❣ Capítulo 5 ❣

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Me desperté más temprano de lo normal y no podía creerlo, ni mi padre se levantaba aún y yo ya estaba aquí duchándome mientras que ya tenía mi ropa sobre la cama, completamente lista para llegar y ponérmela.

Me sentía tan emocionada. Por primera vez en mucho tiempo tenía unas ganas tremendas de ir al instituto, con la esperanza de que todo pudiese ser diferente a lo que ya me había acostumbrado a vivir. Algo en mí decía que la vida me sonreiría de nuevo.

(...)

Estaba bajando las escaleras para que mi padre me llevara a estudiar, cuando los escuché murmurar algo y me detuve de golpe. Puse atención y pude notar sus claras sonrisas de travesura, lo cual no era bueno, al menos jamás lo era para mí.

La última vez que había notado aquella sonrisa en ellos me dieron la noticia de que uno de mis "amigos" se quedaría en mi casa, pero lo que ellos no sabían es que ese amigo sólo venía para hacerme una mala broma, aunque eso ya es cosa del pasado.

Bajé cuidadosamente activando mi modo de defensa e invisibilidad, pero al instante me vieron, de seguro mis pisadas de mamut me habían dejado al descubierto.

—Franheska tu padre tiene una gran noticia que darte - dijo mi mamá con cara de muchos amigos

—Hija, sé que ya tienes la edad suficiente para ser responsable de tus actos y por ello con tu madre queremos entregarte un regalo- dijo mi padre

Okey, esa frase de mi padre más que alegrarme solo me puso nerviosa, me pregunto que se traerán entre manos ahora. Mi curiosidad me mató, así que antes de poder razonar me encontraba fuera, donde por cierto no había nada diferente. Solo estaba el auto de mi padre y otro que no sabía de quien era porque estaba completamente tapado.

Mis padres con una sonrisa aún más grande que la del guasón comenzaron a quitar la manta dejando ver su rojo intenso en una esquina y cuando por fin quedó al descubierto noté que era un descapotable. Era realmente hermoso y no había sentido tanta emoción sino hasta que de la boca de mi padre escuché que ahora aquella maravilla era completamente mía...

Ahora iría en mi descapotable al instituto, no me gustaba llamar la atención, pero era claro que no dejaría esta preciosura aparcada en mi casa mientras mi padre me iba a dejar al instituto.

(...)

De camino al instituto que quedaba como a veinte minutos en lo que ahora era mi descapotable, se sentía todo muchísimo mejor. El viento en mi rostro era enriquecedor, daba una sensación de libertad y una buena vida.

Los nervios me comenzaron a recorrer cuando comencé a entrar en el estacionamiento del nuevo instituto para buscar donde estacionarme.

Desde atrás de los lentes de sol pude ver como volteaban a mirarme y aunque sabía que no era a mi sino al carro, me ponía igual de nerviosa. El descapotable llamaba la atención más de lo que hubiese querido.

Bajé para buscar mi salón y como claramente estaba perdidísima me acerqué a una chica que tenía un aspecto agradable y amablemente se ofreció a llevarme hasta el salón, ya que ella también tenía clases allí.

Entramos y ya había algunos compañeros dentro, un par de ellos se voltearon a mirarme quedando en silencio, ¿acaso tenía un moco en la cara?, pensar que esa era la razón solo lograba que me sonrojara.

Caminé hasta el fondo de la clase y me senté para esperar al profesor o profesora que me tocase en ese momento, el que tan solo después de unos minutos llegó.

Era una profesora con aspecto amigable y por coincidencia o no aquella también se llamaba Claire como la vieja bruja que siempre me hacía hacer el ridículo en el anterior instituto.

La clase ya había comenzado, pero siempre existían los que llegaban tarde y pasaban entre los demás sin mayor problema. El chico procedió a tomar asiento en el fondo del salón, pero en el otro extremo.

No pude evitar verle, era un chico alto, piel blanca, cabello con rizos adorables y sus ojos pude verlos en el momento que aquel chico también quedo viéndome, pero con intriga, eran de un café profundo con una gama de otros tonos a su alrededor. Me puse nerviosa al ver que me miraba con cara de no muchos amigos así que delicadamente volteé a ver a la profesora. Odiaba sentir la mirada de este chico en mí, pero no quería hacer el ridículo así que solo lo ignoré lo más que pude.

¿Quién habrá sido aquel chico?, tenía un aspecto muy familiar. Era imposible que lo conociera, pero allí estaba esa incómoda sensación, muy similar a cuando crees haber olvidado algo.

Sangre SalvatiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora