CAPÍTULO VEINTIUNO

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—Bruce...—escuché que Allison pronunciaba mi nombre—¡Bruce!

¿Cuánto rato es que me quedé pensando?

Sólo vi que el maestro de matemática me veía a mí mientras sostenía su gigante libro con las dos manos y sus lentes caían por el puente de su nariz.

Nunca he entendido por qué mierda es que suelen ponerse los lentes casi en la punta de la nariz, si van a ver fuera de los cristales, JUSTO COMO HACÍA EL VIEJO BARRIGÓN ÉSTE QUE NO DEJABA DE MIRARME.

Ah, y por cierto, también tenía la mirada de toda la clase. Sí, todos estaban dirigían su mirada hacia mí nomás.

Excepto la de Allison, quien veía su libro. Riéndose.

—Lo esperamos, Lewis. Hasta que deje de babear. —Y como buenos lame bolas se rieron de su chiste estúpido sin gracia.

—¿Cuál era la pregunta, perdón?—pregunté y todos rieron de nuevo. Una mierda que daba gracia.

—Continúa, Belliard. —Pasó a con la chica que estaba detrás de mí después de que me dirigiera una mirada de cansancio.

—Te digo...—habló Allison escribiendo su nombre con distintos tipos de letra en la última hoja de mi cuaderno.

—¿Qué me dices?—Rodó los ojos.

Bueno, no era mi culpa tener una memoria de mierda. Oh más bien, de pensar no sé qué cosas en medio de la clase.

Quince: eres desesperante, tu memoria es un asco. —Uh, dime algo que no sepa—. Dijiste que me creía muy graciosa por haberte hecho pasar vergüenza con Matt. Y sí, lo soy.

Claro, es que si dejaras de babear lo sabrías, Bruce.

—Ah, entonces... ¿a mano?

Abrió mucho los ojos, así que se le miraban más grandes que de costumbre. Sí, casi imposible.

—¿Qué? No. Me debes muchísimas. —Uy. Qué exagerada.

Mientras el maestro seguía dando su clase, Allison no dejaba que pusiera atención haciendo garabatos en mi cuaderno y mostrándomelos, mientras me explicaba su significado. Hasta que  dieron el timbre.

Cuando salieron todos hacia la próxima clase, Hillary me miró y sonrió, pero su sonrisa no llegó hasta sus ojos.

—Bruce, ¿cómo estás?—preguntó mientras se ponía un mechón detrás de la oreja.

¿Qué se suponía que significaba eso? Entre nosotros había más confianza como para decir un ''¿Cómo estás?''.

—He estado bien. Genial, en realidad. —Respondí rascándome la nuca, incómodo. ¿Por qué? No lo sé—. ¿Y tú? ¿Qué tal?

—Se nota. Yo he estado... bien.

Allison apareció de nuevo en el aula, haciendo que Hillary volteara a otro lado.

—Oye, ¿has pensado seriamente en mover tu trasero? Fíjate que quiero fumar, y estaría bien que me acompañaras. —Sonrió falsamente y volteó hacia Hillary, quien ahora la veía haciendo una mueca de asco—. Ay, ¿interrumpo algo?

—Pues en realidad...—Hillary estaba hablando, pero fue interrumpida por Allison.

—Porque no me importa. Vamos, Bruce.

—Si quieres, hablamos luego, no creo que te guste el olor a cigarro. —Estás estúpido, Bruce. Estás hablando con Hillary, no con una chica a quien tratas de evitar o alejar.

30 Cosas de un perdedor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora