3- Memento Mori (2)

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2- Wes

Abre los ojos.
Está en su cama, como siempre. Lleva puesto un chandal rojo de un equipo europeo de fútbol y sus zapatillas.
-¿Papá?
No hay respuesta.
Son más de las tres de la mañana y ha perdido todo el sueño. Se levanta de la cama y al momento se arrepiente, su cabeza empieza a dar vueltas y su cerebro le martillea las sienes. Más que de costumbre. Tiene las manos pegajosas, recuerda haber cenado algo y haberse ido a dormir. Wes no era nadie sin wifi, y estaba cortado desde hace ocho horas por una avería informática. El técnico era un hombre gordo y sudoroso que había dicho que no tenía arreglo, que lo mejor era esperar al día siguiente y comprar otro.
Wes lo había mirado con desprecio y el hombre había bufado y se había marchado.
Tras al asesinato en su escuela, tema del que Wes sabía poco porque había sufrido uno de sus ataques esa mañana y se había pasado en la enfermería la mayor parte del tiempo; su padre debía pasar la noche fuera otra vez. Por muy insensible que pareciera, Wes no sentía pena por Hawthorne, merecía lo que le había pasado. Y habría invitado a una cerveza a quien quiera que lo hubiera hecho. Y lo de Austin... En fin, Austin tenía cuentas pendientes, todo el mundo con dos dedos de frente lo sabía, menos su estúpida y ciega novia.
Aporreó las teclas y la A se salió de su sitio. Era un teclado viejo y destartalado, pero había sido el primero de Wes y le tenía cariño. Era de lo poco que había conservado de su pasado.
Miró su móvil, tenía un mensaje de Skye. "Ven a mi casa, he descubierto algo importante."
Pocas cosas podían sacarlo de casa, pero Skye era una de ellas. Se enfundó su chaquetón y un gorro de lana y salió a la fría calle.
Decidió ir en bici, debido a que la pierna le dolía por alguna razón desconocida, y por qué quería ver a Skye cuanto antes. Le molestaba admitirlo, pero era la única persona que podía hacer que su corazón volviera a latir.
La casa de la chica no estaba lejos. Concretando, nada en Covenwood estaba lejos. Pasó por delante del hospital, la casa para niños huérfanos, que había sido clausurada hace más de treinta años, pero que seguía en pie, inexorable ante el paso del tiempo... Quiso evitar pasar por el instituto, así que torció por un callejón envuelto en vapor y salió directamente a la calle de Skye. Ella le esperaba en su porche.
-Por fin has llegado. He descubierto algo que no te vas a creer.
Su mechón lila se seguía escapando de detrás de su oreja, cayendo desordenado sobre su cara, y haciendo que Skye soplará cada quince segundos para intentar apartarlo de su campo de visión.
- ¿Y bien?
Skye abrió uno de sus bolsillos y sacó un trozo de tela.
-Esto estaba enganchado en la taquilla de Theo justo después del asesinato. Es del asesino.
Wes sintió un escalofrío.
-¿Y eso es todo?
-¿Te parece poco? Mi tía trabaja en un laboratorio, se la enviaré para que busque restos de ADN o cosas del estilo. Podría ser lo que nos lleve a ese cabrón.
Wes se sentía incómodo en esa situación, tenía la sensación de que estaban siendo observados. Tenían que irse de allí.
-Vamos a dar una vuelta, anda.
Skye le miró confusa, y luego se le iluminó la cara.
-¡El velatorio de Hawthorne! Es esta noche. Podemos acercarnos.
-¿Estás loca? Nosotros no pintamos nada allí. ¿Cómo crees que reaccionará Wendy si nos ve por allí?
-Tenemos todo el derecho del mundo a acercarnos a despedir a ese cabrón. Y que le den a Wendy, la policía no va a descubrir nada si no hacemos algo nosotros, ya viste cómo les va con el caso de Austin. Tenemos que preguntarle qué vio.
Wes se quedó callado. Por mucho que el sheriff fuera su padre, tenía que admitir que el caso de Austin no había avanzado nada desde que se había cometido, y la policía no había sido capaz ni de señalar a un sospechoso.
-Está bien. De todas formas no podía dormir.
Fueron caminando en silencio al tanatorio, que se encontraba solo a unas manzanas de la casa de Skye. Los dos miraban al suelo, avanzando.
-Siento meterte en esto. Eres el único en el que puedo confiar. -dijo Skye, apartándose el mechón lila de la cara.
-¿Y Tracy?
Skye sonrió.
-Tracy... Bueno, ella no quiere ser mi amiga. Busca algo más de mí, no sé si sabes a lo que me refiero.
-Sí, hasta ahí llego- dijo Wes riendo- Y además, se le nota un poco.
Skye se paró.
-Aquí es.
El tanatorio era un edificio siniestro y sombrío de una sola planta, de cemento gris, que se encontraba escondido entre dos pinos lánguidos y muertos. Una luz anaranjada salía del interior, y las sombras de las personas que lloraban en el interior se reflejaban en el césped mustio. Una figura en tacones se acercó hacia ellos. Llevaba su pelo negro recogido en un moño, con un broche violeta y un vestido negro.
-¿Qué coño hacéis aquí?- escupió Wendy sin quitarse sus gafas de sol.

Tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora