CAPÍTULO SIETE

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—Connor, despierta ya. —Zarandeé un poco a Connor, y al ver que no respondía acudí al plan B—¡Ya son las 11:47 de la mañana y ahora tenemos examen!

Bravo, Bruce.

—¡Mierda!—literalmente saltó de la cama para meterse a la regadera y maldecirme por "no haberlo levantado temprano".

Yo seguía desayunando tranquilo, cuando Connor entra a la sala comedor y me mira con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido.

—¿Qué?—como no escuché que hablara me fijé en él. Ya se había dado cuenta—. Tenía que hacerlo si quería que te despertaras.

—¡Son las 8:04 de la mañana, Bruce! ¿Sabes que casi se me para el corazón por tu culpa?—dramatizó agarrándose el pecho.

—Mejor agradéceme que te he despertado temprano y tienes tiempo para arreglar tus cosas.

—Como sea. —Habló ya restándole importancia a lo que le había hecho y continuó—, Hillary ayer había llamado unas diez mil veces buscándote. La traes loca. —Rió.

—¿Sabes que ahora me busca más por el estúpido trabajo de historia? ¿No sabías? Ah, pobre Connor. —Respondí con sarcasmo. Digamos que a veces no me gustaba que si una chica me decía una simple "Hola" él ya estuviera planeando todo un futuro mío y de ella. Sabía que también sería incómodo para ellas.

—Igual ya se nota que le gustas, Bru. —Me encogí de hombros— ¿Sabes? A veces pienso que eres gay. —Recargó sus brazos en la mesa y con su mano derecha se rascaba la barbilla.

—¿Qué? Ah, claro. ¿Sabes tú que me encantas, y quiero que estemos juntos para siempre, mirando al horizonte y agarrados de la mano?

—Sé que le encanto a todo lo que se mueva, pero en serio, no tengas miedo de gritarlo.

—¡Bésame, mi corazón de melón!—grité acercándome a Connor con los labios en trompa y cerrando los ojos.

—¡Aléjate, este nene le va a las nenas!—reí fuerte. A veces Connor era la persona más tremenda que podías conocer... Y estúpida.

—No pienso distraerme por una chica, sabes lo que pienso de las relaciones "adolescentes". —Me metí un puño de cereal, mientras trataba de no ahogarme hablando y comiendo al mismo tiempo.

—¿Cuántas novias has tenido? ¿Seis? ¿Siete?...—sabía que estaba jugando porque él sabía perfectamente bien que sólo había tenido una novia a lo largo de mis 19 años.

—Una. —Lo interrumpí mientras lo fulminaba con la mirada.

—No todas serán como Olivia.

—Serán mucho peor. Aunque sé lo jodidamente loca y posesiva que era ella, es posible que muchas sean peor que ella.

—Tú mismo lo has dicho—me señaló—, muchas, no todas.

—No es sólo eso... Siempre en una relación hay mínimo mil problemas. Yo terminé con Olivia al primer problema, no me imagino soportando todos los demás.

—Deberías de intentarlo. —Ahora él se había metido un puño de cereal.

—Mira quién lo dice, el "todas mías ".

—Mira que esa es otra forma de divertirte, Bru.

—Algún día te vas a enamorar.

30 Cosas de un perdedor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora