Capítulo 9.

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Sexto día en el infierno

Unas bofetadas de Karl son las encargadas de despertarme.

-¡El desayuno está listo!- Grita Collings desde la cocina. -Hoy toca uno especial.

¿Desayuno especial? ¿Cerebro, vísceras humanas? Me pregunto qué clase de porquería intentará disfrazarla de comida.

Salgo de mi celda-habitación, doy unos cuantos pasos hacia el comedor y sorpresa, en la mesa se encuentra un desayuno normal, de esos que hay en la Tierra.

-¿Qué es esto?-

-Es una torta de jamón.-

-Déjeme adivinar, el pan está hecho de desechos humanos, el jamón es alguna extremidad y las verduras son, que sé yo, ¿insectos venenosos o algún otro intento de matarme?-

-No, es una comida común. Siéntete como si estuvieras en la Tierra.-

-Creí que no se podían conseguir este tipo de alimentos.-

-Es tradición, en el infierno, dar alimentos de la Tierra a las personas para demostrarle cariño y apoyo ante la situación por la que pasan.-

-Entonces, ¿usted me quiere?-

-Te apoyo. Termina ya, tenemos que irnos.-

La actitud de Collings comienza a preocuparme una vez más. Pienso que sus sentimientos van más allá de odiarme o tener impulsos de asesinarme, sé que ella en su interior, me aprecia. Pero, ¿Por qué tenerme cariño a mí? ¿Seis días son suficientes para querer a una persona? Desconozco a ella y su sentir, así que mejor procedo a terminar tan prestigiosa comida.

Después de que acabamos de alimentarnos, salimos rumbo a la Montaña Infraterrenal. Sé que al ver lo que esté haciendo Natalie, cualquier cosa me causará impresión, siento ansias y desespero.

Sujeto la mano de Collings y en un abrir y cerrar de ojos, llegamos.

¿Cómo describir tan esplendoroso lugar?

La vista es impresionante. Aún no llegamos a la cima, por lo que no podemos ver lo que pasa en la Tierra, pero la vista desde aquí es simplemente, fantástica y sobrenatural. El cielo color rojo vivo, el lago que está entre dos cerros le da un toque de fantasía. Las aves de dos cabezas con sus cánticos. El suelo café verdoso sin ninguna huella de algún animal.

Karl, Collings y yo escalamos el último tramo de montaña que nos falta para llegar a la cima. Dos pasos más y llegamos, uno, cero...

Lo primero que veo es a mis papás, en sus acciones tratan de ocultar la tristeza por la pérdida de uno de sus hijos, ellos están tratando de seguir adelante pero, creo que será más difícil si no sueltan la foto que tienen en sus manos de mí. Mi hermana, le afectó la pérdida aunque no le importo mucho, a mi hermano, prácticamente ni le afectó.

En cuanto a mis amigos, el recuerdo ahí queda, están jugando soccer y Nathan corre con el balón buscándome para pasármela, pasa el balón más no me encuentra. Se acabaron las reuniones en mi casa cada viernes al salir de la preparatoria. Se acabaron las tardes para hombres donde nuestras borracheras, eran con refresco de cola. Se apagó el estéreo que dejaba sin oídos a mi madre. Mi guitarra dejó de producir sonidos alegres mientras Nathan cantaba, ahora se ubica en un altar <un altar dedicado para mí>.

Y Natalie...

A ella le afectó más que a nadie mi partida.

Entró en depresión, su propio ánimo le provocó anemia. Está más delgada, come menos de lo normal. Se autolesiona. Sangra. Llora. Desea desde su corazón vacío morir. El suicidio es el pensamiento de todos los días. Mira las pastillas de su madre, escoge las más potentes para morir lo más rápido posible, pero no tiene la suficiente valentía como para hacerlo. Sigue con vida, sin embargo, su corazón dejó de sentir, aún late, solo que sin sentido.

Ella está devastada, por mi culpa. Me siento mal por haberme ido de ella así tan fácil. Justo cuando nuestro amor iba creciendo. Recuerdo cuando ella me hablaba sobre el suicidio y maneras de morir con tanta naturaleza que pensé que lo decía en serio. Tomaba morir como un juego que me confundía y me hacía pensar que en realidad quería morir. Rogué tantas veces para que esos pensamientos se acabaran solo para no tener que soportar la muerte de la persona más especial en mi corta vida y resultó que, cobardemente, la dejé sola, la abandoné. Mis propios problemas me llevaron a la muerte. La falta de decisión y la cobardía iniciaron todo.

Natalie, lo siento.

El día pasó bastante rápido. Aquí el día se mide en sufrimientos y creo que al ver todo lo que causé, me hace sufrir desde acá. Coloco mi cabeza sobre el pecho de Collings quien al sentir mi calor, me da un abrazo de consolación. Acaricia mi espalda, repite algunas veces "vas a estar bien, todo estará bien".

-Vamos, abrázame, no te haré daño. Todo estará bien.- Su voz suave me da la suficiente confianza. Me dejo querer.

En un instante, caigo desmayado sobre los brazos de Collings. Me lleva de regreso a casa. Avienta mi cuerpo a la cama y tapa mis piernas con una manta...

A altas horas de la madrugada despierto, agitado. El corazón empieza a latirme muy rápido, la respiración se me corta y mis ojos comienzan a irse hacia atrás. Karl asustado llama a Collings.

-Ten, rápido toma esto.- Abre mi boca y echa una medicina con un sabor muy raro. -Puede ser que se te haya metido un Knugle <bacterias demoniacas>. Por eso quería que fuéramos temprano a la Montaña, a altas horas puede ser peligroso estar ahí por la enorme cantidad de bacterias. Si no son tratadas a tiempo, te puedes convertir en un ShockHawk (tipo de zombie de infierno) y estaría obligada a dejarte ir, por mi bien.-

Estoy descubriendo nuevas cosas de aquí, aún tengo mucho por aprender.

La medicina rápidamente hace efecto y caigo dormido, esperando que mañana sea un mejor día.

Traición en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora