Capítulo 12.

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Noveno día en el infierno

Una Collings emocionada es la encargada de quitarme el sueño.

-¿Qué pasa?-

-Hoy es el gran día de ir a ser feliz.-

-¿Por fin me llevará al paraíso?-

-Claro que no, iremos al exagnorio a impedir que más almas vayan al paraíso.-

-¿Y eso para qué?-

-Para garantizar que el infierno se siga sobrepoblando y así, que siga siendo un gran mundo de sufrimiento.-

-¿Tengo que ir?-

-Por supuesto, los Jefes del Infierno nos han seleccionado, junto con otras personas, para ir a sabotear las entrevistas.-

-¿Cómo haremos eso?-

-Simplemente matándolos.-

-¿Nos dejarán acceder al exagnorio?-

-Los demonios tienen la capacidad de atravesar mundos.-

-Eso quiere decir que ¿usted es un demonio?-

-Que te importa. Alístate y vámonos.-

-¿Qué debería llevar?-

-Ganas de matar.- Se va a su recámara.

Puede ser que, me encuentre con Natalie, si es que ella se suicidó. Si la veo, no sería capaz de matarla, ¿aquí también existirá el destino? Espero que ella aún no haya perdido la vida. Collings me llama desde la puerta principal, debo apresurarme. Agarro mi cartera y la coloco en la bolsa trasera de mi pantalón. Antes de salir, pateo por error la foto de Natalie, la recojo, no puedo salir sin ella.

-Toma mi mano.- Dice Collings.

-¿Es necesario hacerlo?-

-Sí.-Piensa y duda un poco. -Tenemos que irnos ya para llegar primero y matar a todos los que podamos.-

Agarra mi mano a la fuerza. Me desmayo antes de que pueda decirle algo. Llegamos al exagnorio.

Hay mucha gente, la mayoría son personas de entre 13 y 25 años, muchos traen impactos de bala, otros tienen el cuerpo totalmente deshecho, algunos más con la marca de una soga en su cuello. Nadie sabe en dónde están, la misma cara que tenía yo la tienen ellos.

-Tenemos que idear un plan.- Indica Collings.

-¿Necesariamente tenemos que matarlos?-

-Sí. Nos tocó colocar la bomba.-

-¿Bomba?-

-Sí, debemos colocarla en un punto estratégico para asegurar que muera más gente.-

La veo en el piso, hay varios interruptores y un botón muy llamativo que incluso da tentación de tocarlo. Collings se aleja un poco y al regresar, le tengo malas noticias...

-¿Qué pasa si la bomba es activada por error?-

-Explotará en menos de 60 segundos.-

-Entonces debemos correr.-

-¿Por qué?-

-La activé por error...-

-¿¡QUÉ!?-

-Que la activé por error.-

-¿Pero por qué?-

Antes de contestar algo estúpido, corremos. No es seguro quedarnos aquí (obviamente).

-Toma mi mano.-

-¿Y qué pasará con las personas que mueran?-

-Sabremos de ellas en las noticias.-

Logro alcanzar a Collings.

Llegamos a casa nuevamente.

-Lo que hiciste allá estuvo muy mal.- Reclama Collings. ¡Pudimos haber muerto!

-Lo lamento...-

-¿Sabes lo difícil que sería para mí perderte?-

-No, no lo sé. ¿La castigarían o algo por el estilo?-

-No. Te extrañaría.-

-Soy su dolor de cabeza, ¿por qué tendría que extrañarme?-

-Porque nuestras almas están conectadas.-

-¿Conectadas cómo?-

-Cuando sientes amor, piensas que eres inseparable de esa persona, como si el alejarte fuera la peor de las tragedias. Lo mismo siento por ti.-

-Entonces, ¿le gusto?-

Agacha la mirada, observa un papel dentro de su bolsillo y calla por unos segundos.

-Por supuesto que no, iluso.- Toma un vaso y lo avienta directo a mi rostro, apenas y logro esquivarlo, pero al estrellarse con la pared, un vidrio salió disparado justo a mi espalda.

-Eso te ganas por iluso.- Acaba.

Por un momento pensé que el cariño que tenía hacia mí era más que el que podría haberme imaginado. Al irme a mi cuarto, Collings me detiene y saca el vidrio del vaso encajado en mi espalda. Comienza a sobar suavemente.

-No gracias, no necesito que me sobe.-

-Si lo necesitas, es por tu bien.-

-Una herida así no se quita con un simple masaje.-

-¿Y qué?-

-Deje de tocar mi espalda.-

-Está bien pero recuérdalo, me necesitarás.-

No entiendo eso de "me necesitarás", a lo mejor solo es una advertencia. No lo tomo muy enserio y me preocupo por la herida. Desprendo un pedazo de venda que hay sobre la piel de Karl y la coloco en donde el vidrio atravesó mi piel.

-Lo siento Karl, Taylor me espera...-

¿Taylor?...

¿Qué me está pasando?

Recuerdo cuando un día, ella tenía un partido de Soccer, pasó por mí casa solo para que yo fuera a verla jugar. Nos fuimos juntos, agarrados de la mano. Empezó su partido, rápidamente su equipo iba perdiendo. Al entretiempo, un beso en su frente y un "vas a jugar mejor" la motivó. Ese partido lo ganó su equipo gracias a ella. Ella encontró en mí y yo encontré en ella una motivación y esa misma motivación, me la arrancó un conductor descuidado que viajaba sin control y rompiendo las leyes de la velocidad.

En un mismo accidente murieron mi novia, mis sentimientos y el poco de fe que tenía en la vida. Aunque todo eso se reestableció con Natalie, quedó una gran cicatriz en el cuerpo de mi pasado. Esa cicatriz con aires de miedo de que suceda otra vez, transformó un poco mi actitud. Y ahora, soy muy cuidadoso, me preocupo demasiado por el bien de los demás que a veces, me descuido yo mismo.

Traición en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora