Trece

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Me desperté por los alaridos de unas chicas en el corredor. Gritaban y gritaban, al mismo tiempo que azotaban mi puerta. Vi mi móvil y este marcaba las seis de la mañana, así que lo tiré en la mesita de noche nuevamente. Refregué mis ojos, mientras me levantaba de malhumor. Abrí la puerta, y con está una chica cayó adentro de mi recámara. La volteé a ver, claramente confundida, mientras ella se levantaba. Cabello negro y lacio, y de tez blanca, cuando se levantó la pude observar mejor.

“Lo siento, no quisimos despertarlas,” dice mientras una rubia se reúne a su lado. Su acento es distinto al americano, casi parece japonés.

“Lo sentimos,” se disculpa la rubia de ojos grises.

“Vivo sola,” respondo a lo cual ambas se sorprenden. “No hay problema,” continúo cubriéndome la boca mientras bostezo.

“Soy Kate, Kate Taylor,” se presenta la rubia, sonriéndome. Le respondo con una sonrisa diminuta.

“Yo soy Yuka, Minase Yuka,” dice la pelinegra.

“¿Eres japonesa?” pregunto.

“Sí,” dice sonriéndome. Sus ojos eran verdes, al igual que los de Kate.

“Mucho gusto, sólo no vuelvan a despertarme tan temprano en la mañana,” digo mientras me dirijo a cerrar la puerta.

“Pero, no nos has dicho tu nombre,” dice Yuka.

“Janice, Janice Sky,” contesto cerrando la puerta.

Se oyen risas provenientes de afuera y solo logro rodar los ojos y me tiro en la cama nuevamente. Apego la almohada a mi cuerpo, y me acomodo en está, lista para volver a dormir. Cuando cierro los ojos, mi móvil me despierta por completo. Sin levantarme, hurgo la mesita de noche con mis manos, dispuesta a encontrar mi móvil, pero me es inútil porque no alcanzo a verlo.

“Maldición,” murmuro para mí misma.

Me siento en la cama, y al divisar su luz lo cojo sin ver el número en la pantalla.

“¿Bueno?”

“¿Janice?” llama la voz de un chico al otro lado.

“¿Quién habla?” pregunto.

“¿Eres Janice?”

“¿Qué eres? ¿La policía?”

“No sabía que la policía era una cosa, yo soy una persona.”

“No te creo,” contesto sarcástica y se oye una risa al otro lado.

“Solo quiero saber si eres Janice,” dice.

“Sí, soy Janice, ¿quién eres tú?”

“Harry,” dice. Esa palabra me saca una sonrisa.

“¿No era más fácil presentarte desde el principio?”

“Sólo quería saber si eras Janice,” dice.

“Bueno pues ahora lo sabes,” contesto refregándome los ojos. “¿Qué hay de nuevo?”

“Nada, ¿qué tal tú?”

“Lo mismo. No quiero ir a clases,” añado tirándome a la cama y cubriéndome con la colcha.

“No eres la única, eh. Por lo menos a ti no te golpean diariamente, querida.”

“Harry,” digo, incapaz de terminar mi oración.

“Está bien,” responde, claramente conocedor del rumbo de mis palabras.

“¿Dónde estudias?” pregunto.

l Come as you are lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora