Capítulo 16.

14 4 2
                                    

Décimo tercer día en el infierno

-¡Despierta ya!- Entra Collings a mi habitación. Antes de que pueda abrir los ojos me da una bofetada.

-¿Qué? ¿Qué pasa?-

-Hoy prácticamente es tu último día en el infierno, así que tengo que hacerte sufrir aún más que otros días. Vas a recordar este día como el peor día de tu muerte.-

-Gracias pero, ya soy lo suficientemente fuerte como para aguantar sus castigos.-

-No me retes. Lo de días anteriores sólo eran pequeños avisos. Hoy, desearás no haber estado nunca aquí.-

-De hecho, nunca quise estar aquí. Estoy aquí por "incumplir las leyes".-

-No deberías hablarme así sabiendo que puedo no mandarte al paraíso.-

-Si no me manda entonces usted será condenada a morir.-

-Haría todo lo posible para verte sufrir, ¿lo recuerdas?-

-Hmm, sí.-

-Debes entender que no puedes faltarme el respeto.-

-¿Existen los valores aquí?-

-Sí, pero para ti no. Anda y vamos a desayunar.-

-¿Qué desayunaremos?-

-Pequeños trozos de cerebelo que logré sacar de tu cabeza.-

-¿¡QUÉ!?-

-Si no me crees deberías comprobarlo.-

Efectivamente. Toco mi nuca y siento sangre salir. Collings es una desgraciada.

Volteo a verla y me lanza una simple sonrisa. Definitivamente cuando me vaya no la voy a extrañar.

Al salir de mi cuarto, hay una trampa para osos, por poco caigo. Del techo sale disparada una lanza en dirección hacia mi cabeza, logro esquivarla, pero al agacharme, una bolsa llena de polvo cae sobre mí. Collings sabe perfectamente de mis alergias al polvo. Intento sacudirme un poco, absorbí una gran cantidad de polvo. Comienzo a rascarme desesperadamente la nariz, estornudo constantemente, se me corta un poco la respiración y se empiezan a formar ronchas rojas alrededor de mi cara. Estúpida Collings.

Intento limpiarme con cualquier cosa que encuentre, me provoco estornudos frotando con mi lengua el paladar, todo lo necesario para expulsar lo que más le hace mal a mi sistema respiratorio.

-Anda Alexander, apúrate que se te va a enfriar la comida.-

-Sí porque su corazón está cerca.-

-¿Qué dijiste?-

-Que su corazón es demasiado frío.-

-Eso a ti no te importa.-

-Ahora entiendo porque la engañó su exnovio.-

Creo que esta vez me pasé. Los ojos de Collings cambian de negros a un rojo sangre, el tanque de gas de la cocina explota, la casa se quema. El vidrio de la ventana más cercana estalla. Me refugio en la mesa y con una silla. Collings entra a la habitación de las armas, toma una escopeta y dispara al techo.

-Más te vale que te disculpes.-

-No lo haré hasta que usted lo haga.-

-Yo no tengo por qué disculparme.- Apunta hacia mí, acciona el arma y...

Blackie brinca hacia ella. Logra rasguñar su cara y tumbarle el arma. Mientras ellos están peleando, yo corro a agarrar el arma y apunto a la cabeza de Collings.

Traición en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora