“¿Tienes otro?” pregunta Harry. Él se saca la cajilla del bolsillo de sus jeans rasgados negros, mientras se agacha para entregárselo. “¿Tienes encendedor?” pide Harry nuevamente. Él moreno se saca un encendedor con la letra ‘Z’ en plateado. Hace varios intentos, pero este no cede.
“Lo siento, no funciona,” se lamenta.
“Yo tengo uno,” recuerdo, mientras busco y rebusco en mi bolso. Abro uno de los bolsillos internos, y ahí está. Es de la bandera de Estados Unidos. Harry se coloca el cigarrillo en los labios, mientras yo lo enciendo.
“¿Tienes uno para mí?” le pregunto al moreno.
“¿Quieres el mío? Es el único que me queda,” dice mientras me lo muestra. No tengo nada que perder, así que lo cojo inmediatamente.
“Gracias,” agradezco.
“No sabía que tenías conocidos de por aquí,” dice el morocho sentándose a mi lado, mientras yo me acomodo a su lado. Harry solo nos observa mientras fuma.
“¿Son pareja?” nos pregunta. Abro mi boca, mostrando sorpresa, mientras el moreno me saca el cigarrillo y se lo coloca, riendo al mismo tiempo.
“No,” contesto.
“Sí,” dice el moreno.
Harry me observa claramente confundido.
“¿Sí o no?” dice.
“No,” niego.
“Sí,” continúa el morocho.
“Cállate,” le digo.
“Es la verdad, cielo, ¿por qué me niegas?” dice en un tono burlón.
“Egocéntrico,” me quejo. Harry se ríe.
“No creo que sean pareja,” dice.
“No lo somos,” aclaro.
“Pronto lo seremos,” murmura el moreno. “Harry, ¿cierto?”
“Sí, ¿y tú?”
“Zayn, Zayn Malik.”
Nunca me había dicho su nombre, lo cual era algo tonto ya que habíamos hablado lo suficiente como para sabernos nuestros nombres. Sonaba tan artístico, tan diferente, tan… él. Zayn Malik.
“Así se llama el mejor amigo de mi no…” dice Harry quebrándose antes de terminar su oración. Zayn parece no haberle puesto mucha atención, ya que sigue fumando y viendo uno de sus tatuajes en la mano. Es un ave, un ave volando. Lo observo por un segundo, y luego me encuentro con sus ojos mieles, observándome fijamente.
“¿Te gusta?” pregunta.
“Siempre he querido hacerme un tatuaje,” respondo.
“¿Qué te gustaría tatuarte?” dice sin despegar sus ojos de mí.
“Lo he pensado hace mucho tiempo, incluso cuando tenía trece lo había pensado. Son dos. En mis dedos.”
Eso pareció sonarle extraño.
“¿En los dedos?”
“Sí,” respondo. “El primero sería “Please Lord,” le enseño la palma de mi dedo índice. “Luego, take care” le muestro la palma de mi siguiente dedo. “El dedo anular diría, ‘and forgive’. Y el último diría, ‘my father’” contesto.
“Suena bien, pero, ¿no crees que dolerá?” pregunta alarmado.
“No me importa si duele o no, lo quiero.”