Capítulo 2: El viaje

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Dentro de una semana celebrarían los quince años de Briseida y Britany, su padre estaba de vacaciones y las llevaría a Brasil para conocer Rio de Janeiro y aprovechando el viaje, llevarían a Valeria al Amazonas, ese era su gran sueño, quería conocer el pulmón de la Tierra, ese lugar lleno de especies aún no vistas por el hombre. Las gemelas no querían tener una gran fiesta, deseaban que su recepción fuera un poco más familiar, pero sus padres no permitirían eso, tirarían la casa por la ventana, todo por hacerlas sentir bien.

La mañana antes de la partida se encontraba muy ajetreada, Valeria empacaba sus maletas, buscaba en su armario lo más necesario y esencial. Metió en su maleta ropa casual y unos cuantos abrigos para ir a la amazona. Miró con pesar su habitación dándole una última despedida, cada rincón de esa casa le eran muy especiales, sus mejores recuerdos se encontraban ahí. Respiró hondo y dejó salir el aire pausadamente. Dakota, ese nombre seguía sonando en el interior de su cabeza y no tenía la menor idea de quién se trataba.

Prepararon las maletas y salieron rumbo al aeropuerto. Cornelius encendió el motor del vehículo, esperó que sus hijas llegaran y se puso en marcha. En el camino hacia la terminal de aviones Valeria sentía un extraño presentimiento, sujetó la cadenita que llevaba en el cuello como si su vida dependiese de ello. Esa joya era el único recuerdo que conservaba de su pasado. Un pasado del cual ella todo lo desconocía, esa cadenita solo era un recuerdo de lo que fue, un pensamiento vacío para ella. En un par de horas habían llegado a Rio de Janeiro, se hospedaron en un lujoso hotel de cinco estrellas cercano a una playa de arena blanca y caliente, había un sol tan resplandeciente, como en todas las playas latinas, el Cristo Redentor se distinguía tan hermoso en lo alto, pareciese que les estaba dando la bienvenida, era un bello lugar, con majestuoso y deslumbrantes edificios, con un gran carnaval inundado de samba y ritmos propios del país, una zona donde nadie duerme en días de fiesta sin antes haber bailado un poco.

Cada quien se dirigió a su respectivo cuarto. Valeria dormiría con Eunice. Sacaron algunos de los objetos que traían en sus valijas y las acomodaron. Valeria se recostó sobre la cama viendo hacia el techo. Las horas de la noche pasaban, Eunice ya se encontraba completamente dormida. La una de la madrugada y sus ojos no lograban cerrarse. No pensaba algo en específico, sólo en ese nombre, ¿de dónde conocía a esa chica? Luego de otras dos horas al fin pudo sucumbir a los brazos de Morfeo.

Teresa y Cornelius reservaron un gran salón para la fiesta, pero para mientras, ellos cinco y su pequeño chihuahua descansaría un rato por el largo viaje. Sus padres querían que la fiesta fuera muy especial e inolvidable, lo mismo harían con las fiestas de Eunice y Valeria y las llevarían donde ellas quisieran, no importaría si ellas pidieran ir a Groenlandia, no les importaría el clima del lugar, solo les importaría que sus hijas fueran felices aunque fuese en el Sahara, eran unos padres muy complacientes en todo y sus hijas muy obedientes.

Britany y Briseida entraron con sus grades vestidos rosados por la puerta principal, el sonido de sus zapatos por todo el salón era melodioso. Estaban tan lindas que su madre se puso a llorar de la emoción, se habían invitado a unas de las pocas amigas que tenían ambas. Sus amigas eran adineradas y contaban con el dinero suficiente como para viajar a cualquier parte del mundo, de un día para otro habían llegado al país extranjero sin tantas molestias.

Vandestia: Un mundo desconocido © EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora