Capítulo 5.

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Segundo día en el infierno

Despierto antes de que Collings me corte otra parte del cuerpo. La sangre que sale de mi nuca, justo en donde me dio la bala con la que morí, me indica que algo malo me hizo esa vieja. No veo a Karl por ningún lado, tampoco se escucha ruido.

Pongo un pie en el piso y de repente sale una mano que me toma del tobillo. Ya me lo esperaba.

Logro zafarme con facilidad y antes de que intente volver a tomar mi pie, le doy un pisotón. Se escuchan unos huesos quebrándose, ups, perdón.

Por los gritos tan fuertes que emite la persona a la que estoy pisando, supongo que es Karl, quien al no aguantar el dolor, desaparece de la celda. ¿Cómo es que puede seguir sintiendo dolor y después desaparecer como si nada? Es como algunas amigas de la Tierra, que nada más les pasaba algo malo y de repente ya no sabía nada de ellas, hasta que publicaban frases de desamor y deprimentes.

Acomodo un poco mis ideas, limpio mis ojos con mis dedos, volteo hacia todos lados y listo, voy hacia el comedor. Antes de llegar, vomito un líquido amarillo, sí, los gusanos de Collings.

-Alexander.-

-¿Qué?-

-¿Sabes cuánto tiempo tarda tu cuerpo en fabricar sangre?-

-No lo sé, ¿por qué?-

-Te preparé una bebida típica del infierno, el ingrediente especial es la sangre. Ya que tú tienes sangre aún sin tantas bacterias, decidí quitarte uno, quizás dos litros de sangre.-

-¿Por qué no usó su propia sangre?-

-Porque eso puede ser peligroso para mi.-

Miro mi plato de comida. El vaso lleno de líquido rojo me provoca una extraña sensación de beberla. Sé que si contradigo lo que piensa Collings, provocaré su enojo, así que adelante. Acerco el vaso hacia mis labios y dejo que el líquido entre lentamente a mi boca.

-Aparte de sangre ¿qué otro ingrediente tiene?-

-Alcohol etílico. Hace poco leí que esa sustancia puede ser dañina para los humanos como tú, así que te la preparé con todo mi amor, espero no te moleste.-

¿¡QUË!?...

-Hmm, pues, me gusta.-

-¿Te gustó?-

-Sí. Sabe como a frutas.-

-¿Cómo puede ser que te guste eso?-

-No lo sé, solo me gusta, ¿no hay más?-

-No, ya no hay.-

-Entonces está bien.-

Tiene una cara confundida. Termina su comida solo viendo el plato. Creo que funcionó lo que quería hacer. Cuando ya no tengo más hambre, dejo el plato en la cocina y me voy a mi celda.

Karl intenta comunicarse conmigo pero no le entiendo nada. Se va y cuando regresa, está con Collings.

-Cámbiate, iré a mostrarte lo que es el infierno.-

-¿Cómo quiere que me cambie si no tengo ropa?-

-Ten.- Es un traje completamente rojo. -Tendrás que usarlo si quieres salir, cuando termines, te pones la correa.-

-¿Karl no vendrá con nosotros?-

-No, está prohibido tener muertos en las casas, así que me iría mal si alguien se entera de Karl.-

-¿Y si le cuento a alguien más que usted tiene un muerto en su casa?-

-No te llevaría al paraíso.-

Permanezco en silencio y hago lo que me ordenó.

Después de unos dos tiempos, salgo de la casa.

-Toma mi mano.-

-¿Para qué?-

-Para llevarte.-

No entiendo. Agarro su mano y quedo inconsciente. Al despertar Collings me dice:

-Bienvenido al centro del infierno.-

No hay ningún edificio. Todas las casas son de colores fuertes y oscuros. Están amontonadas entre tantos cerros.

-Exactamente, ¿dónde vivimos nosotros?-

-Lejos de aquí.-

-¿Cómo es que llegamos?-

-Magia negra.-

-¿Eso existe?-

-Para mí si y eso quiere decir que para ti también.-

Al observar alrededor, noto a humanos con sus amos justamente como yo lo estoy. No hay ninguna cara feliz a excepción de las personas que sujetan las correas.

Me llama la atención una muchacha de pequeña estatura, ojos color verde pero, sin sonrisa. Su dueña esta subiendo escaleras al tercer piso de un departamento. Ella en un paso lento, sigue su paso. Empieza a llorar. Sus ojos miran hacia abajo y en un instante, se tira al vacío. Su amo, jala de la correa y la asfixia por completo, queda colgada del cuello. El grito de dolor retumba en mis oídos y yo tan incapaz de hacer algo, me volteo y se me hace un nudo en la garganta. Una extraña risa macabra se encarga de ponerle música a los últimos segundos con vida de esa persona.

Vuelvo a voltear y ella aún continúa colgada.

De repente cae al suelo, ya sin vida y, sin cabeza. ¿Cómo una correa pudo separar su cabeza de su cuerpo? No lo sé. Llega una ambulancia y la atropella, asegurando de que ya no tenga vida. Las personas que se bajan de la camioneta piden que se despeje el área.

-Vámonos de aquí.- Dice Collings.

Toma mi mano y al despertar, aparezco en la cama de la celda.

Solo quedo pensando en Taylor, ¿qué estará haciendo? ¿Se acordará de mi cuando vaya y la encuentre?

La foto de Natalie quedó en el piso, la recojo. Miro su gran felicidad en una sonrisa. Quizás de quien realmente estoy enamorado es de Natalie. Quizás hago todo esto sin ningún motivo. Puede ser que cuando Natalie muera, también venga al infierno. No lo sé, estoy arriesgando mucho y no sé lo que realmente siento.

Tengo más de un año sin ver a Taylor y alrededor de un mes sin ver a Natalie. Parece obvio que quiera más a la persona que tengo menos sin verla, pero, no sé.

Extraño a ambas, también a Stephanie y mis demás amigos.

Traición en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora