-Eres posiblemente la única chica que conozco que se emociona por subirse a un autobús-comentó Steve con cierto humor-. ¿Es cómo te lo esperabas?
Examine los asientos de plástico a nuestro alrededor sin poder evitar que la emoción me empujase a sonreír un poco, lo cierto era, que era realmente grandioso poder experimentar otra época de primera mano, siempre había estado limitada a observar, a imaginarme cómo sería viajar en autobús o en carreta, a contemplar cómo la vida pasaba frente a mis ojos para ser aprehendida en lugar de experimentada; sin embargo, allí estaba, sentada junto a Steve en un vehículo del transporte público rumbo a una de las tantas paradas que teníamos que hacer para llegar a Massachusetts.
-Es todavía mejor-respondí dedicándole una sonrisa-. Hay menos gente de lo que me esperaba.
Steve lo meditó un momento:
-Es día laboral y es inusual que las personas trabajen fuera de la ciudad.
-¿En serio?
-¿No es así en el futuro?
Negué con la cabeza.
-Mucha gente suele conducir a una ciudad cercana todos los días para trabajar-me encogí de hombros-. Eso es normal.
Él asintió como si estuviese procesando la información antes de proseguir a señalar algo por la ventanilla, me volteé a ver lo que me indicaba y pude ver lo hermoso que se veía el sol del amanecer al escurrirse entre los modestos edificios del horizonte.
-El encanto de Brooklyn-dijo Steve con una sonrisa-. La gente dice que cuando ves un amanecer antes de cruzar el puente de Brooklyn, llevas las de ganar.
-¿Tú crees en eso?
Se encogió de hombros con un gesto algo juguetón:
-Soy un chico de Brooklyn, nunca lo había cruzado antes.
No pude evitar soltar una risita algo tonta ante aquella frase, pensar que parte de ella se volvería prácticamente icónica para miles de estadounidenses me hacía sentir ciertamente algo especial por ser una de las primeras personas por poder escucharla de los labios de Steve mucho antes de que siquiera resultase un slogan del Capitán América.
-Si vamos juntos, entonces creo que voy a tener la suerte de Brooklyn de mi lado-opiné con convicción antes de volverme hacia la ventana para acabar de ver la puesta de sol.
Durante el resto del trayecto en aquel primer autobús no intercambiamos más que un par de monosílabos, Steve parecía entretenido con el mapa que había pedido prestado en la biblioteca municipal con la idea de usarlo de guía en nuestra repentina peripecia viajera, y yo estaba demasiado perdida en vivir el momento tratando de ignorar la angustiante sensación de que todo se arruinaría de un instante a otro que tampoco insistí demasiado en distraerlo.
Al no estar todas las rutas conectadas, nuestro viaje duró un día y unas siete horas, para cuando llegamos a Massachusetts, ambos ya estábamos completamente rendidos y escasos de provisiones.
-¿Sabes cómo es?-me preguntó Steve cuando pusimos nuestros pies en el campus de Harvard a la una menos diez de la tarde.
-Tengo una idea-respondí-. Nunca llegué a conocer a Howard, sólo conozco a su hijo. Tony.
-Tony-Steve frunció ligeramente el ceño-. Anthony Stark, suena al nombre de un tipo petulante.
La sola idea de que Tony aun ni siquiera estuviese en camino y que Steve ya pudiese clasificarlo de esa manera me provocó una sensación algo simpática y familiar a pesar de estar tan lejos de mi hogar:
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Temporal (Steve Rogers y tú) [En corrección]
FanfictionLa felicidad, la vida, la risa, las palabras, el daño, el dolor... absolutamente nada dura para siempre, es más, me atrevería a decir que la eternidad no existe para un ser humano; y yo no soy la excepción. Esta es la historia de como mi hermano Joh...