2- Secretos mal guardados (7)

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7- June

Después de que le llegara el mensaje, todo había sido muy rápido. Axel se había dado cuenta de que estaba entrando en pánico y se la había llevado de allí. Habían atravesado las puertas del comedor sin problemas, bajo la atenta y castigadora mirada de los policías, y estaban sentados en un pasillo. Axel le había traído agua.
-¿De qué coño va esto?
-No lo sé.- June estaba confusa.
-El asesino te ha enviado un mensaje a ti, que te acabas de mudar. ¿Alguna idea de por qué?
No. June no tenía ni idea. Y eso la incomodaba bastante.
El sheriff apareció al fondo del pasillo. Parecía preocupado y llevaba una carpeta marrón en la mano y sus gafas colgadas del cuello.
-June... Tenemos que hablar sobre lo que acaba de pasar. ¿Me acompañas a mi despacho?
La hora y media que estuvieron hablando no sirvió de nada. June acababa de llegar al pueblo, no conocía a nadie y menos a un asesino, pero la Policia se empeñaba en encontrar una conexión, que no existía.
-¿Por qué te mudaste a Covenwood, June?
Los pelos de la nuca se le erizaron.
-Motivos personales que no tienen nada que ver con esto.
Había sonado muy sospechoso que la dulce chica soltara un comentario tan cortante y frío, pero no le hicieron más preguntas.
Su madre estaba fuera, y la llevó a casa. La Asociación de Padres había conseguido que se detuviera el encierro de sus hijos, y hacía rato que todos habían salido ya del odioso comedor, murmurando sobre el tétrico mensaje que habían recibido.
El silencio imperaba en el coche de la familia Connors. June había decidido tumbarse en el asiento trasero para descansar un poco, pero le era imposible.
No podía de dejar de pensar en el mensaje que le había mandado justo antes de que el Gif se hiciera público. "Bienvenida a Covenwood."
Llegó a casa pasadas las cuatro de la tarde y fue directamente a su habitación, a su cama. El mundo exterior podía esperar, debía aislarse para sobrevivir como había hecho siempre. Soñó con el rostro de Peter y con columnas de fuego y humo que se extendían hasta el cielo negro, donde las nubes formaban una caprichosa espiral.
Despertó. Ya era noche cerrada, y una fría brisa otoñal entraba por una ventana que June no recordaba haber dejado abierta.
Se levantó y la cerró con suavidad, sus padres ya estarían en la cama desde hace rato y lo último que quería era más atención.
Lo que había pasado esa mañana debía haber sido un sueño. Decidió ponerse el pijama y apagar la luz, antes de que los pensamientos que su cabeza gritaba fueran a más y no la dejaran dormir.
Iba a cumplir con lo pensado cuando su móvil empezó a vibrar. June, obviamente lo había puesto en silencio. ¿Quién llamaba de madrugada? Deslizó su dedo contra la pantalla.
-Hola, June. -La voz que le hablaba desde el otro lado de la línea era metálica y áspera.
-¿Quién es?
-Oh, no debes saberlo. Podría hacerte mal.
Pensó en colgar. La voz continuó.
-¿Qué tal tu primer día? Tus compañeros te tienen mucho aprecio, y más después de lo que ha pasado hoy. Ese chico... Tienes que darme las gracias.
-¿Quién eres? ¿Por qué me llamas? ¿Qué te he hecho?
La voz calló. June se preguntó si sería una broma para la nueva. Ese tío estaba insinuando que había matado al chico del instituto. Era un asesino.
-Juguemos a un juego. Si yo pierdo, te doy una pista de mi identidad, si tú pierdes... Bueno, muere alguien.
No tenía pinta de ser una broma. June colgó el teléfono y lo dejo sobre la mesa, entrando en pánico. ¿Por qué quería el asesino hacerla responsable de las muertes?
El teléfono vibró de nuevo. Numero desconocido.
-No me gusta que me cuelguen. Si lo vuelves a hacer te rajaré la garganta hasta el hueso, ¿te parece?
June calló. No sabía qué hacer, las lágrimas corrían por sus mejillas y los recuerdos quemaban en su cabeza.
-De acuerdo, comencemos. En Covenwood hay un pozo que alberga secretos muy oscuros, incluso más que el tuyo. Si no quieres que el mundo se entere de quién es de verdad June Connors, encuentra el pozo y descubre la verdad. Tienes ocho horas. Y la policia no es una opción, pequeña June, así que no la llames. Ah, y recuerda: intenta no morir.
June oyó como el maniaco colgaba y un
teléfono se estrellaba contra el suelo. Era el suyo, se le había escurrido entre los dedos.
Intentó calmarse y decidió que no podía hacer eso, al menos sola. Se puso el abrigo y caminó escaleras abajo hasta la puerta, sigilosamente. Abrió la puerta y la volvió a cerrar, quedando sus palmas posadas en la puerta para evitar el choque.
Alguien le tocó el hombro y June dejó escapar un grito ahogado. Se dio la vuelta y se encontró a una chica rubia vestida de negro que la miraba fríamente.
-Soy Becca Simmons. Creo que me debes una explicación.

Tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora