Capítulo 11.

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Octavo día en el infierno

Despierto en casa. El dolor en mi brazo es insoportable y la principal razón por la cual desperté. Collings entra cuidadosamente.

-¿Ella no me quiere, cierto?-

-¿De qué hablas?

-Ayer, la voz que me guiaba entre los demonios, dijo que Natalie se había olvidado de mí.-

-¿Y qué te sorprende? Los humanos hacen eso. Una persona puede ser la más valiosa, la más querida por todos, tener miles de muestras de aprecio al año, al morir, todo lo que logró en vida se olvida. Cada persona a su alrededor tira a la basura todos los recuerdos que tenían para darle espacio a otros. Para eso son los funerales, "dar el último adiós" no es más que decir "al fin me dejarás de importar". Dentro del ataúd no solo va el muerto, también va el odio, rencor, amor y cualquier otro sentimiento anclado en el corazón de las personas cercanas al difunto.-

-¿Usted cómo sabe?-

-Pff cuando estaba viva, tenía todo lo que cualquier persona desearía haber tenido. Viví entre lujos, mis padres tenían suficiente dinero como para vivir cincuenta años más sin trabajar. Debido a las pocas oportunidades que tenían las mujeres en esos tiempos, tuve que estudiar en otro país. Me gradué. Obtuve mi título y fui la mejor de la clase.

No estaba conforme con la importancia que se les daba a las mujeres y luché por acabar con el machismo. Tenía un novio, llevábamos dos años de relación, fueron los dos años más bonitos de mi vida. Jurábamos que nos íbamos a casar. Teníamos la edad perfecta, ambos contábamos con trabajo, salud, hogar, dinero y un automóvil en el cual nos transportábamos...-

-¿Y qué pasó?-

-Él era un machista. Cuando le hablé de que lucharía por los derechos femeninos, solo se rió y se alejó. Perdimos toda comunicación. Se desapareció de mi vida. Por los "avances" tecnológicos de esos tiempos, no contaba con celular, ni rastreador GPS, ni cualquier otro medio con el cuál yo pudiera contactarlo. Meses después, envió una carta que aún guardo junto a otra que yo mismo escribí.-

-¿Podría leerla?-

-Sí, toma.- Entra las bolsas de su saco toma un papel y lo avienta. La carta decía:

"Querida fuente de mi dinero:

Quiero que sepas que nunca te he querido <<mucho menos amado>>, que solo te estaba usando. Gracias a ti he conseguido ser un millonario sin esforzarme mucho. ¿Recuerdas cuando a tus padres les robaron más de veinte millones? Já, adivina quién fue. Tu tan incrédula creyendo que habían sido unos ladrones. Tienes 26 años de vieja y la actitud de una niña de cinco, como todas las mujeres, tan tontas. ¿Creíste que me iba a casar contigo? Ay qué lástima pero no. Te lo repito, solo te usé. Si pensaba casarme contigo, solo para asegurar que mi fortuna siguiera creciendo. Todo iba tan bien hasta que empezaste con eso de "hay que acabar con el machismo", ridícula. Las mujeres se hicieron para tenerlas en casa, para que hagan la comida del hombre trabajador porque ustedes y sobre todo tú, nunca podrían hacer el trabajo de nosotros. ¿Estar juntos por siempre? Perdón querida, pero eso solo se lo decía a tu dinero, tú no me importas ni me importaste. Preferiría estar mil veces con tu amiga, la pelirroja, a estar contigo. Ah por cierto, hoy tengo una cena romántica con ella en su casa. Si quieres ven, es por la avenida 4, casa #1506, antes de llegar al supermercado, empezaremos desde las ocho de la noche. Me encantaría que fueras solo para ver tu torpe cara de sufrimiento. Ah por cierto, ¿puedes traer flores? Es una cena romántica, recuérdalo.

Bien, oficialmente no somos novios, nuestra relación ACABÓ, espero entiendas.

-Mi nombre ya no importa, tú sabes quién soy.

-¿Por qué aún guarda estas cartas?-

-Ambas estuvieron en el momento en que yo morí. Después de leer la carta de mi ex prometido, busqué tinta y papel, y escribí mi carta de despedida.-

-¿Se suicidó?-

-No, él me mató con su fría y cruel manera de tratarme.-

-¿Asistió a la cena?-

-¡Pero qué cosas preguntas! Obviamente fui. Tenía sed de venganza. Llevaba las flores, lo poco de dignidad que me quedaba y en mi saco, una pistola con dos balas con ganas de atravesar la piel y desgarrar todo a su paso. Cuando llegué, toqué el timbre. Él me atendió sorprendido. Yo le dije que una cena romántica es solo para dos, accioné la pistola y lo maté. Fue la sensación de odio y alegría más hermosa que pudo haber existido. Ver cómo se desangraba, cómo moría, fue divertido. Pero aún me quedaba una bala y no sabía qué hacer con ella. Así que quería crear un poco de trauma psicológico en esa pelirroja. Entré a la casa, la tomé del cabello, le dije "gracias por regresarme a la realidad" y me disparé. No sé si lo peor de todo esto es que, antes de ser mi novio, era mi mejor amigo.-

-Usted se quitó el sufrimiento y se quitó la vida al mismo tiempo.-

-Sí eso hice. Y ahora estoy aquí haciendo sufrir a los demás. Es irónico.-

-¿Ya es de noche otra vez?-

-Sí, aquí cuentan tanto los sufrimientos humanos como los de nosotros. El día acabará rápido si uno de los dos sufre.-

-¿Le dolió haber recordado eso?-

-Sí pero, apuesto que llegará alguien que me valoré y que por supuesto, nuestro amor será prohibido.-

-Sí, estoy seguro que lo encontrará. Buenas noches señorita Collings.-

-Buenas noches Alexander. Te quiero.-

¿¡QUÉ!? ¿¡ME QUIERE!? No estaba listo para oír eso. La sinceridad de Collings comienza a asustarme, actúa como si yo le gustara y eso no me gusta.

Traición en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora