Capítulo 22.

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Comienza a caer la noche en el paraíso. La disputa entre Taylor y yo sigue. Han pasado largos ratos en los que ambos nos quedamos callados. Las lágrimas caen y caen hasta estrellarse con el agua del mar.

-Alexander, ya estoy cansado de pelear.-

-Y yo me estoy cansando de ti.-

-Vaya. Nunca algo me había dolido tanto como esto.-

-Perdón, pero cuando me desespero comienzo a decir cosas sin pensar.-

-No hubiéramos llegado hasta acá si hubieras entendido que nuestro amor era como un candado. Grande y fuerte. Pero por lo que me dices, alguien más tenía la combinación.-

-No fue mi culpa haberte perdido así.-

-No fue la mía que me olvidaras tan rápido.-

-Porque lo necesitaba.-

Ambos salimos del mar. Caminamos hacia la entrada de una casa deshabitada donde podamos cubrirnos del aire y el probable frío. Continuamos con la discusión.

-No sé porque me arriesgué tanto a... ¡NATALIE!- Dije, con una gran exclamación. -¿Qué haces aquí?-

-Me suicidé. Por ti.-

-¿Es enserio? ¿Eres real?- Tomo sus manos. -¡Sí! Realmente eres tú. ¿Estás bien?-

-Sí, lo estoy.- Sus gestos eran tan vacíos. No expresaban nada.

-¿Qué pasa? ¿Qué tienes?-

-Llegué a interrumpirlos.-

-No, llegaste en buen momento.-

-¿Buen momento para qué?-

-Para, no lo sé. Te extrañaba y tenía muchas ganas de verte.-

-No se nota. Te miré desde lejos que estaban muy a gusto platicando.-

-Estábamos discutiendo, sobre... ti.-

-¿Sobre mí, qué le decías? Que solo me usaste, que era parte del plan para olvidar a ella, ¿eso le dijiste?-

--No, le dije que tenía a la mujer más maravillosa, la que me sorprendía con cada detalle y me enloquecía. Le dije que, gracias a ti, aprendí a vivir. Que recuperé todos mis sentidos y cada respiración tenía un motivo, ese motivo eres tú. Eso le dije.-

Predomina el silencio, miradas a las manos entrelazadas y un terrible deseo de abrazarse y fundirse en el alma del otro. Taylor solo calla y observa.

-¿Sabes lo mucho que sufrí por ti?-

-Supondría que no tanto como yo lo hice. Estuve sola. Llorando a diario. Encerrándome en mí cuarto. Deseando morir. Querer volverte a ver, sentirte, abrazarte. Tenía miedo de salir de casa por saber que en cualquier momento te podría recordar y me tiraría a llorar.-

-Éramos desconocidos, nos hicimos amigos, después novios, por cuestiones del destino te abandoné y ahora, otra vez estamos juntos, ¿no crees que estamos hechos el uno para el otro? Y que a pesar de todo, somos inseparables.-

-Creo que deberías besarme.-

-No, ahora no. Un abrazo será más que suficiente.-

-Abrázame, amor.-

Esa, la manera en la que se refería a mí, la manera en la que me llamaba "su amor", "su novio", "su niño", eso me mataba al instante. Recorría por mi espalda un escalofrío, ese que sientes al saber que te quieren. Ella nunca se avergonzaba de mí, de mi cara fea, de mi cuerpo delgado en exceso, de mi piel morena. A ella no le daba pena presumirme, decir que yo era su novio. Cada detalle que yo odiaba, ella los amaba con locura. Sobre todo los hoyuelos que se me forman al sonreír, estaba loca por mí.

Al juntarnos en un abrazo, Taylor, se dio la vuelta y caminó unos pasos antes de sentarse en la arena a descansar.

-Te extrañé mucho, Natalie.-

-Yo también te extrañé, amor.-

-No me digas así.-

-¿Por qué no?-

-Harás que pierda el control y recurra a besarte.-

-Está bien, amor.- Sonríe malvadamente, sabiendo que sus palabras provocarán que también sonría y así ella pueda ver a cada extremo de mis labios, los hoyuelos.

Los tres nos sentamos, imaginó que al igual que yo, estarán pensando en qué será de sus vidas.

-Taylor, Natalie, tenemos que permanecer juntos para tratar de entender cómo es la vida aquí. No sabemos a qué peligros nos enfrentaremos, dónde conseguiremos comida y dónde dormiremos. Por lo pronto podemos tomar esta casa como nuestro hogar, tiene dos cuartos y es suficiente para los tres. Taylor en uno y Natalie y yo en el otro.-

Ambas, hacen un gesto de desaprobación, pero terminan aceptando de todas maneras. Cuando nos disponíamos a ir a acostarnos, una nave flotante aterriza en la playa. Unos sujetos de piel y ropa blanca bajan con varias cajas.

-Estos serán sus suministros de comida, si se les acaba pueden llamarnos nuevamente o esperar a que volvamos, adiós.-

Se suben a la nave y desaparecen. Al revisar las cajas, encontramos comida de todo tipo, lo bueno es que esta si es comida como la que comía en la Tierra, no como la del infierno.

-Buenas noches, Taylor.-

-Mmm, buenas noches Alexander, Natalie.-

-Igualmente para ti Taylor.- Responde Natalie.

Nos vamos a dormir al otro cuarto, pero, acabo de recordar algo...

Ha pasado un mes y si no mato a Taylor, tendré que regresar al infierno. Sería buena opción matarla y quitar un peso menos... O tengo que idear una alternativa en la que todos salgamos ganando.

Sinceramente no quiero irme de aquí, por Natalie. Así que mañana, tendré que salir a matar a Taylor antes de que llegue Collings por mí.

Traición en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora