Quince

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Después de que Harry nos presentó ante su hermana y hacernos la invitación de ir a su casa a cenar mañana, nos fuimos a Harvard en la motocicleta de Zayn. Había insistido en cuidar de mí, ya que tenía algunos moretones y rasguños en mí, y me sentía débil. Me cargó como acostumbraba a hacerlo, y rápidamente entramos a su habitación.

“¿Por qué no vamos a mi dormitorio?” pregunto.

“Cómo usted diga,” responde bajando las escaleras que recién había subido.

“Zayn, no es necesario que hagas esto,” murmuro enredando mis brazos en su cuello mientras él caminaba más rápido. En cuestión de segundos estábamos en mi habitación, y él me había acostado en la cama como si fuese a romperme. Realmente estaba débil, me sentía horriblemente mal y los ojos me pesaban, sabía que me dormiría tarde o temprano.

Zayn se acercó a mí con algodones y agua con sal. Me ordenó que me sentara, así curaría mis heridas y las marcas de las uñas de mi cuello, de los dos intentos de ahorcamiento. Me quitó el abrigo y deslizó el algodón húmedo y caliente, por toda mi garganta. Me quejé un poco, pero Zayn me apretó de la mano, haciéndome saber que todo estaría bien. Rápidamente el ardor empezó a disminuir, solo quedando un punzante dolor.

“¿Se quitará?” pregunto.

“Sí, pero lo más probable que una semana después,” responde, sus labios cerca de mí. Su vista bajó a mis brazos, deslizándose a mis muñecas las cuales tenían marcas rojas e incluso uno que otro rasguño. “Con estas cosas si pareces una suicida frustrada.”

“Cállate, no sirves de apoyo,” murmuro de mala gana. Él se ríe.

“Vamos ______, sé que deseas la muerte,” responde. “¿Por qué no dejaste que te ahorcara y ya?”

Tragué duro, claramente nerviosa.

“Creo que he encontrado una… razón…”

“¿Para seguir con vida?” pregunta sentándose en frente de mí. “¿Cuál es?”

“No lo sé,” susurro. “Pero ya no quiero morir…”

“Pero todos lo haremos algún día,” responde. Mis pensamientos vagaron a mi padre. ¿Qué habrá pensado cuando agonizaba? ¿Habría pensado en mamá? ¿En Katherine? ¿En… mí? Bajé la cabeza para ocultar mis lágrimas, cuando una húmeda presión en la mejilla me sorprendió. Zayn me había dado un beso. Me acosté, claramente agotada y cerré mis ojos ya que parecían dos rocas gigantes. Abrí mis ojos y vi a Zayn sentado en el sofá personal,  observándome. Le sonreí mientras jugaba con las mangas de su chamarra y él me sonrío de vuelta, sin mostrarme su perfecta dentadura.

“Ven aquí,” ofrezco estirando mi mano hacía él. Él sigue sonriéndome pero negando. “¿Por qué no?” pregunto haciendo un puchero.

“Porque no. Prefiero quedarme aquí sentado y observarte dormir toda la noche, eres verdaderamente hermosa cuando duermes, ______.”

Me cubro el rostro con mis brazos, el olor del abrigo inundándome.

“Pero, no quiero que te quedes ahí sentado toda la noche, anda, vente de verdad.”

“No, te molestaré, prefiero estar aquí,” dice apoyando su mejilla en la palma de su mano.

“Zayn,” respondo. “Por favor,” hago un puchero.

“¿Tienes frío?” pregunta. Asiento tímidamente. Se pone de pie, y abre de par en par las ventanas.

“¿Qué haces?” pregunto débilmente.

“Quiero que tengas frío para poder estar más cerca de ti,” responde acostándose en la cama. Me acomodo en el rincón, mientras Zayn me toma de la cintura y me atrae hacia él. Coloco mis puños en su pecho, mientras nuestras piernas se entrelazan entre sí, dándonos un poco de calor. Sacó la colcha y la tiró encima de nosotros. Pegamos nuestras frentes, y nuestras respiraciones se mezclaron rápidamente.

"¿Te gusta estar aquí?" pregunta.

"No. Tan siquiera tuviese mi cámara y la pintura en el techo, me sentiría bien."

"¿Qué pintura?"

"Oh," contesto. "Mi papá la había hecho para mí, era una constelación azul y blanco, era, magnifíca."

"Tú eres magnífica," zafa. Sonrío viendo su rostro. "No estás a gusto, ¿cierto?"

"No, la cámara del iPad no es como una de revelado instantáneo."

"Sólo espero que la puedas tener de vuelta," murmura. "Duerme, cariño. Necesitas descansar."

Su dedo acarició mi labio inferior, en dónde el matón me había pegado cuando me estaba ahorcando.

"Ouch," susurré.

"¿Te duele?" pregunta. Asiento tímidamente. "Sé que puede quitarte el dolor," dice sonriéndome picaronamente.

"¿El qué?" pregunto débilmente.

"Esto," responde estampando sus labios contra los míos. Se separó, y me quedó viendo a los ojos. "Es el beso perfecto número uno," murmura. Le sonrío apenada. "Y este será el segundo."

Me besó nuevamente.

l Come as you are lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora