-¡Voy saliendo!-avisé al doctor Lookstone al abrir la puerta del dispensario para ir a casa.
-¡Ten cuidado en el camino a casa!-respondió el hombre desde el consultorio-. Últimamente los tiempos se han puesto algo malos.
-Lo tendré. Nos vemos mañana-me despedí antes de cerrar la puerta.
Afuera ya era de noche, los días en aquel pequeño pueblo parecían mucho más cortos, miré la hora por última vez en la pantalla del viejo celular que había conseguido costear, eran apenas las siete y media. Me cerré la campera y comencé a caminar rumbo al supermercado, tenía planes de comprar algunas verduras para preparar un poco de curry, después de todo, Steve nunca lo había probado y quería sorprenderlo con algo nuevo luego de un largo día de trabajo.
Faltaban cuando menos unas diez cuadras para llegar al supermercado cuando lo oí, el sonido de unos pasos detrás de mí, me volví sobre el hombro; pero no había nadie, volví la vista al frente y comencé a caminar un poco más rápido, tenía un mal presentimiento, uno del que quería escapar.
Los pasos también se apresuraron detrás de mí, un escalofrío me atravesó el cuerpo, me detuve bruscamente y me volví más que dispuesta a pelear si era necesario, si algo había aprendido era que huir sólo servía para perjudicar a quienes quería.
Mis piernas se volvieron de gelatina cuando pude contemplar a la persona que estaba de pie frente a mí, debajo de la luz de una de las farolas de la calle, caí de rodillas al suelo al tiempo que una marea inentendible de sensaciones me atravesaba...
-Has... crecido mucho...-soltó la mujer dedicándome una sonrisa insegura-. Ya no eres la bebé que siempre se destapaba cuando dormía.
Una punzada lacerante en el brazo provocó que reaccionará, parpadeé varias veces casi como si esperase que la mujer fuese a desaparecer como una alucinación; sin embargo, ella no era ningún invento de mi mente, era real y estaba allí, no sabía cómo; pero mi madre estaba viva y frente a mis ojos.
-¿C-cómo?-logré pronunciar tras otra punzada en el brazo.
-Lo mismo me pregunto yo...-admitió-, hace unos días pasé de ver un luz encadilante en la carretera a estar acostada en un banco de plaza... no entendía qué sucedía; pero... cuando vi un diario... y vi la fecha... supe... supe que había viajado en el tiempo... ¡Supe que tenía que buscarte a ti y a tu hermano!
Mi corazón se estremeció, no sabía cómo procesar la situación, nunca la había conocido en realidad, sí, sabía su nombre, y el tiempo me había mostrado algunos de los momentos que había pasado en ella; no obstante, me resultaba imposible recordar algo de ella por mi cuenta que no hubiese sacado de las historias de mi padre o de las viejas fotografías.
-Estás tan grande-se emocionó ella avanzando un paso.
Algo en aquel movimiento brusco provocó que la punzada en mi brazo se volviese más intensa y dolorosa, rápidamente me llevé la mano contraria al sitio y ejercí algo de presión para mantener a raya el dolor.
-¿Estás bien?-preguntó ella.
Sus ojos eran del color en que habían sido los de John y míos cuando éramos niños, antes del accidente, sólo que los suyos no cargaban con un brillo infantil, parecían tener un porte elegante y maduro. Mi madre se acercó a mí, extendió la mano con suavidad, como si temiese espantarme con ello, su mano se posó en mi mejilla, era suave y cálida, ¿Así eran las manos de todas las madres? Mentalmente no pude evitar comparar su tacto con el de Marta, las manos de Marta eran cálidas sí, aunque eran ásperas por su constante trabajo en la cocina.
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Temporal (Steve Rogers y tú) [En corrección]
FanfictionLa felicidad, la vida, la risa, las palabras, el daño, el dolor... absolutamente nada dura para siempre, es más, me atrevería a decir que la eternidad no existe para un ser humano; y yo no soy la excepción. Esta es la historia de como mi hermano Joh...