Capítulo 3: Dakota desaparece

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El tiempo que Dakota y Valeria pasaron juntas, fue muy agradable para las dos. Valeria le contó a Dakota como era la casa en la que ella vivía. Le dijo que era una gran mansión, que más que una mansión parecía un castillo. Dakota escuchaba atenta cada una de las historias que Valeria le contaba

—Y tu ¿en dónde vives Dakota?

— ¿Yo?

—Sí, tú —dijo un poco desconcertada Valeria por la forma en que Dakota le había contestado.

—Mi casa, bueno en realidad no tengo una casa fija y la que tengo es mucho más pequeña que la tuya. No tengo sirvientes, no tengo cosas elegantes como la que tú me cuentas que tienes en tu hogar. Nunca canto, nunca bailo, no tengo a lo que tú le llamas familia, no sé qué es una familia y qué implica tener una. No tengo ninguna de esas comodidades y tampoco tiempo libre para apreciar la naturaleza, la belleza del exterior. Tienes mucha suerte de no ser yo, no sabes de lo que te has salvado —.Dakota entristeció y se llenó de rabia pero rápidamente volvió a mostrar una sonrisa.

—No creo que sea suerte, más bien ese es mi destino y podría ser el tuyo, pero solo si tu así lo decides. Tu vida cambiaría podríamos ser hermanas y mis hermanas también serían tus hermanas. Mis padres serían los tuyos, compartiríamos muchas cosas. Harías muchos amigos y podrías hacer todo lo que no puedes hacer con la vida que ahora llevas.

—Valeria —dijo Dakota haciendo una pequeña pausa antes de continuar —en realidad sí somos hermanas.

— ¿Por qué lo dices Dakota? —la impresión que tuvo fue descomunal.

­— ¿Acaso no es obvio? Aparte de nuestro gran parecido. De donde yo vengo todos poseen una cadenita como las nuestras, todas son diferentes, no hay ninguna igual, pero cuando dos son totalmente iguales quiere decir que los portadores de estas son hermanos o hermanas, no gemelos exactamente así como nosotras, pero también sucede.

—Pero si somos hermanas dime, ¿de dónde vienes?, quiero saber de dónde provengo. Por favor dímelo, ya no quiero tener esta duda que no me deja en paz.

—No te lo puedo decir.

— ¿Por qué no?

—Porque si te lo digo tendrías que ir a ese lugar y sería muy difícil regresar a aquí. A mí me tocará regresar hasta cuando tenga dieciocho años. No se puede ir y venir cuando uno quiere, es más complicado de lo que crees, pero cuando ya tienes esa edad puedes ir y venir cuando quieras. En ese momento ya no será un obstáculo, lo único que tienes que esperar un cierto tiempo.

—Pero enserio quisiera conocer ese lugar, quiero saber más de mí, quiero descubrir quién soy, por favor...

—Lo lamento mucho, a menos de que estés dispuesta a ir y regresar años después aquí y sin contarle a nadie sobre ese lugar te llevaré, de lo contrario no puedo ayudarte.

Vandestia: Un mundo desconocido © EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora