CAPÍTULO ONCE

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—¿Qué significa eso?—pregunté sorprendido.

—Vamos, Bruce. No juegues conmigo.

—Tu hermano debería dejar de obligarte a hacer cosas que no quieres.

—¿De qué hablas?

—De que siempre quiere que te disculpes cuando en realidad tú no sientes que debas hacerlo.

Se quedó callada de nuevo y me miró con los ojos entrecerrados.

—Nadie me ha obligado. En serio lo siento, Bruce.

Ahora yo entraba en un dilema de si sí creerle o no.

Tenía poco tiempo de conocer a Allison, pero sabía que no era una persona de pedir perdón.

—¿Puedes creerme por una vez? Pedirte perdón ha salido completamente de mí y que dudes no ayuda en nada.

—¿Por qué es que te importa si lo hago o no? Me has dejado en claro que no te percatarías de lo que me importe.

—He pensado bien las cosas... Desde el día en que nos conocimos, en realidad. Y también en lo que me dijiste. —Susurró.

—No pretendía ofenderte.

—No lo hiciste—afirmó—, ¿me perdonas?

—Sí. —sonreí y ella también lo hizo.

—No te emociones con lo que diré, pero... No te odio.

Bueno, era bueno saber que Allison no me odiaba del todo. Pero en fondo sabía que tampoco le agradaba.

—Quiero llevarme bien contigo.

Wow.

Esperen, ¿Allison Jones quería hacer tregua conmigo?

Esta si que no me la esperaba, y tampoco me la creía.

—¿Estás siendo consciente de lo que estás diciendo?

—Oye, para empezar a llevarnos mejor deberías de dejarme entrar. Me he venido caminando desde casa y no quiero tener las piernas temblando como gelatina.

Me hice a un lado y ella con brazos cruzados entró, sentándose en un sillón.

Cuando se sentó yo fui atrás de ella y me senté junto a ella tomando distancia. Se volteó hacia a mí y apoyó su codo en el respaldo.

—¿Qué dices de mi propuesta?

Me gustaría hacer las pases con Allison, sí. Pero, ¿cómo sabía que realmente provenía de parte de ella misma y no de Matthew... O de algún tipo de droga?

—¿Por qué quieres ser mi amiga?

—Oye, eso se escucha a que te estoy pidiendo que me dejes ser tu amiga, y no es así. Y antes de todo, no me gustan las etiquetas, así que nada de etiquetas. Quiero que ambos estemos dispuestos a tratarnos... Mejor, ¿vale?

—Tú eres la que no sabes tratarme bien.

Abrió la boca y después la cerró. Tanto ella como yo sabíamos que decía la verdad, y ella era la abusiva entre nosotros dos.

30 Cosas de un perdedor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora