Contacto futuro

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Sony parecía más que fascinado por ir en los hombros de Steve mientras éste corría por Central Park, el pequeño de unos cinco años se reía a carcajada viva al tiempo que de vez en cuando me lanzaba una mirada discreta, casi como si quisiese asegurarse de que seguía allí observándolos.

-Tienes más energías que un niño, Steve-me reí cuando Steve lo bajó y ambos comenzaron a correr hacia mí en una especie de carrera-. Vamos, Sony, tú puedes.

El pequeño se esforzó todo lo que pudo, pero aunque Steve no estaba corriendo ni a la mitad de su velocidad habitual, las delgadas piernas de Sony no fueron capaces de sobrepasarlo, lo cual era lógico, después de todo, tres pasos de Sony apenas si igualaban uno de Steve. Abrí los brazos y recibí al niño como todo un campeón, aprovechando el envión con el que había llegado para hacerlo girar en el aire y luego abrazarlo.

-¿Fue divertido?-le consulté sosteniéndole la mirada, sus ojos eran como los míos, pero algo en sus expresiones me remitía enormemente a James.

Él asintió con ímpetu antes de abrazarse a mi cuello:

-Siempre quise venir al parque contigo otra vez-murmuró contra mi mejilla y sólo entonces me di cuenta de lo frío que estaba su rostro-. Gracias mamá.

Lo abracé con más fuerzas mientras un sentimiento melancólico desbordando mi pecho, luego le sonreí a Steve a modo de agradecimiento, apenas si podía acabar de trasmitirle lo mucho que significaba para Sony y para mí que estuviese ahí compartiendo con nosotros el momento.

-Ya está helando-comentó rodeándome los hombros con delicadeza-. Tendríamos que volver.

-¿Volver?-Sony sonaba decepcionado-. ¿Tan temprano?

Steve sonrió con algo similar a la simpatía antes de sugerir:

-Podríamos pasar por un chocolate antes de ir a casa.

-¡Sí, vamos, volvamos!-alentó la noción Sony.

Ciertamente, a Steve se le daban bastante bien los niños, no era difícil imaginarlo como padre, sería del tipo que participaba en la vida de sus hijos por más que tuviera que volar desde Hungría a velocidades exageradas y saltar en paracaídas para ver a su hijo jugando al béisbol o llegar al primer día de escuela de su hija, también sería de esos padres que predicaba con el ejemplo, correctos y sincero siete días a la semana. La idea me producía una sensación agradable, era algo cálido que se extendía desde el pecho hasta el estómago.

Al llevar a Sony a una cafetería, no pude evitar pensar si alguna vez Steve y yo tendríamos hijos, sí, seguramente eso vendría en un buen tiempo, después de que formalizásemos, claro, siempre con el optimismo de que eso ocurriría alguna vez, después de todo, nuestro destino ya no estaba tan claro como antes, y mis sueños se negaban a mostrarme siquiera una minuto de él.

-¡Lo quiero con mucha espuma!-anunció Sony levantando sus pequeñas manitas en el aire-. Me encanta la espuma de la crema.

-Eres igual a tu padre-sonreí ante el recuerdo-. Ama el café con mucha crema.

-¿En serio lo recuerdas?

Los ojos de Sony emanaban esperanza.

-Claro que sí-le acaricié la cabeza-. Jamás podría olvidarme de ti y de tu padre, del tiempo que pasé entonces con ustedes.

-Entonces...-bajó ligeramente su voz-. ¿Te acuerdas cuánto me querías?

Me acuclillé para estar a su altura y con la voz más suave que pude le respondí:

Temporal (Steve Rogers y tú) [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora