"¿¡Eres estúpida o qué!?" grita una voz varonil mientras me toma de la cintura y me empuja contra el suelo. El impacto de mi espalda en el concreto, me hizo creer que mi columna vertebral estaba completamente rota.
"¿¡Qué carajo haces, imbécil!?" le grito de vuelta, mientras lo observo. No puedo ver su rostro por la oscuridad, y la iluminación en cada esquina del puente, no ayudan mucho.
"¡Salvo tu maldito trasero de ser quebrado por el puto barco que está ahí abajo!" exclama. Forcejeo contra su incómodo agarre: él está sobre mí, sus rodillas a cada lado de mis caderas, tomando mis manos mientras las clava en la acera.
"¡Suéltame!" exijo.
"¿Por qué querías lanzarte?" pregunta, su voz dejando de sonar tan áspera.
"¿¡Qué mierdas te importa!? exclamo, demasiado molesta y aun forcejeando con este inepto. "¡Sí alguien pasa nos denunciará por fornicación pública!" le grito. La luz de la luna apenas dejaba al descubierto una parte de su rostro, el cual tenía una sonrisa lateral estampada.
"No te soltaré hasta que me digas porque ibas a lanzarte al vacío," responde. Mis forcejeos se vuelven inútiles bajo sus manos.
"Entonces ahí te quedarás," respondo calmadamente, tratando de estabilizar mi respiración. Él suspira mientras deshace su agarre de mis muñecas.
"Me has sacado un susto," contesta mientras zafa una risita. Ruedo mis ojos ante su estúpida respuesta. "Jamás vi a alguien tan decidido a acabar con su vi..." dice y se queda viéndome por tres segundos. Inclina su rostro a la derecha, frunce el ceño y esboza una media sonrisa, como si tratara de descifrar algo. O, como si me conociese.
"Tú eres la chica de la clase de Fumito-san," responde aun observándome. Su boca deja escapar el olor a humo de cigarrillo barato. Con un impulso, empujo su pecho hacía atrás y aprovecho la oportunidad de escapar. Salgo de entre sus piernas, poniéndome de pie de inmediato. Lo volteo a ver, pero cuando lo hago, soy atraída hacía él. Ahora la que está encima soy yo, con su boca a centímetros de la mía. Y ahora puedo observarlo mejor, y me doy cuenta de que es él. Él insoportable de Derecho 1. Pero, ¿él me recordaba? ¿Cómo lo hacía sí no nos volvimos a ver jamás? Él empieza a soltar carcajadas.
"Eres algo despistada, cariño," responde entre risas, con su aliento penetrándome los pulmones.
"Joder, apestas peor que mi primo," digo apartándome, pero sus manos me atraen de la cintura a su abdomen.
"Pensé que fumabas," contesta aún sonriéndome.
"¿Yo?" pregunto y estallo en risas, "estás ebrio seguramente."
"Cuando saliste del edifico Downey para el skipweekend, llevabas un cigarrillo en la boca, ¿o a caso tienes una gemela peor que tú?" informa.
"Tienes que estar jodiéndome, no tengo gemelas y la única hermana que tengo es Ms. Perfeducation, jamás la verás con un cigarrillo." contesto.
"Pero a ti sí, ¿cierto?" la pregunta suena más a una afirmación. "Entonces, ¿por qué te molesta el humo?"
"No me molesta," respondo, "al contrario, me da asco." respondo. Él se acerca provocativamente a mí, aún más cerca de mis labios de lo que estaba antes.
"¿Segura que te da asco? Puedo intentar cambiar eso..." susurra, viéndome a los ojos, penetrándome con esa dorada mirada. Su mano izquierda me sujeta del cuello, y la otra está presionada contra mi mejilla. Casi puedo sentir su respiración mezclarse con la mía.
"Desconocido, es tarde y mañana tengo clases, eh. Me tengo que ir," respondo, mientras torpemente me pongo de pie. En cuestión de segundos, él está a mi lado.