PARTE 8

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-¿Qué ha sido eso?

Parpadee un par de veces, dando vueltas a lo que acababa de proyectar mi mente en pocos segundos.

-¿Que ha sido el qué? -Me citó él, intentando mostrar que era incapaz de descubrir de qué se trataba, aunque una pequeña sonrisa divertida le delató.

-Sabes perfectamente de lo que hablo. -Le dije, esbozando una pequeña sonrisita de sabelotodo. -¿Cómo has hecho eso?

-¿Hacer el qué?-Siguió jugando.

Le apunté con un dedo amenazante y me acerqué a él, a sabiendas de que no podía tocarlo.

-¡Oh, vamos! sé jugar a esto tanto como tú, así que no me tientes a hacértelas pagar.

Él río muy a gusto, y me sentí bien por él : si todo esto era verdad, lo de su historia, las apariciones, la papelera voladora... Merecía algunas respuestas, por no decir todas.

-Está bien, está bien... -Accedió,alzando las manos como si intentara hacerle saber a un policía de que era inocente. -Los espíritus poseemos actos que ningún humano es capaz de hacer, aunque, bueno, tú tienes algunas capacidades que no todos los de vuestra especie son capaces de poseer: como vernos, verme y todo ese rollo humano.

-¿Todo ese... Rollo humano?-Repetí, ladrando la cabeza de forma cómica.

-Eh... Sí, cosas mías.-Dijo, frotándose la parte trasera de la cabeza, un poco nervioso. -Bueno, ¿Quieres que te siga contando o no?

-¡Continúa!

-Como iba diciendo... Los espíritus poseemos actos que los humanos no pueden poseer. Cada uno tiene una habilidad diferente: de ahí mi pequeña secuencia de recuerdos que he proyectado en tu mente hace unos minutos.

Nos miramos fijamente, como advirtiendo algún atisbo de mentira en el otro.
Finalmente, asiento y digo:

-Entonces yo poseo el don de poder veros entre los humanos, aunque no soy la única, pero muy poca gente de mi especie puede ver, ¿me equivoco?

Él sonríe ante mi pequeña aclaración de niña pequeña, tal vez porque me lo había repetido como tres veces en un mismo día.

-Exacto.

Comenzaba a notar aquel vínculo que nos unía desde pequeños, ni siquiera sé por qué, tampoco sería capaz de explicar los sentimientos, pero si sabía que aquel chico estaba causando un pequeño hueco en mi corazón ahora que me había dejado conocerle, y yo dejaba que se hiciera aquel hueco.

Un fugaz pero deseoso pensamiento cruzó mi mente:¡Todavía no sabía su nombre!

-A todo esto... ¿Hemos aclarado todas estas cosas tan extrañas, vivido momentos extremadamente inexplicables, algún que otro susto, has estado conmigo en todo momento sin que yo me diera cuenta, y... Todavía no me has dicho tu nombre?

El extraño chico que había entrado en mi habitación sin permiso, esbozó una sonrisa tiernamente maliciosa antes de abrir la boca y recitarme su bonito nombre.

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