4- Becca
-Se lo he dicho ya mil veces. No sé nada.
Estaba en el despacho del director, que se había convertido en la base temporal de la Policia durante ese encierro espontáneo. Becca sólo había conseguido averiguar dos cosas: que alguien había muerto, y que la Policia creía que su asesino estaba dentro del instituto todavía. Ambas cosas las había aprendido sólo escuchando, sentada, esperando a entrar al despacho. Conocía al sheriff personalmente debido a lo de Austin. Había pasado muchas horas intentando recabar información, presionando su memoria en busca de algún dato que le permitiera dar con una pista de la identidad del asesino. Sin éxito alguno.
Y ahora la volvía a tratar como a una desconocida.
-¿Has observado algún comportamiento irregular en alguno de tus compañeros hoy?
Becca llevaba treinta y cinco minutos contestando preguntas de ese tipo, absurdas y sin respuesta concreta posible.
-Lo siento, sheriff Langdon, pero no voy anotando lo que hace cada uno de los cientos de alumnos de Covenwood en su tiempo libre entre clase y clase.
Quizás había sido demasiado seca. No, que coño. Era la respuesta que él sheriff necesitaba oír para dejarla marchar.
-Esta bien, Becca. Si necesitamos algo más te llamaremos más tarde.
-No lo dudo, sheriff.
Se levantó y salió por la puerta tan deprisa como pudo. Fuera estaban Chloe y Sidney. Sidney entró, era la siguiente.
Chloe se apresuró a chismorrear todo lo que había pasado en su ausencia, pero Becca la cortó bruscamente, no tenía ganas de que le llenara la cabeza de ideas absurdas y sin importancia. No ese día.
Becca no quería aceptarlo, quería que fuese todo un malentendido... Pero, ¿y si el asesino había vuelto? Tenía la esperanza de que hubiera huido para siempre, como la investigación de la Policia sugería, pero algo le decía que no era así. El comedor estaba vigilado por agentes y nadie podía entrar ni salir hasta nueva orden. La chica nueva de la que le habían hablado las demás estaba de pie, mirando al suelo y susurrando algo, como si tuviera que memorizarlo.
-Hola. -Becca no sabría explicar porque se acercó, quizás fue empatía, o quizás pena, pero antes de darse cuenta ya estaba a su lado. Chloe estaba boquiabierta.
-Hola.
June respondió tímidamente. Seguro que alguno de sus envidiosos compañeros ya la había puesto verde delante de la pobre chica y no sabia que decir.
-Soy Becca Simmons. Si, la del incidente de hace más de un mes donde un chico fue asesinado. Y sí, la que ha estado en tratamiento psicológico porque ese chico era su novio.
Lo que June hizo a continuación dejó boquiabierta a la confiada chica. La abrazó.
-Lo siento mucho. Espero que te recuperes y lo superes, por muy difícil que te resulte.
Dicho esto la miró a los ojos, a través de las opacas gafas de sol negras, y Becca sintió por primera vez como las defensas que tan cuidadosamente había construido para ocultar su estado real al mundo caían como un castillo de naipes.
Se disculpó con June, que asintió y volvió a su misterioso mantra de concentración, y salió a paso rápido al baño, rechazando la ayuda de Chloe.
Apartó de un empujón al guardia de la puerta, poniendo como excusa que estaba con la regla, y el sonrojado policía se quitó de en medio, anonadado.
Una vez se encontró en la seguridad del baño, explotó. Las lágrimas rodaban por sus mejillas desconsoladamente, el maquillaje que tapaba su tristeza de corrió totalmente, y cuando Becca se miró al espejo comprendió la verdad que se había estado intentando ocultar. Nunca volvería a ser la misma, no sin Austin.
¿Cómo había conseguido esa chica llegarle tan hondo? Era una pregunta que no podía responder. Quizás había sido la primera en no mostrarse optimista ni que la había ahogado en carantoñas para que olvidara su pena.
Algo había hecho que había logrado romper la fachada de Becca.
Llevaba unos diez minutos ensimismada en sus pensamientos cuando alguien entró en el baño. Ella, que no quería que nadie la viera llorar, se introdujo en uno de los cubículos. Quien entró tenía pasos firmes y sordos, y empezó a hacer algo que produjo un sonido desagradable, que le erizaba el vello a Becca. Era una sensación parecida a la que se produce cuando alguien aprieta una tiza contra una pizarra. La persona siguió allí un rato y luego llamó a su puerta.
-¡Ocupado! -Gritó Becca. No recibió respuesta. Tras afinar el oído y ser correspondida sólo con silencio, levantó el pestillo y salió.
En el espejo había algo escrito:
" Esto no ha terminado. ¿Quién será el próximo?"
Becca lo leyó y releyó, alguien había rayado profundamente la superficie del espejo. Quien había matado a Austin seguía allí, y había estado en la misma habitación que ella.
Becca abrió la puerta del pasillo y echó a correr, sin dejar de mirar hacia atrás.
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Tras la máscara
HorrorLa pequeña población de Covenwood siempre ha estado envuelta en el misterio y en el anonimato. Incluso cuando un maniaco enmascarado empieza a sembrar el terror con acertijos macabros y asesinatos al más puro estilo de una película de terror, los jó...