Uno.
“Deja de ser tan inmadura, Janice, ¿sí? Olvida esas estupideces, tu cámara, tus lienzos, tus carboncillos, ¡todo! No puedes seguir con esto, ya no lo necesitas. Serás mayor de edad y te graduarás de esa asombrosa universidad que es Harvard. Encontrarás un buen hombre que te quiera y te respete, y te casarás con él. Tendrás hijos, y tendrás una maravillosa vida, al igual que Katherine. Serás feliz, Janice, y eso es lo único que deseo para ti. La felicidad. La felicidad viene luego de tu madurez, por eso te lo estoy pidiendo. Entre más rápido madures, la felicidad llegara anticipadamente, ¿no lo crees? Y que madures, significa que olvides esa estupidez de querer ser ‘artista’ como tú los llamas. No son artistas, Janice, son vándalos. ¿Y sabes por qué son vándalos? Porque invaden propiedad ajena. Rayan paredes y suelos, con ‘grafiti’ que según ellos, es arte, pero solo es vandalismo. No quiero verte así alguna vez. Usando, aerosol en las paredes y dibujando como un criminal. No me decepciones de esa manera. Quita toda distracción de tu camino, serás abogada. Igual que Katherine. Quiero verte en cinco años más, dios, ¡serás toda una profesional! ¡Mis dos hijas serán exitosas! Dame de que sentirme orgullosa, Janice, dámelo. Gradúate y hazte exitosa. El éxito viene del esfuerzo, y esto requiere poder, hija mía. No me defraudes, confío en ti.”
Las palabras de mi madre, Deliah Sky, inundan mi mente, haciéndome tambalear y llenarme de nervios. Lo logré, estoy en Harvard. La universidad en la que mi hermana, Katherine, pasó los mejores años de su vida, pero en la que yo viviré un infierno. Cruzo el corredor, para entrar a mi primera clase: Derecho 1, en el auditorio. Cuando abro la puerta, nadie nota mi presencia, y hábilmente, me escurro por las escaleras hasta llegar a la quinta línea, y me siento en el tercer lugar. Todo está vacío. Al frente, a los lados, atrás incluso. Estoy sola, justo como me siento interiormente. Esto es simplemente un reflejo.
Saco mi iPad de mi bolso, y volteo mi vista hacía al frente. Un señor, como de ventinueve o treinta años, se pone de pie enfrente del microfóno, dispuesto a hablar. Me acomodo las gafas oscuras, que cubren mis ojeras y la hinchazón de mis ojos, por haber llorado toda la noche anterior. La recámara que me fue asignada, es para mí sola, lo cuál no me molesta porque no me gusta que me vean llorar, y no creo que logren entender mi música, así que fue asombroso que me dieran una habitación para mí sola.
Mi meta es salir de esta universidad, sin amigos. Quiero seguir sola, como siempre lo he estado. Tres años más, no me harán daño. Lo he estado desde los once.
El maestro se presenta, y está vez saco de mi cabeza todos mis estúpidos pensamientos y dirijo mi vista a él.
Cabellos cenizos y lacios, ojos largos y brillantes, pálido y vestido con un kimono blanco, con diseño de un dragón rojo.
"Buenos días, clase. Seré el maestro de la maravillosa clase que es Derecho 1, y espero que la disfruten tanto como yo. Fui el ministro de Seventh Heaven en Tokio, pero ahora enseño. Mi nombre es Fumito Nanahara, y les pediré que usen el término ¿san' después de Fumito." se presenta. "Aún sigo soltero." intenta hacerse el gracioso, y lo logra, porque todos se ríen menos yo. Al cabo de unos minutos, la clase empieza, y por más que intento concenrarme, no lo logro. Las palabras de mi madre vagan por mi mente. ¿Y sí no vuelvo a fotografíar jamás? ¿Sí no tengo mi cámara jamás? Mis pensamientos toman otro rumbo, así que decido grabar la clase. Con mi iPad en grabadora de video y centrada en Fumito, saco mi block y comienzo a dibujar. Una chica, con los codos apoyados en las teclas de un piano de cola, y sus manos cubriendo su rostro. No toca, llora.
Cuando intento tomar mi lápiz tinta, para darle efecto, una sombra cubre mi dibujo, levanto la vista y observo a un chico sentado enfrente de mí. Pelinegro y usa una cazadora negra, está centrado. Estoy segura que cuando entré, el no estaba aquí. Paso mi vista de él a mi iPad, para ver que está cubriendo la cámara. Con un suspiro de arrogancia y nervios, me volteo hacía él. Toco su hombro levemente, y capto su atención. Sus ojos, son impactantes. La miel se apodera de ellos, provocativamente y su sonrisa es perfecta.
"¿Necesitas algo?" pregunta, pero continúo perdida en sus ojos. Nunca vi algo tan hermoso en mi vida entera.