(Narra Franheska)
Desperté en una acogedora cama de sabanas rojas y un cobertor blanco de rosas negras. No era algo común de ver y claramente no era mi cuarto. Me acomodé un poco mas, pero lentamente.
Mi cuerpo estaba como si cien elefantes me hubiesen pasado encima y me encontraba algo ligera, era como esa sensación que dicen tener aquellos que se drogan. Me encontraba en un cuarto amplio con muchos estantes que se plagaban de libros, gran parte de uno de los muros era vidrio y dejaba una gran vista, tal y como me gustaba. Me levanté y a los pies de la cama había un vestido rojo con un colgante largo color blanco en el que se dejaban ver unas manchas rojas y unos aretes con perlas blancas.
No sabía donde estaba y no me vestiría para él, ella o lo que fuese. Me levanté de la cama para ir hacia la puerta y sentí unos pasos sobre lo que parecía ser una escalera. Corrí lo mas rápido que pude en mi estado hacia la cama y me hice la dormida. Alguien entró lentamente y una voz masculina que ya conocía se pronunció.
—No te hagas la dormida, ya sé que me estas escuchando Franheska -dijo ese hombre y ya que había quedado al descubierto me volteé para verle.
—¿Qué haces tu aquí? -le pregunté
—Estas sobre mi cama -dijo aquel hombre
—¿Tu me haz traído aquí? -dije poniendo los ojos achinados. Este tipo a mi no me daba miedo.
—Así es y me he dado la molestia de comprar las prendas que ves sobre la cama. Ten el agradecimiento de usarlas. La cena ya esta lista y te estamos esperando -respondió.
Aquel hombre del cual no recordaba el nombre se veía muy imponente, por lo que deduje que si no hacía lo que me pedía comenzaría a darme miedo y entre sentir o no sentir prefiero esto último.
—Si lo que quieres hacer es verme desnuda ¡olvidalo!, primero muerta.
El hombre río y con un gesto de su manos me dió a entender que saldría y así fue como lo ví desaparecer tras la puerta.
Quité la ropa que tenía puesta y entre en la ducha, no me pondría esta ropa estando asquerosa y si se habían dado el tiempo de secuestrarme supuse que también se darían el tiempo de esperarme.
Cuando ya estaba completamente lista recordé lo estúpida que me veía caminando con tacones, pero si con el vestido usaba las zapatillas que traía me vería aún mas ridícula. Crucé mis dedos y camine por los pasillos completamente perdida.
Cuando salí de la habitación me encontre con tan solo una escalera en frente y baje para encontrarme con un enorme salón que suponía ser la sala de juegos, porque allí habían consolas, computadoras, raquetas, balones y cosas así. Me dirigí hacia otra puerta que me llevaba a la cocina en donde me encontré con una amable señora ya de edad.
—Disculpe, me podría decir donde se encuentra el comedor, al parecer me estan esperando -dije sabiendo lo estupida que soné
—Claro señorita Franheska, cruce aquella puerta -me la señaló — y llegará al comedor.
Me dirigí a la puerta y efectivmente allí estaba aquel hombre con compañía. En la mesa también se encontraban dos hombres más y una hermosa mujer.
—Jacob comportate como el caballero que eres -dijo la mujer haciéndome pensar en lo poco caballero que era si había sido él quien me había raptado. Además ahora ya recordaba perfectamente quien era este tipo.
—Con que tú eres aquel tipo que se metió en mi cuarto sin permiso aquella noche en que salí de ducharme -dije apuntandole con mi dedo acusador
—¿Me puedes explicar de que habla la chica? -dijo la mujer viendo a Jacob con enfado
—Nada madre, es solo que ... creo que será mejor que te cuente eso después -dijo tembloroso con una sonrisa demasiado finjida
—Eso espero Jacob. -respondió
En el trasncurso de esa conversación Jacob había llegado a mí y me había ayudado a tomar asiento como en las películas.
La señora que antes había conocido en la cocina se acercó con un carro en donde traía cada plato y bandejas centrales, las puso en sus lugares correspondientes dejando ver un exquisito pollo con papas salteadas. Mi estómago había respondido con agradecimiento haciendo que un sonido saliera de él, el cual esperé que solo hubiese escuchado yo.
—Ya puedes servirte -dijo la mujer amablemente
La mire lo mas neutral que pude, pero necesitaba preguntarlo
—¿Qué hago aquí? y ¿quiénes son ustedes? -la cara de los otros dos hombres dejaban ver la risa que se estaban aguantando, no pudiendo evitar las palabras de uno de ellos
—Somos tus futuros cuñados y suegra cuñadita -haciendo énfasis a esta última palabra.
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Sangre Salvati
VampirosMe hacía sentir tantas mariposas en el estomago y luego el calor de sus labios sobre los míos, pero aquella no era yo, aquella no era mi vida. Los recuerdos volvieron y la realidad ante mis ojos apareció. La venganza no había concluido y la destrucc...