su ventana la furia del viento contra los árboles. En la mañana todo era diferente, lo más hermoso era poder apreciar el oslo, contemplar como la luz vence a la oscuridad, la cual se marcha, para luego vencer a la luz en el crepúsculo y así todos los días, una lucha interminable entre la oscuridad y la luz.
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Vandestia: Un mundo desconocido © Editando
FantasyEn un mundo creado por los dioses de la Tierra, el elixir de la inmortalidad fue robado por una ninfa, su error fue dejarlos caer sobre dos pequeñas niñas con un destino más complicado del que se imaginaba. Separadas al nacer, una es enviada a vivir...