Capítulo 13.

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Décimo día en el infierno

Ruidos. Extraños ruidos y paralizantes vibraciones, me quitan el sueño. En mi ventana se ven las sombras de seres aterradores corriendo alocadamente, entro en pánico. ¿Desde cuándo tengo ventana? Recuerdo que la primera vez que dormí aquí, quería abrir la ventana para que entrara un poco de aire, pero, no había. ¿Cómo apareció?

Voy paso tras paso tratando de hacer el menor ruido posible, levanto un poco la cortina para no ser visto. Son los mismos seres que vi aquella vez que estaba en el cementerio, huyendo de demonios. ¿Qué hacen aquí? Entro al cuarto de Collings, está dormida.

Es ensordecer el ruido que provocan los demonios y Collings aún no despierta, quizás está muerta.

Un anormal sistema de alarma con una voz un poco tétrica dice "Alerta roja. Día negro."

¿Día negro? Escuché hablar a Collings de eso, pero no entendí qué era con exactitud. Sigue sin despertar.

Veo a Karl en una puerta y haciendo gestos desesperados, intentando decir algo, supongo que debo salir por ahí. Aunque quiera, no puedo dejar a Collings aquí, tengo que llevármela. La agarro en mis brazos y al llegar con Karl, se la hecho a los hombros, dejándole toda la responsabilidad a él. Noto que dejo caer una mochila, reviso que hay adentro; armas.

Armas de todo tipo: cortas, largas, francotiradores, granadas. Es un arsenal completo para matar. Y eso haré.

No entiendo cómo cabe todo dentro de la mochila, no se ve tan grande. Coloco la mochila en mi espalda y cuando Karl está listo, empezamos.

Abro un poco la puerta que al parecer, es la salida de emergencia. Se puede apreciar que hay un grupo de unos diez demonios corriendo, lanzo una granada, los demonios la toman sin saber qué es, en cuestión de segundos, explotan. El piso queda repleto de un líquido negro, siento lástima por quien le toque limpiar.

Abro la puerta por completo, se escuchó un quejido, es el de un gato negro, lo golpeé. No sé si deba confiar en él. Aún tengo corazón humano y decido agacharme a acariciarlo. Tiene un tamaño promedio, pelaje muy suave, debo llevármelo. Lo coloco en mi hombro y sigo mi camino. Trato de que mis movimientos sean sigilosos, lentos, tomo una pistola, estiro mis brazos y con un dedo en el gatillo, esperando que la próxima bala que dispare, dé justo en el blanco. Camino junto a las paredes, al terminar de recorrer cada pared asomo mi cabeza y la punta de la pistola. Sigo sin encontrar nada.

De pronto, escucho ruidos dentro de la casa. Regreso a la puerta de emergencia. La abro y un demonio se abalanza sobre mi cuerpo, el gato se avienta a la cabeza de él y logra quitármelo de encima, incluso lo tira al suelo, apunto la pistola al cuerpo del demonio y disparo en par de ocasiones. El gato me salvó la vida, sin ordenárselo, volvió a mi hombro, se ha ganado mi cariño. Comenzaré a llamarlo Blackie. Espero que Collings lo acepte en casa.

Sigo avanzando dentro de casa. En el área de la cocina hay unos cuantos más. Blackie se adelanta, toma a un demonio por el cuello con sus afiladas uñas.

-Quédate aquí, protege a Collings.- Le digo a Karl antes de meterme a la cocina.

Uno de ellos es gigante, choca casi con el techo. Tomo un arma larga y le disparo, con uno no es suficiente para matarlo, ni dos, ni tres, tengo que utilizar otra granada pero no puedo explotarla aquí porque está Blackie, disparo a otros dos. En un descuido, dos demonios me toman e intentan asesinarme con sus propias manos, Karl entra y les clava una navaja a ambos. Blackie sale de la cocina, Karl intenta matar al más grande pero no consigue nada. Está tapando la puerta, mi mochila la dejé afuera, necesito la granada, Karl lo distrae, Blackie entra y en su boca sujeta una granada. Es imposible que los tres salgamos de la cocina sin que el demonio gigante nos alcance. La cara de Karl, me hace pensar lo peor...

El gigante lo tiene sujetado, está casi inconsciente, me mira, ambos sabemos lo que piensa el otro, Karl solo asiente y voltea al piso. La única manera de matar al demonio gigante es, tener que activar la granada, lanzarla a la cocina, huir y que muera Karl también.

Es difícil, pero también es la única opción. Lo siento Karl. Te extrañaré.

La explosión despierta a Collings. Se escucha nuevamente la alarma: misión terminada, todos los demonios han sido asesinados.

Y sí, todos los demonios han sido asesinados, junto con Karl. El sufrimiento que se siente en este momento es tan grande, que incluso logra ablandar el corazón de la persona más fría. Como Collings, que mira el cuerpo de su fallecido compañero. Coloco una mano en su hombro, me mira y deja caer su cabeza a mi pecho. Rodeo su cuerpo con mis brazos. Sí, la estoy abrazando. Blackie solo se acuesta en el suelo.

-Iré a preparar la cena.- Dice Collings.

-¿Se encuentra bien?-

-Solo iré a preparar la cena.- Limpia sus ojos.

-Está bien.- Asiento.

Siento lástima por Collings, sé lo que está sufriendo y sinceramente si hubiera una manera de hacerla sentir mejor, lo haría.

-Disculpe, ¿Cómo se siente?- Intento ser comunicativo.

-Triste.- Tapa su cara con un pañuelo.

-¿Sólo eso?-

-Cuando pierdes a alguien cercano, ¿Qué más se puede sentir?- Recordé cuando Taylor murió frente a mí.

-Entiendo. ¿Puedo hacer algo para que se sienta mejor?- Cualquier cosa, lo prometo.

-¿Puedes revivir a Karl?-

-No, lo siento.- Miro la mesa.

-Entonces dame un beso en la mejilla.-

-¿Qué?- Volteo a ver a sus ojos.

-Sólo hazlo.-

Me acerco a ella. Intento que sea un beso seco pero, al estar a unos cuantos centímetros de ella, me golpea en la cara con su puño.

-Buenas noches Alexander.-

Traición en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora