PARTE 4

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Me despedí de mis amigos y corrí hacia la puerta de salida, donde mi hermano me esperaba sentado en el asiento del conductor.
Me subí al vehículo y cerré la puerta tras de mí.

-¿Qué tal el día, hermanita?-Me preguntó cuando ya me hube acomodado en el asiento y abrochado el cinturón de seguridad.

<<¿Por qué hoy todo el mundo me pregunta lo mismo?>> -Pensé.

-Bien, supongo...-<<Realmente extraño>>.

Me miró extrañado, enarcando una ceja, y no tuvo que decirme nada, pues yo ya sabía que se había dado cuenta de que algo no iba bien.
Decidió no agobiarme más y arrancó el coche.

Los diez minutos restantes antes de llegar a casa los pasé mirando detenidamente el conocido paisaje por la ventanilla, todavía pensando en lo mismo.
Intenté cerrar la mente por unos instantes, pero no pude, así que me tocó esperar hasta llegar a casa.

Mi hermano tiene la extraña costumbre de pitar cuando acabamos de llegar, por eso, cuando escuché el dañino sonido, no dudé en abrir la puerta del copiloto primero y esperar a que me diera la llave de entrada.

Después de unos segundos, mis manos ya envolvían la metálica llave.
Abrí la puerta y subí las escaleras para después encerrarme en mi cuarto.
No me gustaba dejar con tanta brusquedad a mi hermano ahí abajo, pero aquel día no fue literalmente mi día.
Me tiré sobre la cama y me concentré en la ligeras grietas que ya decoraban el techo.

De un momento a otro, y sin darme cuenta, me había quedado dormida.

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Una suave caricia me despertó.
Ascendía y descendía sobre mi espalda, haciéndome cosquillas.

Pensé que estaba soñando, por lo que no me moví ni un milímetro del sitio. Pero, al pellizcarme y notar el agudo dolor, supe que no estaba todavía dormida.
Me removí inquieta, y la caricia desapareció.
Decidí incorporarme para ver de quién o qué se trataba, pues pensaba que era mi hermano intentando despertarme. <<Mi hermano nunca me despierta así de suave. No es él. >>

Abrí los ojos.
Efectivamente, no era él.

El misterioso chico que lanzó la papelera estaba frente a mí, con los ojos bien abiertos, sin perderse ni un detalle de mi rostro.

Pegué un salto y grité, pero él ni se inmutó :siguió mirándome con los ojos bien abiertos, incluso podría decir que una sonrisa se formaba entre las comisuras de sus hermosos labios.

-¿Q-quién e-res?-Pregunté con el miedo a flor de piel.

Pero él no me contestó, se dedicó a sonreír abiertamente.

En ese momento, pude fijarme en su perfecto e increíble rostro:labios carnosos, ojos verdes, pelo negro, sonrisa impecable... Parecía sacado de un cuento de hadas.

El perfecto desconocido me invitó a acercarme a él.
Obedecí. Salté de la cama por segunda vez e intenté acariciarle el rostro, ni siquiera sé a qué demonios se debió ese impulso, pero lo hice.

Lo que pasó a continuación me dejó sin respiración :al intentar acariciar su precioso rostro, mis manos atravesaron su piel, como si aquel chico no fuera más que aire.
Me llevé una mano a la boca, tratando de no gritar.

Pude ver como sus labios se curvaron hacia abajo, en un gesto de tristeza, para después dejar caer su cabeza hacia delante, mirando fijamente al suelo.

Entre Dos Almas  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora