Nada escrito

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-Tu comida es la mejor, Marta-halagué  mientras le daba otro bocado a la magdalena que me había dado.

-No hay nada como la comida casera-confirmó ella sonriente-. ¿Qué tal te parece jovencito?-preguntó volteando hacia Steve.

-Deliciosa-respondió algo avergonzado.

Se le notaba en el rostro que aún no se acostumbraba a la idea de que Marta y Konstantin se hubiesen tomado la libertad de llamarlo "jovencito", especialmente, cuando si se tenía en cuenta su fecha de nacimiento, era obviamente mayor en comparación a ellos.

-Recuerda bien esto, _____, una buena conquista siempre empieza por el estómago-me aconsejó Marta pasándome otra magdalena-. No hay corazón que no ceda ante una buena comida.

Reí antes de asentir, no estaba segura de que la cosa realmente funcionara así; pero tras haber visto cómo Konstantin había cedido a la presencia de la mujer por medio de su estómago, no me sorprendía que ella creyera firmemente en ello.

-Y dime mi niña, ¿Algún candidato?

-¿Candidato?-arqueé las cejas mientras apartaba la magdalena de mi boca.

-Vamos, no seas tímida, ya prácticamente estás en edad de caminar al altar.

-¡¿Al altar?!-sentí que el rubor me quemaba la cara. La idea me sonaba descabellada y alucinante a la vez-. ¿No crees... que es un poco precipitado?

-Venga, la semana que viene John y tú serán mayores de edad. ¿No crees que es tiempo ya de pensar en tu futuro? Digo, ya no serás una niña.

Sólo entonces la corriente temporal me golpeó con fuerza, apenas si había registrado el paso del tiempo desde que había llegado a la clínica de Konstantin, lo cual era completamente extraño, siempre llevaba la cuenta de los días, los meses, de cualquier periodo temporal para ubicarme y hacer avanzar la cuenta regresiva hacia el final; no obstante, parecía haberme olvidado por completo de que existía algo llamado tiempo... no entendía cómo había sucedido.

-Lo había olvidado...-susurré dándole un mordisco a la magdalena de vainilla.

-Hay que hacer algo para celebrarlo- sugirió Steve mientras me dedicaba una media sonrisa.

Una de esas que lograba derretirme en muchas formas.

-Yo... no hace falta...-me encogí de hombros-. John y yo no celebramos nuestro cumpleaños hace años-sentí algo de frío atravesarme el cuerpo-. Sería raro comenzar de nuevo...

-Lo sé-supe que lo decía en serio-; pero es mejor celebrarlo que pasar el día ignorándolo, se hace más llevadero-su mano se cerró con cuidado sobre mi hombro.

Una oleada de calidez me atravesó ahuyentando el frío a toda velocidad. Le mantuve un momento la mirada, sus ojos querían decirme miles de cosas, una más importante que la otra, pero enmarcando todas esas palabras, había una comprensión infinita y paciente.

-Está bien; supongo que podemos ir a comer o algo así-accedí percibiendo mis mejillas calentarse.

-Genial. Ustedes pueden hacer eso mientras se prepara el mejor evento del continente-comentó Tony  sentándose a mi lado-. ¿Hay algo en particular que quieras?

-No realmente-me encogí de hombros.

-Vamos, todos quieren algo en este mundo.

-Sí; pero no siempre es algo que se pueda comprar y envolver, Tony.

-¿Y qué es lo que te gustaría pedir si pudiera ser una de esas cosas también?-me preguntó Marta con cautela.

No tuve que pensarlo demasiado.

Temporal (Steve Rogers y tú) [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora