PARTE 5

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Pasé la noche en vela, pensando qué demonios fue eso.
No tuve ocasión de escuchar su voz; justo cuando agachó la cabeza, me miró una última vez y desapareció de la nada.
Sí. Como leéis. Desapareció de la nada.

Llegué a la conclusión de que aquello no fue producto de mi imaginación en absoluto, estuve segura de que yo miraba a ese chico como él me miraba a mí. Los dos nos vimos.
¿Pero por qué no me habló?

El espanto traspasó la puerta de los sentimientos para convertirse en carne y hueso cuando vi que mi mano traspasaba su sonrojada mejilla.
No era aire. No era aire. Era real. Por dios... ¡Era real!

Tomé una decisión :no contarle a nadie lo que ví. Técnicamente, sería la loca del instituto si alguien a quien se lo he contado decide promulgar la noticia por todo el instituto.
En un principio, pensé en contárselo a Claudia o a David, ya que eran mis mejores amigos y podía confiar en ellos, pero... Hasta yo misma pensaba que me estaba volviendo loca, así que decidí guardármelo para mi sola. Llegado el momento, se lo contaría.

Su mirada, la mirada de aquel chico... Tenía algo diferente a la de los demás. Fue como si me hubiera estado esperando todo su vida, pero, al ver que no podía tocarme, parte de esa ilusión se esfumó.
Fue algo extraño. Me resultaba conocido, como si lo hubiera estado viendo toda mi vida pero nunca me hubiera dado cuenta de que estaba a mi lado.

Paseé rápidamente mis manos por delante de mi cara, como si no tuviera importancia. Pero yo sabía que sí la tenía.

E iba a averiguarlo.
Costara lo que me costase.

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Pasaron los días y comenzaba a pensar que realmente todo lo ocurrido fue producto de mi imaginación.
No lo volví a ver desde aquel día, y, misteriosamente, me encontraba más decaída de lo normal.

Decidí contarle a Claudia lo que vi...Gran error: se lo dijo al grupo de Jorge, y ellos se encargaron de hacerlo oír por todo el instituto.

David me dejó de hablar sin motivo.

Me encontraba sola. Me encontraba en un círculo sin sentido, entre los profesores y mi hermano.

Llegaron las vacaciones de verano y el chico seguía sin aparecer, hasta aquel día :

-¡Marga, tienes correo! ¡Es para tí! -Gritó mi hermano, dándome un susto de muerte.

Abrí la puerta de mi habitación, todavía con la mano en el corazón y bajé las escaleras.
Me preguntaba quién se molestaría en mandarme una carta a esas horas de la noche. Pensé en no recibirla, pero la curiosidad me venció.
Y, como bien se dice:la curiosidad mató al gato.
Pero yo no era un gato.

Cuando llegué al salón, mi hermano me esperaba sentado en el sofá con la carta en las manos, incitando a mi vista a agarrar de una vez la carta.
Alargué el brazo y se la arrebaté  de un tirón, ansiosa por saber de quién y qué se trataba.

Mi hermano sonrió.

Subí a toda mecha las escaleras y me encerré de nuevo en mi habitación.
Busqué por mis cajones un abrecartas o algún objeto punzante que pudiera deshacer el trozo de papel que envolvía la escritura. Al final opté por un cúter.
Me senté en la cama y abrí la carta con manos temblorosas, tanto que casi no atinaba a cortar el frágil envoltorio.
Después de pelearme unos minutos con el papel, conseguí sacar la escritura del envoltorio.
La extendí en lo alto de mi cama, y comencé a leerla.
No me molesté en leerla para mí, pues en ese momento lo único que me importaba era saber de qué se trataba.

Cuando comencé a leerla, el corazón se me salió del pecho, y un sentimiento parecido al miedo se apoderó de mi ser:

Querida Marga:

Soy yo, el chico que se presenta en tu casa a todas horas.
El chico que se queda mirando tu precioso rostro mientras duermes.
El chico que te acarició aquel día.
Me gustaría estar contigo toda mi existencia, pero no puede ser:yo estoy en un mundo distinto al tuyo.
Llevo años observándote, pero nunca me atreví a hacerme ver delante de ti. Tenía miedo de que te asustaras y no quisieras volver a verme nunca más.
Crecí contigo, te defendí, te amé, y todavía te amo.
Ahora sabrás que aquella papelera no voló por sí sola, y tampoco fue producto de tu imaginación, pues "soy real".
Te preguntarás por qué he vuelto después de tanto tiempo, en mi defensa diré que quiero darte espacio. Sé que encontrarte a un chico de tu edad en tu casa así de repente no se vive todos los días, pero no podía esperar más, necesitaba que supieras de mi existencia.
Me gusta verte contenta, feliz, cariñosa... O concentrada, como estás ahora mismo sentada en tu cama, leyendo esta carta.

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