3- Memento Mori (7)

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7- Ty

Han pasado dos días desde el asesinato de los hermanos Hawthorne. Es domingo, y el cementerio está a rebosar por el estreno de dos lápidas de blanco mármol que destacan entre un mar de hierba. Llueve. Los paraguas negros se abren sucediéndose, uno tras otro, hasta formar un semicírculo perfecto. Nunca me llevé bien con mis primos, pero no se merecían acabar así. O sí. Solo Dios saben en qué líos estaban metidos.
Me llamo Ty Peters y voy al instituto Covenwood. Estaba allí cuando mataron a Theo, cuando nos encerraron a todos, y sin embargo, soy invisible. A diferencia de mis primos, conocidos en todo Covenwood, me gusta pasar desapercibido, oculto.
Hasta que la vi, atravesando la colina con el pelo empapado y su vestido negro pegado a su cuerpo. Corría campo a través, directamente hacia mí.
-Perdona, ¿puedo? Me he dejado el paraguas en casa y... -señalaba a mi paraguas.
Asentí con la cabeza y se colocó junto a mi para resguardarse de la lluvia.
-Lo siento, soy un desastre. No se donde tengo la cabeza estos días. ¿Por que estás aquí, apartado? El entierro acaba de terminar.
-No me gusta mucho ese rollo.
-Ah, bueno, si te digo la verdad, yo no conocía a los muertos, he venido a apoyar a una amiga. ¿Y tú?
-Bueno, Theo y Wendy eran mis primos.
La chica se quedó parada, atónita ante lo que acababa de oír.
-¿Sois familia?
Ty se miró los zapatos. Estaban manchados de barro, pero brillaban por la lluvia cada vez que una gota caía sobre ellos. Ella pareció darse cuenta de que no le gustaba mucho hablar de sus primos, y dejó el tema, mirando hacia las tumbas, donde todavía quedaban algunas personas rezagadas. Se volvió hacia él.
-Bueno, será mejor que vuelva a casa. Tengo cosas que hacer.
-Te acompaño, no queremos que te resfríes- dijo él, sonriendo.
La chica también sonrió, y sus mejillas se sonrojaron.
-Como quieras. Oh, y muchas gracias.
La calle estaba desierta, así que decidieron andar por mitad de la carretera. Las casas a ambos lados de la calle parecían estar vacías, abandonadas.
-Así que eres nueva.
-Sí. Me mudé aquí hace apenas una semana.
-Y ya eres toda una figura mediática. Todo el mundo habla de ti.
La expresión de su cara cambió por completo. Se recogió el pelo mojado tras la oreja.
-Y no sé por qué.
Recordó todo el lío del viernes. El bullicio del comedor, los timbres de los móviles, el GIF en todas partes y a esa chica en el centro de la sala, deseando que la tierra de la tragara.
-¿Y tú? - continuó ella.- ¿Qué hay de ti?
-Nada, que yo sepa. Nunca tuve mucha relación con mis primos así que no son una gran pérdida. Y ahora que el culpable está entre rejas, ya podemos olvidarnos del asunto y seguir con nuestras vidas. Menos mal que esto no ha ido a más, lo último que quiere Covenwood es que se repita la tragedia.
-Espera, ¿esto ya ha pasado antes?
-Bueno, no exactamente. Pero sí, Covenwood siempre ha tenido un alto nivel de... colgados, por así decirlo.
-Y nos tenía que tocar a nosotros...- dijo June resignada.- Por cierto, ¿qué me puedes decir de
Rick Evans?
-Bueno, hasta ahora era el estereotipo de deportista sin cerebro. Pero se traía líos muy raros con mis primos, así que lo mismo le hicieron algo y este les jodió bien.
-Supongo que eso también se aplica a Austin Radwell.
-¿El qué?- Esa chica hacía muchas preguntas.
-Lo de estar metido en líos.
-Pues no lo sé. ¿Podemos dejar de hablar de asesinatos? Es un tema un poco siniestro para una primera cita.
June se giró en redondo.
-¿Primera cita?
Ty la había llevado por un callejón hasta un café de aspecto modesto llamado "Tate & Violet". Estaba pintado de color lila, y la única puerta era de un blanco cegador. Entraron y una camarera rubia les acompañó a una mesa.
Una hora más tarde salían del café, los dos sintiendo algo nuevo. Llegaron a la puerta de June y ésta se despidió de él con un beso en la mejilla y un "nos vemos". Él se dio la vuelta después de que la puerta se cerrará suavemente frente a él, y bajó los escalones de un salto.
Covenwood siempre había atraído a los maniacos y desequilibrados. Quizás era un compuesto en el agua o el olor del aire, o quizás el misticismo de la niebla que rodeaba perennemente el pueblo. Volvió hasta su coche y abrió la guantera, sacando unas fotos. Era June, en una antigua vida. También había una serie de informes encabezados con el titular "Caso Palmer". Pero en la guantera había algo más, algo que Ty no se atrevió a sacar a plena luz del día. Desde la guantera le sonreía, le miraba. Desde la guantera, la máscara le recordaba que la mayor tragedia de Covenwood acababa de empezar.

Tras la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora