2- Hunter
No hay opción. Para salir al pasillo, tenía que atravesar los vestuarios de los chicos, lo que para cualquier otro alumno no significaría nada. Pero sí para Hunter.
Un paso tras otro, mirada al frente, puños apretados. Pero no es suficiente para evitar el desastre.
-¡Eh, tú! ¿Adónde te crees que vas con tanta prisa?
Reconocería esa voz en cualquier parte.
Ryan McKenzie. Tras él aparecieron sus sombras, con sonrisas macabras. Hoy tampoco lo dejarían en paz.
-Te he hecho una pregunta.
-¿Por qué no te vas a la mierda un rato, Ryan?
¿Había sido él? Estaba tan nervioso que no sabía si esa frase había salido de su garganta. Sin darse cuenta había salido al pasillo, y se encontraba rodeado de otros estudiantes.
-¿Qué has dicho, mariconazo? -Ryan parecía fuera de sí. - No volverás a hablarme así.
Levantó el puño y apuntaba hacia su dirección cuando alguien le cogió de la muñeca.
Hunter esperaba ver a algún profesor, pero la mano pertenecía a un alumno. Lo conocía de vista, estaba en su clase de Literatura.
El chico era alto y de complexión fuerte. El pelo rizado y negro le cubría la cabeza homogéneamente excepto por un atisbo de flequillo que parecía querer sobresalir. Llevaba una camiseta de Juego de Tronos y unos vaqueros cortos, y con la mano que tenía libre apuntaba a Ryan con una cámara de vídeo digital. Su expresión, siempre burlona, esta vez era fría como el hielo.
-¿Ves este aparato? Es una cámara. Repite conmigo. Ca-ma-ra. Sirve para grabar, y te acabo de grabar acosando a este chico. Como lo vuelvas a molestar se lo enseñaré al director y no quieres eso, ¿verdad? No quieres perder tu beca de deportes para la universidad. Pues ya sabes.
Dicho esto le soltó la muñeca, dejándolo con la palabra en la boca y la cara roja de ira, cogió del hombro a Hunter y lo arrastró pasillo abajo, hasta llegar al patio. Allí se sentaron en unos escalones a la sombra de un árbol.
-Ha estado cerca.- Suspiró.
Hunter miró la cámara. ¡Pero si estaba apagada! El chico pareció leerle el pensamiento.
-Si, hemos tenido suerte. Menos mal que su cerebro de orangután no procesa la información.
Hunter rió. Hacía mucho tiempo que no reía. El chico lo miro a la cara.
-¿Y tú eres...?
Era un instituto muy grande y nadie excepto los más populares conocía a todo el mundo. Obviamente Hunter conocía a menos gente todavía que la media.
-Hunter.
-Bonito nombre.- Sonrío el otro. Su sonrisa era bonita. - ¿Y cómo has acabado en el punto de mira del rey de los gorilas, Hunter?
-El equipo de fútbol.
El chico arqueó una ceja. Sin duda Hunter no parecía un deportista.
-Es por mi padre. Está obsesionado con que juegue y eso.
Desde que tenía uso de razón. A Hunter siempre le habían encasquetado una pelota bajo el brazo a lo largo de su vida. A pesar de que se sintiera más atraído por cualquier otra cosa, coches, motos, música, etc. Para su padre era obligatorio que el deporte estuviera presente en su rutina.
-Con todo el cariño de un desconocido... Que lo den a tu padre. Apuesto a que no sabe que te hacen eso.
Una respuesta tan sincera le chocó a Hunter. El timbre sonó y el chico ladeó la cabeza.
-Bueno, encantado. Me llamo Axel, por cierto. Que curioso. - dijo hablando para sí mismo.- Creo que acabo de tener un dejavú. En fin, nos vemos, Hunter.
Dicho esto se alejó entre la muchedumbre. Hunter sintió algo raro, quería retenerlo, pasar más tiempo con el. Se estaba levantando enfrascado en sus pensamientos cuando alguien lo volvió a empujar. Le entró el pánico creyendo que era Ryan, pero era una de sus sombras, Theo Hawthorne.
-Que coño te has creido, gilipollas.-
Volvió a empujarle.- Tu nuevo novio no se iba a quedar para siempre, y sin su protección vuelves a ser un mierda.
¿Era eso verdad? Hunter se había planteado muchas veces romper con todo, pero no esperaba hacerlo allí en medio del patio, a tercera hora.
-No. El mierda eres tú. -Dijo levantándose. Recordó la sonrisa de Axel. - Y vuestro juego se acaba hoy, como me vuelvas a tocar, puto retrasado, no llamaré a dirección, llamaré a la Policia, y te tiraras el año metido en una celda por acoso. - Muy a su pesar, su voz había ido perdiendo fuerza poco a poco. Y Theo cada vez se hacía más grande. Aterrorizado, Hunter lo empujó contra la pared y huyó del lugar. Los que estaban alrededor ahogaron un grito. Algunos incluso soltaron algunas risitas nerviosas por ver esa peculiar versión de "David contra Goliat."
Theo se tocó la parte posterior de la cabeza. Su mano estaba manchada de rojo.
-¡Te arrepentirás de esto, maldito marica! - dijo riéndose, asegurándose de que Hunter lo oyera. -¡Óyeme, estas muerto!
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Tras la máscara
HorrorLa pequeña población de Covenwood siempre ha estado envuelta en el misterio y en el anonimato. Incluso cuando un maniaco enmascarado empieza a sembrar el terror con acertijos macabros y asesinatos al más puro estilo de una película de terror, los jó...