PARTE 15

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-El fuego se está expandiendo. Puedo sentirlo. - Me susurró Derek.

Me estrujé el cerebro en busca de alguna solución, hasta que dí con ella:

-Reúne en el comedor todos los extintores que encuentres.

-A sus órdenes, capitana. - Dijo, llevándose una mano firme a la altura de la frente.

Rodé los ojos, aunque no pude reprimir la pequeña sonrisa que se formó entre las comisuras de mis labios. Este chico siempre debió de ser así de chistoso.

Me lanzó un beso, a lo que yo hice como si lo atrapara y me lo pusiera en la mejilla, después, cruzó el umbral del pasillo y desapareció en un abrir y cerrar de ojos.

Me quedé ahí parada como una tonta unos segundos, mirando en la dirección por la que se había marchado.

<<¡Despierta, Margaret! >>

Sacudí la cabeza y corrí a toda velocidad por los pasillos del instituto.
No tenía mucho tiempo. Pronto el recinto sería un inmenso montón de cenizas.

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Encontré el primer extintor al lado de la clase de ciencias.
Lo agarré con todas mis fuerzas, tratando de no caerme. Me tambaleé unos segundos, pues no contaba con que esa cosa pesara tanto.
Compuse una mueca de dolor al imaginar que se me podría haber caído al pie; motivo de sobra como para quedarme un mes sin poder moverlo.

Parecía una especie de hada por corriendo por los pasillos: cabeza bien alta, espalda curvada y andares de bailarina. (Como ya he dicho antes, esto pesaba como mil demonios).

Atravesé dos pasillos más hasta que por fin llegué al sitio deseado.

Mi instituto era bastante grande, lo que tenía sus ventajas e inconvenientes: podías presumir de tener un gran recinto de estudio, pero tardabas unos seis minutos para llegar a cada aula.

Cuando llegué al comedor, ya descansaban dos extintores. Derek era más rápido de lo que creía.
Con mucho cuidado, dejé mi extintor al lado del montón que había traído mi "amigo".

Levanté la mirada al distinguir una conocida figura fantasmagórica con otro aparato al final del pasillo, y me reí al imaginarme un solo extintor volando por los pasillos.

-Este es el último. - Anunció cuando llegó a mi lado.

-Perfecto. - Le felicité. - Ahora debemos usarlos para apagar las llamas de las demás salas.

Derek se llevó una mano a la cabeza y se frotó el pelo, simulando que era el rey del mundo.

-Oh. Eh... Creo que ya me he ocupado de eso.

Sonreí de oreja a oreja.

-¿Has apagado todo el fuego de todas las salas?

-Bueno. Técnicamente, si. Solo me he dejado una... Y es tu clase.- Dijo.

Entre Dos Almas  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora