30 Cosas de un perdedor

CAPÍTULO OCHO

El día pasó rápido.

Bueno...

No sólo el día, también la semana.

Ya era viernes, y Genesis ya tenía 4 días con nosotros.

¿Les había dicho que se quedaría con nosotros algunos meses?

Sí, no les había dicho, porque yo tampoco lo sabía hasta ahora que me lo confesaba.

—¿Por qué tanto tiempo, Gen?—hice una mueca.

—¿Es que acaso te molesta mi presencia?—los pucheros me hacían sentir nervioso y querer decir cualquier tontería para que dejaran de hacerlo, y ella estaba haciendo uno.

No era que me molestara que estuviera aquí, era mi hermana, la única hermana que tengo. Pero era mucha responsabilidad y aún más gastos de los que sé que seguramente Connor y yo nos encargaríamos.

—Puedo ayudarte a pagar gastos, si quieres. —Okay, ahora que sonaba de su boca sonaba muy exigente de mi parte.

—¿Por qué has decidido quedarte conmigo y no con papá?

—Sólo quiero pasar más tiempo contigo, querido Bru. —Mentirosa. Sabía que mentía por su sarcástico "querido Bru".

—Bueno, ahora dime la verdad.

Después de un largo suspiro me dijo lo que pasaba en realidad.

—¿Recuerdas a esa tipa, con la que anda papá?—habló con asco. Genesis la odia.

A mí en lo personal, me daba igual. Era una mujer 7 años más joven que papá. Tenía 34 años si no me equivoco. Era muy tímida y estoy seguro que desde un principio lo único que hacía era tratar de que nos cayera bien a mí y Gen.

Gen siempre la odiaría, por el hecho de que era joven y papá solía comparar los gustos de ellas dos. También, porque se ponía celosa de que papá la sentara en sus piernas o le diera picos. Cosas simples que hacen las parejas, supongo.

A mí sinceramente no me caía ni bien ni mal, me daba completamente igual. Y mientras mamá no la odiara no tenía porque odiarla yo tampoco si no nos había hecho algo malo.

—¿Qué pasa con ella? ¿Te hizo algo?

Sabía que Genesis no me quería decir lo que en realidad pasaba, y eso significaba que era algo muy serio. Ella todo el tiempo se la pasaba quejando de Elizabeth, y esta vez era una queja más pero no la decía.

—Tienen planes para un futuro...—¿planes para un futuro? ¿Eso qué quería decir?—Piensan formar aún más su relación llevándola a vivir con nosotros.

¿Elizabeth viviendo junto a Genesis y papá?

No sabía si soltar una carcajada por saber que pronto ellas dos compartirían techo y seguramente le haría la vida imposible, o simplemente molestarme porque papá quisiera meter a otra mujer a su casa.

—¿De dónde sacas eso?

—El otro día, en su oficina escuché que Elizabeth dijo "Tenemos que comprar nuevas cortinas, a mí me encantan las de color claro"—imitó con una voz chillona—, también dijo que la emoción la estaba matando, y que quería el tiempo pasará rápido.