Guiada por el profundo amor que tiene por la fotografía, Anya Ukai conoce al Karasuno, en donde su mundo, que consideraba pequeño, se llena de personas que siempre estarán allí para ella. Ya no mas sola.
El Karasuno la acoge como su nuevo miembro, v...
Buenas, traigo un nuevo capítulo así que disfrútenlo ya que muestras de afecto como este no aparecerán en el próximo
Quien es su personaje favorito de Haikyuu... el mío es Kageyama y Tsukki <3
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Anya andaba por la casa de un lado a otro, Ukai la miraba incrédulo, su hija estaba igual que el mocoso de Karasuno, por último pensó que tenía parásitos ya que si no estaba tomando fotos hasta la pelusa que pasaba volando a su costado era la araña que colgaba del techo, sabía que estaba igual de emocionada que el enano anaranjado por la práctica que iban a tener con el instituto Nekoma, para los dos era la primera vez en hacer eso. La chica tenía en su mochila todo listo varios rollos de cámara, su block y un lapicero con camaritas, mañana conocería a un amigo de su abuelo, el entrenador Nekota y Ukai eran amigos en ese tiempo, enemigos en la cancha, pero su amistad perduró, estudiaban en la misma escuela, conocieron a la madre de Anya cuando aún era una joven escolar.
- Necesito saber si debemos ir a un hospital... le tomas foto a una hormiga - susurro Keishin fumando su cigarro como siempre mientras ordenaba unas cosas en casa.
- Las hormigas dan poder, al igual que ant man, papá - contestó Anya mirando su obra de arte, la pobre hormiga se había quedado tiesa en ese mismo lugar.
- ¿No quieres salir?, no quiero que aspires el polvo cuando haga la limpieza - dijo su padre.
La muchacha asintió y cogió su cámara. Se había puesto una chompa turquesa de mangas largas con pequeñas pelusas, unos jeans negros, botas militares crema, su amada chalina de cuadritos y su pequeña porta cámara azul marino, se ató su cabello a una cola alta dejando algunos chinitos en su frente. Decidió visitar a Hinata, pero para su mala suerte no se sabía la dirección exacta, la vez que se quedó a almorzar solo siguió como un perrito al anaranjado por la calle. Opto por tomar fotos en la zona de Miyagi a la que nunca fue, con cuidado de que la abuela no notara, quien vivía en la casa de arriba, tomo la bicicleta ya que ella siempre la cuidaba como si su niña se rompiera.
Empezó a manejar mientras tomaba fotos a las personas, de vez en cuando solo hacía cosas con la bicicleta como manejar sin manos, hacer vueltas y esquivar piedras pequeñas.
- ¡cuidado! - escucho gritar detrás de ella, se paró para ver que era. Un tráiler venía a toda velocidad detrás, al momento de querer moverse sintió que alguien agarraba de su bicicleta y la arrastraba a un lado, se dio la vuelta y cayó encima de alguien con fuerza.
Su cuerpo vibró ante el contacto y el susto de su vida hicieron que se agitara y su pecho se hinchaba, escuchó el quejido de su salvador.
- maldición - reconoció la voz del molesto rubio gigante del equipo.
- ¡¿Tsukishima!? - chillo, apoyó sus manos a ambos lados de la cabeza del chico notando que su mejilla tenía un golpe - ay no.
- Ayudarías un montón si te retiras de mi encima - replicó el muchacho.
