Aquel estridente sonido matutino me obligó a saltar de la cama.
La alarma no paraba de sonar.
Cuando mis ojos se hubieron acostumbrado a la luz, apagué el aparato de un manotazo, que cayó a la moqueta verde que adornaba mi cuarto.Mi hermano mayor no tardó en llegar a la escena del crimen...
-¿¿Otra vez?? ¡¡Ya llevas tres despertadores rotos!!-Gritó él, alejándose a grandes zancadas con el aparato en las manos.
-Qué remedio...-Murmuré, pues ya sabía que me encontraba sola en la habitación.
Me tiré varios minutos observando el techo, pensando en el idéntico y agotador día que me tocaba.
Todavía seguía ahí cuando me dí cuenta de que mi hermano había vuelto.-¡Venga! ¡Que llegas tarde!
Suspiré.
-Ya voy, ya voy...
Corrí al armario en busca de una ropa decente que ponerme. Finalmente, opté por una falda sencilla y una camiseta lisa de color rojo. Total, tampoco debía complicarme demasiado, no había mucho que ver...
Desde que Raúl y yo nos quedamos huérfanos, él no hace más que adoptar la función de "padre",y en cierto modo me agrada, de no ser por él no querría ni imaginarme dónde habría acabado. Tuvimos suerte con la edad de mi hermano:veintiún años es más que suficiente para encargarse de una hermana de quince.
Abrí la puerta del baño y deslicé el peine por entre los mechones de mi cabello alborotado, dando paso a mis perfectos rizos castaños.
Acerqué la toalla al lavabo y la mojé para después pasármela por la cara. En poco tiempo, mi rostro había quedado impecable.
Apliqué un poco de rímel en mis pestañas y adorné mis labios de un color presentable. No quería dar paso a los insultos por llevar una pintura demasiado fuerte para mi edad, aunque la mayoría de las chicas de mi instituto lo llevaban.
Me miré al espejo una última vez y después salí por la puerta trasera de mi acogedora casa, donde mi hermano me esperaba de brazos cruzados, con la espalda ligeramente apoyada en el vehículo.Cuando me vio, alzó las manos al cielo.
-Por dios, Margaret. ¡Pensaba que no ibas a llegar nunca!
Puse los ojos en blanco y abrí la puerta del copiloto.
Mi hermano puso la radio y la mudó a una emisora demasiado rockera para mi gusto. Me reí de lo lindo al ver los movimientos ridículos que hacia frente a la carretera. De vez en cuando, agarraba el volante y hacia de éste como si de un micrófono se tratara.
El resto del trayecto lo pasamos en silencio, con alguna que otra miradita comprensiva por parte de mi hermano, pero en silencio.
Hasta que los monumentales pilares del instituto se dejaban ver en el cielo azul.
-Que tengas un buen día, hermanita.-Me dijo dándome un beso en la frente.
Me bajé del coche y observé con indiferencia como se iba alejando, hasta que no quedó más que un punto negro.
Caminé con pasos lentos hacia la verja de entrada, buscando con la mirada a mi amiga.
-¡Ey, Marga! ¡Ya estás aquí!
Me giré de un salto, con el corazón amenazándome con salirse de mi pecho. Me tranquilicé instantáneamente cuando vi que la persona a la que estaba buscando se hallaba en frente mía. Por lo visto, estaba tan concentrada en verla que no me enteré de que fue ella la que me había encontrado primero.
-¡Dios, Claudia! ¡Procura no darme nunca más esos sustos!-Exclamé,todavía con la mano en el pecho.
Ella rió.
-Perdona,no sabía que te ibas a asustar tanto.-Dijo ella, visiblemente orgullosa de su acto.
Claudia era la clase de amiga que siempre quise tener: cuando llegué nueva al instituto hace un año,ella fue la primera en acogerme y encargarse de que estuviera en línea con el tema de los estudios. Siempre que mandaban algún trabajo por parejas,las dos nos mirábamos, decidiendo así que lo haríamos juntas.
De hecho,no la cambiaría por ninguna otra.-¿Dónde está David?-Pregunté, cambiando de tema.
-Ni idea. Si no lo encontramos,llegará tarde a clases...como de costumbre.-Respondió mi amiga,girando la cabeza a un lado y a otro en busca del chico.
David era mi mejor amigo. Él me recibió después que Claudia,pero aún así, le estoy agradecida, ya que lo que más me preocupaba de llegar nueva a un instituto era la amistad. Detestaba quedarme sola.
Tomó por costumbre quedarse dormido en los baños del establecimiento,(una costumbre muy rara, por cierto), por lo que casi siempre llegaba tarde a las clases. Cada vez se inventaba una excusa menos creíble para que se la tragaran los profesores,por eso,cada vez que vuelve a suceder,acude a nosotras.-Adivina dónde está...-Murmuró Claudia,poniendo los ojos en blanco.
Nos miramos un instante,arrugamos la nariz en un gesto grosero y dijimos al unísono el lugar dónde(por desgracia) debíamos entrar a despertar a nuestro extraño amigo:
-En los baños de chicos...
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Entre Dos Almas
Romance¿Quién dijo que las criaturas del más allá no podrían llegar a encontrar el verdadero amor con un humano? ¿Cómo sería dormir al lado de alguien a quien tú solo puedes ver? ¿Y mirarlo con el fin de saber que nunca podrás llegar a to...