CAPÍTULO DIECINUEVE

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—¿Eso es todo lo que puedes tomar, Allison? Vamos, no seas tan novata. —Habló Keith, pasándome un vaso más.

Esta noche era una mierda, casi tanto como las demás.

Creo que ha sido el maldito día de "Jodan a Allison", empezando por Matthew y terminando por Ross.

Que por cierto, ¿dónde diablos está? Todos los días tratando de joder conmigo, y hoy que puede no lo hace. Bien.

—Necesito salir de aquí. —Traté de levantarme, pero la idiota de Ginger me detuvo.

—Oh no, tú dijiste que te los acabarías todos, no seas cobarde, Jones.

—Ándate a la mierda, y déjame parar. —Ahora sí, ninguna idiota me detuvo.

Estaba caminado escaleras arriba, buscando el cuarto de Emma, ya que seguramente en las otras dos habitaciones habían personas curioseando, podría asegurar que hasta en el baño estarían así y se suponía que nadie entraba a su cuarto para hacer cochinadas de nada.

Pero cuando entré me encontré a alguien.

Qué mierda de sorpresa.

—¿Crees que no sé extrañar o qué?—preguntó levantándose de la cama y acercándose a mí.

—¿Dónde estabas?—pregunté mirando el vaso que sostenía.

—En busca de una mujer taaaaan guapa como tú. —Aseguró y bajó su rostro, en realidad, los muchos centímetros que me sacaba y lo acercó a mi cuello. Su objetivo, seguramente.

—Supongo que soy como la número cuatro, no sé.

—Nadie como tú. —Lamió mi cuello y me acerco más a él—. Deberías de sentirte afortunada de ser la número uno, siempre.

Sé que otros días a veces me fastidiaba, o sólo coqueteábamos, pero no sé si fue su ausencia o el alcohol que hicieron que extrañara estar con él. Oh más bien, que me dijera el montón de cosas que suele decirme.

Y que estuviera actuando de la forma en que lo hacía ahora sólo aumentaba mis ganas de estar con él.

Me sentía como una obesa exigiendo comida.

—No sabes cuánto te extrañé. —Enredó sus dedos en mi cabello y me atrajo a él. Ohhhh, mierda.

—Ross...—quise hablar, pero mi voz me traicionó y no me dejó pronunciar las palabras que tenía en mente.

—No puedo esperar más para esto, muñeca. —Desesperado me tomó por la parte baja y me levantó para que lo rodeara con mis piernas. Me estampó suavemente contra la puerta—. ¿Estás lista?

—Hazlo ya. —Hablé cerca de su oreja. Sabía que esto lo descontrolaba.

—Ven aquí...—ordenó, y sólo bastó un pequeño empujoncito para que pasara lo que tenía que pasar.

En la actualidad.

—¿Estás segura de que no te saltaste un mínimo detalle más?—pregunté con sarcasmo.

La anécdota tan... Íntima de Allison que apenas me había contado, era demasiado explícita. Con sólo decir que el hambre que hace unos minutos sentía se había esfumado y había abandonado mi cuerpo.

—No me culpes, tú querías saber por qué me odia la oxigenada esa. —Habló poniendo sus palmas detrás de su cabeza y recostándose aún en el capó.

—Vamos, no pueden odiarse por un chico.

—Oh no, en este caso vaya que sí—respondió con tono obvio—. En fin, siento haberme comportado así. Bruce, en serio que intento tener una buena relación contigo, y ella no ayuda en nada.

30 Cosas de un perdedor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora