Prólogo

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Miré a mi hermano, se mantenía tan sereno como siempre, a veces admiraba esa capacidad de conservar la calma hasta en los momentos más complicados y peligrosos de nuestras vidas.

—¿Y por qué deberíamos obedecerlos?—exigió saber cruzándose de brazos.

Me escondí un poco más detrás de él, en ese tipo de situaciones prefería llamar lo menos posible la atención, no quería que volvieran a usarme como conejillo de indias nunca más, definitivamente, no sería capaz de resistirlo otra vez.

El tipo de color con el parche en el ojo se tomó el puente de la nariz, casi como si estuviera frustrado de tener que razonar con un par de mocosos, bueno, quizás no debería ponerlo de esa manera; pero evidentemente para ellos no éramos más que eso.

—Mira, puedes elegir hacerlo por las buenas o por las malas; pero ustedes dos necesitan estar bajo custodia—declaró nuevamente el tipo pirata—. Eso está fuera de discusión.

Esta vez era mi hermano quien parecía frustrado, finalmente habían logrado quitarle la máscara de póquer.

—Puedo mantener a mi hermana segura por mí mismo—afirmó más que confiado—. Hemos podido mantenernos al margen de todo durante años por nuestra cuenta—lo desafió elevando la barbilla—. ¿Por qué sería diferente ahora?

—Porque al parecer no son intocables. De lo contrario, no estarían sentados dentro de una de nuestras prisiones de máxima seguridad ¿O me equivoco?

El tipo tenía un buen punto. Los agentes que había mandado a por nosotros habían sido realmente infalibles, si bien podía congelarlos en el tiempo un par de segundos, a medida que nos alejábamos corriendo, me resultaba imposible mantenerlos de esa forma. Ni hablar de lo difícil que le había resultado a John huir mientras intentaba alterar en algo el espacio detrás de nosotros. Nos gustase o no, la legión de agentes que manejaba ese tipo del parche era obviamente superior a todo lo que nos habíamos enfrentado con anterioridad.

John frunció el ceño mientras soltaba un suspiro. No podía negar ese hecho.

—Así como nosotros los hemos detenido en este sitio, la organización que está detrás de ustedes es igual de capaz, la diferencia clave está en que ellos no serían tan amables con ustedes—nos miró con firmeza—. Ellos quieren usarlos.

—¿Y ustedes no?—mi hermano no estaba dispuesto a ceder con facilidad.

—Considerando el hecho de que hemos renunciado a hacer experimentos con el espacio y el tiempo, creo que es una obviedad.

—Entonces ¿Qué obtendrían ustedes?

—Dos aliados importantes y el fracaso de HYDRA—respondió con seguridad.

—Si aceptamos, ¿Nos dejaran salir de aquí?

—Siempre y cuando mantengan su palabra, y estén bajo custodia constante.

Vi como los hombros de John se enderezaban, desde pequeño que se ponía derecho al momento de sopesar alguna cosa con seriedad, tal vez, así se sentía más maduro y adecuado para tomar una decisión. Tras unos momentos, volteó a verme, sus ojos brillaban de preocupación:

—¿Qué dices _____?—me consultó.

Me encogí de hombros. 

Lo cierto era que el hombre pirata no nos estaba dejando demasiadas opciones, sumado al hecho de que personas tan capacitadas como ellos estaban detrás de nosotros para usarnos de sujetos de prueba. Para mí la elección era obvia.

—Quiero quedarme con ellos—susurré bajando la mirada—. Vamos a estar bien aquí.

John asintió para luego volverse hacia el hombre que nos miraba desde el otro lado de esa especie de cristal imposible de atravesar.

—Aceptamos.

El tipo sonrió satisfecho.

Temporal (Steve Rogers y tú) [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora