1- Becca
Nunca se le habría pasado por la cabeza presentarse de madrugada en casa de una persona que no conocía y cuya dirección había pedido a su padre, pero después de lo que le había pasado a Austin, Becca había cambiado.
-Soy Becca Simmons. Creo que me debes una explicación.
La chica la miraba confusa, aún se estaba recuperando del susto.
-¿Becca? -Consiguió farfullar.
Empezó a llorar, echándose en sus brazos. Le contó que alguien la había llamado, la había amenazado, y que estaba asustada.
-Quiere...- dijo entre sollozos- Quiere algo de un pozo.
-¿Un pozo?
Aparte del río Tale (si ese hilo de agua intermitente podía llamarse así) no había ninguna otra fuente de agua en el pueblo. Covenwood se abastecía de los pantanos de las montañas colindantes, donde la lluvia y la niebla eran continuas. Eran unas colinas cubiertas de grandes árboles que formaban espesos e impenetrables bosques que rodeaban al pueblo, convirtiéndolo en casi un lugar aislado. Solo una carretera que seguía el cauce del río lo comunicaba con el exterior. ¿Pero pozos? No, no había agua subterránea en el pueblo.
-No hay pozos en Covenwood.
-Debe haberlos.
-Que no.
-Que sí.
La rodeó y comenzó a andar hacia la calle.
-¿Y cuál es tu plan? Si te equivocas, morirá gente. No puedes hacer esto sola.
-No voy a hacerlo sola.
Siguió adelante, calle abajo. Becca se fijó en que llevaba una mochila. Decidió que lo mejor era cambiar de estrategia.
-Quiero ayudarte.
La chica se paró.
- Pues deja de culparme. Sé que lo haces, pero yo no tengo nada que ver con todo esto. La cabeza me va a explotar solo de pensar que todo esto es real. No puede ser real. Pero no me arriesgaré a que maten a alguien mas.
Becca la miró, impasible, y repitió su pregunta:
-¿Cuál es tu plan, June?
June se quitó el pelo de la cara y la observó fijamente, devolviéndole la astuta mirada.
-Ir a ver a un amigo.
Dicho esto siguió caminando. Becca se puso a su nivel y la siguió, mirándola a la cara.
-Lo siento. Todo esto me supera también.
El tratamiento psicológico hacía su trabajo, poco a poco. Pero los episodios de histeria y violencia no cesaban, y Becca a veces perdía el control en situaciones de presión.
Esa tarde había llegado a casa y solo había podido llorar. No por Theo, solo lo conocía porque era amigo de Austin. Por el episodio del baño, alguien la vigilaba y perseguía, alguien estaba obsesionado con hacerla sufrir. Y lo estaba consiguiendo. Nadie comprendía por lo que Becca había pasado. Ni los médicos, por muchos libros que hubieran leído, ni su familia, por mucho que la conocieran, ni siquiera sus amigas, que habían demostrado ser unas insensibles. Pensó en Wendy, en cómo estaría. Quizás la muerte era la única forma de abrir los ojos, de descubrir cómo era realmente la vida y de lo valiosa que era como para desperdiciarla. Durante dos semanas, Becca había sido considerada altamente peligrosa, e incluso le habían llegado a poner una camisa de fuerza. Ese fue su mayor ataque de pánico. Había soñado con Austin, dormía junto a ella plácidamente. Le miraba y él despertaba, y sonreía. Pero su sonrisa se tornaba carmesí de repente y sus ojos se llenaban de pánico. Y tras él se asomaba una sombra negra con una sonrisa roja también y unos grandes ojos negros que la miraban divertidos. Casi se podía apreciar su risa. Becca despertó gritando y no pudo tranquilizarse. Cada vez que cerraba los ojos veía a Austin con su macabra sonrisa, y a su asesino. ¿Por qué él si y ella no? ¿Por qué la había dejado vivir? Austin podía no ser un lumbreras, pero Becca lo quería.
-¿Quién es este amigo?- dijo volviendo a la realidad.
-Axel. ¿Lo conoces? No recuerdo su apellido, pero antes me dio su teléfono. Quiero alejarme de casa para llamarle, mis padres tienen que mantenerse al margen de todo esto. Ahora vuelvo.
Becca se quedó en medio de la calle, sola y con escalofríos recorriéndole el cuerpo, que nada tenían que ver con la temperatura. ¿Cómo había acabado en esa situación?
-Axel dice que hay un antiguo pozo, lo descubrió en un conducto de alcantarillado bajo la calle mayor.
-¿Qué hacía Axel...? Bueno, déjalo.
Mejor no preguntar.
Becca recibió un mensaje al móvil.
"Buena suerte, jugadoras." Observó que June también lo había recibido.
-Está jugando con nosotras.
Su acompañante la miró, melancólica.
-No podemos hacer nada. Tenemos que seguir sus reglas.
Miraron hacia la oscuridad de la calle, ambas. En el viento, frío y penetrante, se intuía una malévola sonrisa. Axel les envió la ubicación del pozo, y ambas marcharon en silencio.
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Tras la máscara
HororLa pequeña población de Covenwood siempre ha estado envuelta en el misterio y en el anonimato. Incluso cuando un maniaco enmascarado empieza a sembrar el terror con acertijos macabros y asesinatos al más puro estilo de una película de terror, los jó...